viernes, 28 de febrero de 2014

Las Airúas, Cotachai y Ruta "Les Xanes"

Datos de la ruta:
Salida y llegada: Circular desde el área recreativa de Buyera, en la "Senda del Oso"
Distancia:  17,2 km
Perfil de la ruta
Duración: 6:00 horas (sin paradas)
Altura máxima: 1019 m (en el pico Catachai)
Subidas acumuladas: 1020 m
Dificultad:baja
Fecha de realización: 18/I/2014
Track de la ruta




Mapa de la ruta


Descripción de la ruta:
Subiendo por la foz de Picarós
             El área recreativa de Buyera se encuentra en la AS-228  entre Villanueva de Santo Adriano y Proaza, justo al lado del cercado osero y de la conocida “Senda del Oso”. Tiene un gran aparcamiento donde dejamos el vehículo. Tomamos la “senda” a la derecha, en dirección sur, pasando al lado del cercado osero y de las instalaciones más modernas, al otro lado del camino, donde vemos a los famosos osos Paca, Tola y Furaco.

            Justo donde acaba el cercado hay una plataforma construida al otro lado del camino para mejorar la visión de los osos. Allí mismo, sin cruzar el arroyo, abandonamos el camino y nos acercamos a la misma puerta de entrada al cercado. A su derecha, sin que lo hubiésemos esperado, aparece el precioso camino empedrado que permitía antiguamente a los habitantes de Serandi bajar a Proaza. Las lluvias de la noche anterior lo han dejado mojado y resbaladizo. Cruzamos la preciosa y corta foz de Picarós ganando rápidamente altura entre prados y bosquetes de castaños y avellanos. Después de caminar unos 2,5 km, venciendo un desnivel de 250 metros, llegamos a la aldea de Serandi con magníficos hórreos y casas arregladas. Seguimos el ascenso por sus empinadas calles, para dirigirnos a la zona más alta, donde nos espera un camino hormigonado que se dirige al norte y es continuación de la carretera que aquí finaliza proveniente de Villamejìn y Proaza.
Mazorcas secándose en Serandi
            Entre prados y cabañas, como las Curuello, la pista continúa hacia el norte para finalizar en la de Don Fernando (670 m). Desde aquí sigue el antiguo camino de tierra que da una amplia curva a la derecha y un quiebro brusco a la izquierda para mantenerse hacia el norte y alcanzar unos prados cerca del profundo tajo excavado por el arroyo de “Las Xanas”. Otro viraje brusco a la derecha nos encaminaría hacia La Guariza alejándonos del imponente barranco sin llegar a verlo. Por eso abandonamos el buen discurrir del camino principal y, campo a través, seguimos hacia el norte hasta el borde mismo del abismo. Como las primeras vistas del desfiladero y de la senda de “Las Xanas” colgada sobre él, no son todo lo buenas que esperamos, continuamos en paralelo cruzando algunos muros de piedra con alambre de espino hasta obtener una mejor perspectiva desde una cota más alta. Tan profunda y estrecha es la foz que no se ve el fondo. Sí, en cambio, la senda que a media ladera se excavó a mediados del siglo XX en la roca para que los aldeanos de Dosando, Pedroveya y la Rebollá bajaran a Villanueva de Santo Adriano. Se trata de la hermosísima senda de “Las Xanas”.
Buzón de cumbres en Las Airúas
            Después de disfrutar de estas hermosas vistas, continuamos campo a través, buscando la convergencia con el camino que abandonamos antes. Dejamos un pequeño monte (pico Serandi), y la cabaña de La Guariza, a la izquierda, para retomar el camino después de cruzar una pequeña cresta caliza. El camino bueno, tapizado de hierba, nos lleva al gran prado y cabaña de Navariega. Pasa entre otros dos prados para desembocar en una vallecito en la falda de la Sierra de Serandi que, en todo momento, tenemos a la izquierda. El camino se dirige hacia el sur para alcanzar el evidente collado que permite superar la sierra. Llegando al collado encontramos los restos de algunas cabañas que daban servicio a unos grandes prados de altura, hoy día en ruinas. La vista, desde él, se extiende hacia el este: abajo el amplio collado de la Canal Seca; al otro lado, la muralla de la Sierra del Aramo. Caminamdo unos metros, a la derecha, alcanzamos las peñas de la cima del pico Las Airúas (ese es el nombre que figura en esta zona en los mapas topográficos) con facilidad y que no tiene ningún signo distintivo. Sólo encontramos un pequeño belén de cumbres, sin Niño Jesús, al cobijo de una peña. La vista al este queda limitada, como ya dijimos, por el Aramo, aunque por delante veremos la modesta peña del pico Cotachai, nuestro próximo objetivo. Al sur la Sierra de Tene (Airúa Naval) y  un poco más lejos la de Caranga. Al oeste la Sierra de Yernes y Tameza y, al fondo, parte del cordal de La Mesa.
