sábado, 25 de noviembre de 2017

Tambarón. Circular desde Montrondo y Murias de Paredes

Salida y Llegada: Montrondo (Comarca de La Omaña en León)
Distancia: 22,7 km
Duración: 6:30 h (sin contar paradas)
Subidas acumuladas: 1000 m
Altura Inicial: 1290 m
Altura máxima: 2102 m
Fecha de realización: 11/XI/2017
Dificultad: media
Track de la ruta



Itinerario: Montrondo – Cruce Río Omaña – Prados de Traselcáscaro – El Carrentiego (Abedular de Montrondo) – Fuente de la Canalina – Arroyo la Portiecha – Desvío hacia la Peñona – Laguna del Pozo Llao (Pozo Hollado) – Pico Tambarón (Sur) – Boqueta de las Fanas (Collaín Sarnoso) – Pico Tambarón (Norte) – Alto de las Fanas (Peñas Rubias) – Miro de la Gloria o Alto de la Colchona – Collado de los Negreros – Collado Verdasca – Arroyo y valle de Fasgarón – Fuente de Casasola – Puerto de la Magdalena – Arroyo de Cativo – Murias de Paredes – Montrondo.

Separada de la Babia, al norte, por las sierras de Villabandín (Alto de la Cañada) y Filera, al oeste del Alto Sil por la de Gistredo (Catoute, Tambarón y Nevadín) y al sur por la Fernán Pérez (Arcos del Agua), la comarca histórica de Las Omañas no tiene naturaleza administrativa y comprende los municipios de Paredes de Murias, Riello y Valdesamario. Está recorrida por el río Omaña que, al unirse con el Luna forma el Órbigo y contiene alargados valles en cuyas cabeceras quedan las marcas de los glaciares; valles como los del río Gordo, el Valle Chico, La Lomba y Valdesamario.
Original fuente en Montrondo
Como hace unos meses anduvimos por algunas de estas montañas y valles para alcanzar las cimas del Alto de la Cañada, Fernán Pérez (Arcos del Agua) y Nevadín, emprendimos esta excursión con la finalidad de completar las cumbres más altas de Las Omañas. Queríamos, además, acercarnos a las fuentes del río Omaña y al valle de Fagarón en cuyas laderas se asientan hermosos y tupidos abedulares que en este época muestran sus colores de otoño en las zonas bajas o los blancos de sus troncos y los violetas de sus brotes en las más altas.
Prados de Traselcáscaro a las afueras de Montrondo
Para llegar a Montrondo desde Asturias cogemos la salida a Villablino de la A-66 después de cruzar el túnel del Negrón. En la aldea babiana de Cabrillanes nos desviamos a Los Bayos, en la Omaña, donde enlazamos con la carretera LE-493 para seguir hacia el sur hasta la cercana Paredes de Murias. Aunque podríamos iniciar la ruta en este punto o antes en el Puerto de la Magdalena, y en previsión de que tengamos que hacer el último tramo de la ruta cerca del anochecer, preferimos empezar más cerca en la aldea de Montrondo donde finaliza la carretera.
Abedular de Montrondo
Iniciamos la larga caminata atravesando la aldea donde encontramos una original y moderna fuente. Después de las últimas casas, la pista ancha y llana cruza el río Omaña y se dirige al suroeste por la margen derecha dejando a una y otra mano los prados de Traselcáscaro mientras, por la ladera norte del Pico Cueto (Sierra de Oceo), se extiende el gran abedular de Montrondo. Enseguida los prados quedan atrás y la pista continúa por la linde del gran y tupido bosque cuyos blancos troncos contrastan con sus brotes violetas. Un camino que obviamos sale a la derecha y atraviesa el río por un puente de piedra y se dirige hacia unos prados situados en la otra orilla.
Fuente de la Canalina
Los últimos abedules en el camino hacia el  Valle Mular. Por detrás se aprecia La Peñona.
Camino, valle y abedular giran al oeste en la zona de El Carrentiego donde encontramos las Fuente de la Canalina con buen chorro. Después de atravesar el Arroyo la Portiecha, el camino aumenta la pendiente y bordea la peña La Peñona buscando los pastos altos del valle Mular. Un poco antes de que el arroyo homónimo se junte con el que baja del Pozo Llao (entre ambos y el Bozquemao que baja del collado de Los Negreros forman las principales fuentes del río Omaña), cogemos un desvío a la izquierda (sur) entre altas escobas que casi tapan el antiguo camino. Cuando nos situamos sobre La Peñona, en el alargado lomo oriental del Tambarón, el camino, transformado en sendero, gira bruscamente al oeste entre brezos bajos; aparecen los primeros hitos. La senda continúa la progresión entre breves pastos colonizados por brezos, escobas y arándanos y nos sitúa sobre la Laguna Pozo Llao (Pozo Hollado).
Vista atrás del valle de cabecera del río Omaña por donde hemos subido.

Detrás del crestón, a la izquierda, se ve la cima del Tambarón Sur. En la hondonada  que se ve hacia la derecha está La Laguna Pozo Llao.

Laguna Pozo Llao (Pozo Hollado) la más grande de La Omaña.
En sus aguas, según una antigua leyenda, habitaba un “cuélebre” que raptaba doncellas hasta que un príncipe… La senda se pierde y rodeamos por la izquierda un crestón para subir después por una vaguada que nos deja en la base del Tambarón Sur. Retomamos la senda por la empinada ladera que serpentea los últimos 100 metros hasta alcanzar la alomada y extensa cima ornada con dos grandes hitos. El viento es frío, preludio del cercano invierno, pero el  espléndido día y las cumbres más altas espolvoreadas con la reciente nieve, nos permiten disfrutar de unas vistas formidables. Desde el cercano pico Nevadín y la Cordillera Cantábrica (Cueto Arbás, Cornón, Picos Blancos, Solarco, Morronegro, Las Ubiñas entre otros muchos) al norte hasta las sierras Vizbueno y Fernán Pérez (Arcos del Agua) al sur, y desde la Sierra del Gistredo (Catoute y Valdeiglesias) al oeste hasta la de Villabandín (Alto de la Cañada) al este.
Vemos el Tambarón Sur. Dejamos el crestón a la derecha y remontamos hasta el collado entre canchales y brezos.

Buzón de montaña e hitos en la cima sur del Tambarón.

Cima norte del Tambarón vista desde la sur. Entre ambas vemos el Collaín Sarnoso o Boqueta de las Fanas
Los días son cortos y la ruta larga; poco paramos en esta primera cumbre, la de menor altura pero la más adornada. Las hierbas cumbreras, dan paso a los enebros rastreros y los brezos de bajo porte que se intercalan entre los pequeños canchales de cuarcitas en la ladera norte por la que realizamos un corto y suave descenso hasta el Collaín Sarnoso o Boqueta de las Fanas. La senda nos permite ascender a la cumbre más alta del Tambarón situada sobre unos bloques de cuarcita con un gran hito y las mismas vistas. Si acaso destacar que desde aquí apreciamos mejor el pico Nevadín y vemos completa la sierra que vamos seguir antes de bajar por el valle de Fasgarón.
Pico Cornón desde el Tambarón Sur.

Peña Crespa (hacia el centro de la foto) y Peña Orniz por detrás; el Montihuero a la derecha,