Cotachai desde la Canal Seca
            Volvemos al collado y continuamos el descenso por la herbosa ladera este. Entre manchas de cotoyas alcanzamos el gran collado herboso de la Canal Seca, donde se asientan grandes y buenos prados, aún en uso. Tiene abundante cabaña ganadera y es paso obligado en el camino antiguo entre Bermiego y Pedroveya por donde hoy discurre un tramo de la GR 106 “Ruta de San Mechor”. Separa también los concejos de Proaza y Quirós. Cruzamos los prados del collado y remontamos la otra ladera (dirección este) para pasar entre la afilada peña del Cotacahi (por este nombre se conoce en los mapas topográficos; en cambio, en las ortofotos, figura con el nombre de Airúas), a la derecha, y Entrecuetos, a la izquierda. Después de este nuevo ascenso llegamos a otra gran pradera cuyo límite oriental es la propia sierra del Aramo. Rodeamos el Cotachai hasta la altura de la magnífica cabaña de piedra labrada y techo en falsa bóveda, cubierta de tierra por arriba (Cabaña Buxana), para emprender la dura subida a la peña. Son pocos metros de desnivel. Nos ayuda un sendero, apenas perceptible, que supera los resaltes rocosos, entreverados de maleza, hasta alcanzar unos molestos arbustos que dan paso a la cima. Las vistas idénticas a las descritas desde Las Airúas. Tampoco tiene esta cima ninguna distinción, ni buzón de montaña, ni vértice geodésico.
Cabaña Buxana y el Cotachai, al fondo
            Bajamos por la misma senda hasta la Cabaña Buxana donde nos detenemos para admirar su magnífica factura. Volvemos a la Canal Seca y continuamos la ruta virando al norte, siguiendo las marcas de los GGRR “Ruta de San Mechor” y “Ruta de las Reliquias”. En poco más de un kilómetro, el ancho camino, nos deja en la aldea quirosana de La Rebollá, a la vista de Pedroveya, al otro lado del valle. Tiene casas arregladas con piedra bien labrada. Lo cruzamos, evitando la carretera que lleva a Pedroveya, y continuamos por un camino, hacia el norte, en paralelo al arroyo La Boya o río La Gallinera que baja a nuestra derecha. En otro kilómetro de fuerte descenso desembocamos en la conocida ruta de “Las Xanas” a la altura del arroyo del mismo nombre. Seguimos la concurrida senda aguas abajo. Primero por su margen izquierda, para, enseguida, cruzar por un puente de madera a la margen derecha. El arroyo se precipita pronto en el abismo y la senda labrada en la roca discurre asomándose a él. El suave descenso en medio de la espectacular foz merece la pena repetirla todas las veces que sea necesario. Tuvimos la suerte de no cruzarnos con ningún “turista” pues el día de invierno no era apacible y había previsión de lluvia y mal tiempo.
Casas en La Rebollá
            Son casi tres kilómetros colgados en las verticales paredes calizas, con algún corto túnel. Después del primer tramo, entre paredes verticales, el camino se abre a una empinada ladera herbosa que continúa hacia el fondo del barranco. Nos encontramos enfrente del mirador al que nos asomamos por la mañana desde la otra orilla. Vemos las altas y verticales peñas que nos sirvieron de atalaya. En este tramo se ve el fondo del barranco. Más adelante, el sendero, otra vez labrado en la roca, acomete una amplia curva siguiendo el trazado del crestón calizo que se precipita sobre el arroyo. Superado éste y otros tres más pequeños, la senda nos lleva al norte para desembocar finalmente en la carretera que sube hastaTenebréu, Llavares y Dosango. Esta carretera lleva, más allá, a las aldeas cercanas al embalse de los Afilorios. En este punto, que es donde se inicia la “Ruta de las Xanas”, hay un cartel indicador.