Ubiñas desde la cima sur del Tambarón

Pico Catoute desde el Tambarón
Pico Valdeiglesias desde el Tambarón

Llegando al canchal que rellena la cima norte del Tambarón
Descendemos por la pedregosa ladera norte siguiendo la configuración de la sierra mientras a la derecha van quedando los pastos del valle de Bozquemao donde se asienta el arroyo del mismo nombre, otra de las fuentes de río Omaña como ya indicamos. Llaneamos por la sierra en dirección norte superando pronto unas breves peñas que tienen por nombre Alto de la Fana o Peñas Rubias; apenas un peñasco en el alargado lomo de la sierra. Enseguida llegamos a otro lomo llamado Miro de la Gloria o Alto de la Colchona que hace honor a su nombre, pues las vistas son tan buenas como las del Tambarón, excepto por el oeste. Aquí paramos a reponer fuerzas para afrontar mejor lo que queda de jornada.
Pico Dos Hermanos (izda), Nevadín (el más alto en el centro) y Vendimia, desde el Miro de la Gloria.
Bajando del Miro de la Gloria (Alto de la Colchona) hacia el Collado de los Negreros, al otro lado, el pico Miro Cutichón. Nuestro camino faldea este pico hasta el collado Verdasca en el centro de la foto.
Reanudamos la marcha bajando por la ladera norte que enseguida vira al este. Invadida por las escobas, podemos seguir gracias a un desbroce que se ha hecho a modo de cortafuegos a ambos lados de una alambrada de espino hasta alcanzar el Collado de los Negreros donde retomamos las marcas de la ruta por las Fuentes del Omaña. Cruzamos la alambrada y accedemos a una pista ancha que llanea dejando a la izquierda el valle de la Vega del Agua con una pequeña laguna y un bosquete de abedules en su ladera oriental. El camino faldea por el norte el pico Miro Cutichón hasta el cercano Collado Verdasca que se asoma al Valle del Fasgarón por donde vamos a bajar.
De camino al Collado Verdasca dejamos a la izquierda el valle de la Vega del Agua con su pequeña laguna y el bosquete de abedules.
Tras cruzar una portilla metálica, el camino ancho baja rápidamente entre escobas hacia el amplio valle. Buenos pastos, ladera oriental cubierta de otro hermoso abedular a punto de otoño, algunas vacas pastando que acuden raudas a la llamada de bocina del todoterreno del ganadero, un refugio en buen estado con chimenea, mesa y estrecho somier de madera… El camino rodea la cabera del valle por encima de los pastos y continúa por su margen derecha hacia el noreste tocando apenas el abedular que nos ofrece sus dorados con los últimos rayos de la tarde.
Desde el Collado Verdasca vemos el Valle del Fasgarón con su gran abedular cubriendo la ladera oriental.
Valle del Fasgarón

El valle del Fasgarón desemboca en los amplios pastos del puerto de la Magdalena por donde avanza nuestro camino girando al sureste en paralelo a los prados. Pasamos junto a la fuente de Casasosa con abundante agua y dejamos en medio de la extensa pradera las ruinas de la ermita de La Magdalena que tiene una parte de la techumbre en el suelo mientras la otra mitad está recubierta de barro.
Abedules en el Valle del Fasgarón

El valle del Fasgarón desemboca en el puerto de La Magdalena con extensos prados y las ruinas de la ermita de La Magdalena que se ve en la zona inferior de la foto.
La pista desemboca en la carretera justo en el mismo puerto y, apenas tocamos el asfalto, la abandonamos para cruzar una alambrada y seguir en paralelo por una senda dentro de la finca. Pronto llegamos al antiguo camino que se inicia en la misma carretera y que era el que bajaba a Murias de Paredes antes de construir la actual carretera. Una escombrera queda a la izquierda mientras el camino desciende en paralelo al Arroyo de Cativo hasta entrar en la aldea. Pasamos al lado de la iglesia y de la casona blasonada de los Quiñones, restaurada en 2012 y que es el Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera de Omaña y Luna.
Puerto de la Magdalena. Apenas pisamos el asfalto lo abandonamos siguiento una senda en paralelo a los postes del tendido telefónico.

Antiguo camino que baja del puerto de La Magdalena a Murias de Paredes.

Iglesia en Murias de Paredes.

En el corto tramo de carretera entre Murias de Paredes y Montrondo encontramos estas feas siluetas.

Abandonamos la carretera para continuar por el antiguo camino, entre choperas, que comunica Murias con Montrondo.
Llegando a Montrondo.

Seguimos por la carretera hacia Montrondo dejando a la izquierda los pequeños edificios y canales de piedra de algunos molinos y a la derecha unas siluetas metálicas en una finca particular de búhos, gallos, etc de dudoso gusto. Enseguida la abandonamos por un camino a la izquierda que pasa entre prados y choperas cercados con murias de piedra hasta llegar a Montrondo. Los últimos rayos de sol ya se han ocultado y la menguante luz apenas nos deja hacer las últimas fotos.

Lorenzo Sánchez Velázquez



domingo, 5 de noviembre de 2017

Pico Canillín. Circular desde el Puente Pombayón

Salida y Llegada: Puente Pombayón (Concejos de Ponga y Amieva)
Distancia: 12,5 km
Duración: 7:00 h (sin contar paradas)
Subidas acumuladas: 1100 m
Altura Inicial: 250 m
Altura máxima: 1152 m
Fecha de realización: 28/X/2017
Dificultad: media-alta
Track de la ruta

Itinerario: Puente Pombayón – Puente Rilluengu o Rampión – Camín del Llacigón – Monte Cuebu – Arroyo de Redonda – Majada de Redonda – La Llera – Sedo de la Cruz del Pico – La Canga – La Llampa – Pico Canillín – Pozu l’Armada – Camín del Carbón – Monte del Teyéu – Llerimundi – Valderrañes – Rañes – Camín la Llorea el Beyu – Puente Pombayón.

Antes de que el actual trazado de la carretera N-625 permitiera el paso por el desfiladero de Los Beyos, los caminos antiguos comunicaban las aldeas de Amieva y Ponga. Caminos colgados sobre el abismo, armados y labrados en la roca, salvando verticales pedreros y canales que se precipitan sobre el Sella: Senda de la Verganza que sube a Casielles, la del Llacigón a Baeno, el Camín de la Llorea el Beyu que unía Ceneya con el Puente Pombayón, la del Cartero que sube a Biamón, la que lleva a la aldea abandonada de Rubriellos y más allá a la pradera colgada del Derrabáu, la que permitía subir a la aldea de Tolivia completamente en ruinas,… Es una pena que estos antiguos y bellos caminos, patrimonio etnográfico de los asturianos, estén tan abandonados y a la espera de que algún organismo público se decida restaurarlos y conservarlos. En esta ocasión aprovechamos la subida a la espectacular atalaya del Pico Canillín para recorrer algunos de ellos: subimos por el del Llacigón y bajamos, al otro lado, por el Camín del Carbón para regresar finalmente por el de La Llorea el Beyu en paralelo al río Sella.
Desvío hacia San Ignacio por el puente Pombayón. Foto tomada desde el aparcamiento.
En Cangas de Onís cogemos la carretera nacional que se dirige al puerto del Pontón y nada más pasar el Puente Pombayón (puente sobre el río Sella situado en el desvío hacia San Ignacio, en Ponga), aparcamos a la izquierda (hay sitio para dos o tres coches). En ese punto  finaliza el Camín de la Llorea aunque desde la posición de los coches no se aprecia su traza.
Hayas en el Monte Cuebu
La senda sube duramente por el Monte Cuebu

Comenzamos la ruta caminando unos 300 metros por la carretera en dirección a Puente Vidosa, al sur, aunque sin llegar al establecimiento hotelero en el que se han habilitados varias vías ferratas y puentes tibetanos. Pasamos por el Puente Rilluengu o Rampión sobre el Arroyo de Redonda desde donde vemos como se precipita formando una espectacular cascada cuando baja agua suficiente. Unos metros más adelante abandonamos la carretera para coger la senda que sube duramente por el Monte Cuebu asiento de un precioso hayedo; estamos en el Camín del Llacigón.
Llegando a la pequeña entalalladura que permite el paso a la Majada de Redonda
Puente sobre el Arroyo de Redonda
Superados los tramos más empinados, accedemos a una corta canal que permite superar un crestón y situarnos en el tramo intermedio del Arroyo de Redonda que cruzamos por un puente de hormigón. Al otro lado está la Majada de Redonda donde una cabaña se conserva en buen estado junto a los prados colgados sobre el desfiladero de Los Beyos.
Cabaña en buen estado en la Majada de Redonda
La marcada senda continúa la dura progresión internándose en un bosquete de labiérnagos (Phillyrea latifolia) donde da varias revueltas y, bastante arriba, cuando los arbustos desaparecen cerca los cantiles rocosos que cierran el valle, faldea la empinada ladera por canchales en los que la senda se difumina; son los pedreros de La Llera. Nos acercamos a un resalte rocoso que se supera mediante un tramo armado, la Sedo de la Cruz del Pico, algo cerrado por matas de avellanos. Hace dos años bajamos por aquí después de subir al Jucantu por el Derrabáu y la senda estaba más limpia; poco a poco los avellanos, las zarzas y las hierbas la van tapando, incluso en los canchales, la senda estaba bastante más marcada. El tramo más inclinado está protegido por grandes piedras y se supera con facilidad.
Superado el bosquete de labiérnagos nos dirigimos hacia los pedreros de La Llera. Vemos la imponente mole del pico Carriá
 Más adelante avanza casi llana y armada hasta salir del desfiladero a través de una rudimentaria empalizada que intenta evitar el paso del ganado hacia Los Beyos. Por encima se encuentran las dos cabañas de La Canga situadas en el extremo septentrional de las amplias majadas de Baeno a las que se accede normalmente por una pista que viene de la carretera entre Ceneya y Amieva a través del collado Ordés.
Foto tomada justo antes de salir del desfiladero de Los Beyos. Abajo se ve el valle del río Santangustia, la carretera que lleva a a San Juan de Beleño por el collado Llomena y la aldea de San Ignacio. Al fondo el Tiatordos y la Sierra de Camarrastrada (Pico Calderón de la Arena)
Cabañas de La Canga
Toca un breve descanso para disfrutar del hermoso paisaje. El profundo desfiladero de Los Beyos, cuyo fondo no se ve, queda como un profunda cicatriz; al otro lado y muy cerca, la gran mole del Carriá, hacia la izquierda (suroeste) Peña Salón, Peña Subes, Niajo y Pozalón… Mientras, aprovechamos para comer algo de fruta en compañía de unas vacas que, ávidas de sal, han confundido nuestras bosas de plástico con las que traen los ganaderos.
Las cabañas de La canga y al fondo Tiatordos, Calderón de la Arena y Carriá.
Reanudamos la marcha subiendo por encina de las cabañas y atravesando dos alambradas para alcanzar un marcado camino que viene de las Majadas de Baeno y se dirige al norte. Enseguida cruzamos otra alambrada que da acceso a un magnífico hayedo de árboles jóvenes y muy altos a punto de mostrarnos sus colores otoñales; magnífico paisaje en el límite de los concejos de Ponga y Amieva.
Camino ancho que viene de Baeno. Ya se ven las primeras hayas.
El hayedo limpio nos permite progresar con facilidad sorteando las rocas que salpican la ladera. En la zona alta los árboles desaparecen y enseguida alcanzamos el amplio collado de Los Cuchillones que se precipita al oeste por el desfiladero de Los Beyos, mientras que al este lo limita la pequeña peña de La Llampa. Nos encaramamos a su cima para disfrutar mejor de las vistas hacia el sur y el este: Cantu Cabronero, Valdepino, Jucantu se vislumbran entre las nubes, mientras que no hay rastro de Picos de Europa; una pena. Las vistas hacia el norte están limitadas por los árboles que cierran por el oeste el extenso hayedo que tapiza la ladera este del Canillín.
Por el hayedo
Altas hayas que miran al cielo
Bajamos del pequeño peñasco de La Llampa por la cara norte y continuamos en esa dirección más o menos por la arista que lleva al Canillín y a través de la zona alta del gran hayedo. Superado un primer montículo por la derecha, encontramos una senda que nos lleva por la ladera oriental pero pegados a la misma arista, hasta salir del hayedo.
Después de bajar La Llampa buscamos la senda por la parte alta del hayedo (ladera oriental) casi en la misma arista.
Después, continuamos por la occidental por un terreno mixto de piedra y hierba con mucha inclinación hacia el desfiladero hasta alcanzar la propia arista que nos lleva en unos pasos a la cima del Canillín. Aunque la inclinación de la ladera es mucha, el tránsito por esta zona no tiene ninguna complicación. Encontramos una cruz metálica a la que se le ha caído la placa identificativa y unas vistas impresionantes: estamos en uno de los balcones más impresionantes sobre Los Beyos.
La ladera occidental que vierte con mucha inclinación hacia Los Beyos está pelada y contrasta con la oriental.
Antecima del pico Canillín.
Haciendo fotos en el pico Canillín.
Como el día es espléndido y las vistas hacia el norte y el oeste son buenas nos quedamos más de una hora para reponer fuerzas, disfrutar del hermoso paisaje y hacer tiempo confiando que desparezcan las nubes que nos tapan el sur (Cantu Cabronero, Valdepino, Jucantu, Niajo, Peña Subes, Ten y Pileñes, etc) y el este (Picos de Europa). Después de comer, aun nos demoramos un buen rato para obtener como recompensa la apertura de algunos claros que nos permitieron ver algo de los Picos de Europa.
Vista norte desde el Pico Canillín.
Vista hacia el norte desde el Pico Canillín: Valle del Sella con las aldeas de Vega de Cien y Cien
Picos Carriá y Robre; a la derecha, por detrás, Pico Pierzu. Desde el Canillín
Picos Priniello y Los Redondos desde el Canillín. Abajo se ven los prados de Amieva, que queda fuera de la foto.
Esto es lo que pudimos ver de Picos de Europa. Peña Santa y el Torco se confunden al estar alineados.
Desandamos un corto tramo de la arista hasta el primer colladín donde nos escoramos al este para descender y bordear por la izquierda el jou del Pozu l’Armada salpicado de hayas; al otro lado hay un jito. El siguiente jou lo rodeamos en parte también por la izquierda y descendemos al fondo donde encontramos las primeras armaduras del Camín del Carbón. A partir de aquí la traza del camino es clara; además, hay hitos y algunas marcas de pintura.
Bajando al Pozu l'Armada
Primero desciende por una vaguada con orientación noreste en medio del hayedo; las muchas hojas caídas casi lo tapan pero su traza es evidente. Después vira al noroeste para encaminarse hacia las verticales peñas de la ladera oriental del Canillín. Para salvarlas, el camino se asienta en buenas armaduras o está tallado en la roca y, aunque a veces es algo estrecho, se camina bien y no presenta ninguna dificultad; algunos árboles caídos le dan un aire aún más agreste. Toda esta empinada ladera es asiento del precioso hayedo de Monte Teyéu y, parece ser, que este camino sirvió para bajar el carbón vegetal producido en estos bellos montes.
Estamos en el Camín del Carbón dirigiéndonos a los contrafuertes rocosos
El camino baja colgado con fuerte inclinación hacia el este.
Algunos troncos caídos interrumpen el paso. La senda es más estrecha de lo que aparenta en la foto y la inclinación hacia la izquierda mucho mayor.
 Una cerrada curva a la derecha y un par de cortas revueltas nos orientan hacia el sureste hasta una zona con menor inclinación y donde el camino casi se pierde. En este tramo hay que prestar atención a los escasos jitos, quizás sea la de peor tránsito. Al llegar a una amplia vaguada (hay pocos hitos), siempre en medio del hayedo, debemos bajar casi de frente hasta enlazar más abajo con el camino antiguo (seguro que su traza original en esta zona daba algunas revueltas, hoy perdidas, para permitir un descenso más sencillo). Retomado el camino, el resto se sigue con facilidad hasta alcanzar los prados de Llerimundi donde enlazamos, después de cruzar una portilla metálica, con la pista que viene del collado Ordés.
Este es el camino que pasa por encima de los prados de Llerimundi
Poco más de 100 metros bajamos por la pista. En la primera curva cerrada a la derecha la abandonamos para seguir por otro camino de menor porte en el límite entre los prados, que quedan a la derecha, y el bosque. Después de un kilómetro de llano y apacible paseo, disfrutando de unas espléndidas panorámicas de las cabañas de Llerimundi, desembocamos en la pista (realmente es un ramal de la que sube a Ordés) que viene de la carretera entre Ceneya y Amieva.
Prados y cabañas en Llerimundi. Por detrás vemos el Pico Abogueru y a la derecha, en parte tapada por el árbol, la adea de Amieva.
Vamos a bajar por el perdido valle de Valderrañes. Apenas pisamos la nueva pista, la abandonamos para seguir una senda bastante perdida entre la exuberante vegetación tanto arbórea con de menor porte; al principio por un prado, y enseguida por el fondo del citado valle, entre avellanos, helechos, zarzas y espinos, buscando siempre los pasos menos invadidos por la maleza. Llegamos a las primeras cabañas de Rañes situadas al lado de un feo pilón sin agua. Por no meternos en los prados cerrados con alambre de espino, bajamos por la senda que ahora tiene mejor traza hasta llegar a las cabañas de Rañes en uso aunque un poco destartaladas.
Llegando a Rañes encontramos esta fea fuente.

Cabaña en uso en la majada de Rañes.
De aquí sale una pista amplia que baja a la carretera nacional justo en el arranque del desfiladero de Los Beyos. Podríamos bajar ella y caminar por la carretera un par de kilómetros hasta el Puente Pombayón, pero sabemos que aún se puede transitar por el camino antiguo que comunicaba Ceneya con el citado puente antes de construirse la actual carretera por el desfiladero; el Camín de La Llorea el Beyu. Y, aunque no lo conocemos, también sabemos de su precariedad y dificultoso acceso. A pesar de todo esto y de que la tarde está avanzada y quedan sólo dos horas de luz, decidimos intentarlo. Fue un gran acierto y uno de los platos fuertes de la jornada.
Después de superar algunos zarzales, bloques de piedra musgosos y matas de avellanos, encontramos las primeras armaduras del Camín de la Llorea.
Disponíamos de un track para encontrarlo y, siguiéndolo, abandonamos la pista en la primera curva a la derecha para subir por un prado. Al otro lado surgió una sendilla que avanzaba, aparentemente, en la buena dirección. Pero como el GPS nos mandaba aún más arriba, hicimos caso al aparato (no estoy seguro si esa senda comunica o no con el de La Llorea) subiendo por otro prado. Hacia la mitad viramos a la derecha entre helechos y zarzales para adentrarnos en un bosquete mixto de ribera y avellanos por donde baja un regato seco relleno con grandes bloques de piedra cubiertos de musgo seco (si estuviera húmedo sería peligroso por los agujeros entre los bloques). Al otro lado del regato avanzamos unos metros entre avellanos que casi nos cierran el paso hasta alcanzar las verticales peñas donde encontramos las primeras armaduras del sendero que estamos buscando.
Puente de madera que aún aguanta el paso. Cuando este puente se caiga el camino será intransitable.
Con buenas armaduras en muchos tramos, sobre todo hacia el final, aguantando el paso del tiempo y la falta de mantenimiento, labrado en la piedra en otros tramos, con un precario puente de madera, con zonas invadidas por la vegetación, con otros tramos en los que el armazón se ha venido abajo y apenas queda una senda colgada, cruzando varios pedreros, todo esto nos ofrece el Camín de la Llorea. Avanza en paralelo a la carretera y al río Sella, colgado sobre el desfiladero, pero bastantes metros por encima y, al caminar por él, hay que mantener la atención; no es apto para quienes estén poco acostumbrados a este tipo de sendas.
En esta zona las armaduras soportan bien el paso del tiempo. Abajo, la carretera.
Otra imagen el Camín de la Llorea

En este punto el camino se ha caído y para seguirlo al otro lado hay que hacer una fácil trepada. No es tan complicado como aparenta la foto.

Breve repisa labrada en la roca; hay que tener especial cuidado.
En tres puntos hay que prestar especial atención. Al principio, al cruzar por el rudimentario puente de madera sobre el abismo. No entraña ninguna dificultad y, mientras el puente aguante, el camino se puede hacer. Hacia la mitad hay un tramo corto en el que el camino se ha venido abajo y hay que hacer una corta y fácil trepada para recuperarlo más arriba; hay buenos agarres y la zona no es de las más inclinadas. Más adelante hay una estrecha y corta repisa labrada en la roca sobre el abismo; son solo dos pasos sin complicación. Como dije antes, el último tramo presenta un estado de conservación excelente; perfecta traza y firmes armaduras.
 
De nuevo vemos el camino con su buen armazón por encima de la carretera. Es algo más estrecho de lo que aparenta en la foto.

Vista hacia atrás de otro tramo armado del camino. Aquí ya ha comenzado el descenso hacia el Puente Pombayón.

A la vista del Puente Pombayón, el camino tiene hierbas, pero se camina bien por él.
Cuando tenemos a la vista el puente de Pombayón, el camino da unas revueltas para perder altura. Después avanza casi llano por encima de la carrera y, aunque se puede bajar a la altura del puente, continuamos unos metros más hasta casi tocar los cables y alambradas colocadas en un pedrero para evitar desprendimientos. Allí mismo tenemos aparcado el coche y, cuando llegamos, la tarde está tocando a su fin.

Lorenzo Sánchez Velázquez