Por la ruta "Les Xanes"
            Bajamos por la carretera unos metros hasta el aparcamiento y área recreativa de “Las Xanas”. Alcanzada la AS-228, la cruzamos llegando a Villanueva, capital del concejo de Santo Adriano. Bien conservado, con hórreos y varios establecimientos hoteleros, restaurantes y sidrerías. Cruzamos el río Trubia por el puente medieval siguiendo la “Senda del Oso”. El camino, asfaltado a veces y hormigonado otras, nos lleva a las afueras donde se encuentra la iglesia de San Román de buen porte. En ese punto, la senda descruza el río por un moderno puente peatonal realizado para dar servicio a la citada senda  y continúa, casi otro kilómetro en llano, hasta regresar al área recreativa de Buyera, en el límite con el concejo de Proaza.


Lorenzo Sánchez Velázquez

martes, 25 de febrero de 2014

Sierra de la Canalina. Circular desde Belerda.

Datos de la ruta:
Salida y llegada: circular desde Belerda (640 m) en concejo de Caso
Perfil de la ruta
Distancia:  16 km
Duración: 5:00 horas (sin paradas)
Altura máxima: 1711 m (en Becerrera de Atambos)
Subidas acumuladas: 1180 m
Dificultad: media
Fecha de realización: 11/I/2014
Track de la ruta

Mapa de la ruta


Nota: en el libro “Recorriendo las montañas de Asturias II”, describí una ruta circular para recorrer la Sierra de la Canalina, saliendo de la localidad casina de La Felguerina en la ladera occidental de la sierra. Las fotografías panorámicas que acompañan el texto muestran unos paisajes espectaculares de y desde esta desconocida atalaya del Parque Natural de Redes. En esta entrada del Blog quiero complementar el libro con otro recorrido de la sierra pero ahora accediendo a sus cimas desde Belerda, por su vertiente oriental. 
 






 Descripción:

 
Casas en Belerda
          
La aldea casina de Belerda, donde comienza esta ruta, tiene unos magníficos hórreos, paneras y casas antiguas, no solariegas pero bien conservadas, así como una capilla dedicada a la Virgen de la Ascensión, que forman un magnífico conjunto etnográfico. Está a unos 500 m de Soto de Caso siguiendo una carretera llana en buen estado. A la entrada del pueblo hay un aparcamiento.
Atambos, Peña Gaín y Laverde, desde Llin de la Gobia

          Comenzamos a caminar por la calle principal, continuación de la carretera, para dejarla enseguida por el primer camino que sale a la izquierda. Al poco, en la primera revuelta también a la izquierda, que vira al este, encontramos una desviación (en realidad sigue de frente) que lleva a la majada de Pandefresnu. Seguimos por el camino principal. En suave ascenso, continúa rodeando el boscoso monte de La Mota, el más oriental de la sierra de La Canalina. En medio del frondoso castañal discurre el ancho camino de tierra virando al sur a la altura de la majada Cuestancia, para pasar a continuación por las de La Corona y La Gobia, y  virar definitivamente hacia el suroeste a la altura de la majada Tabláu. Se trata del camino llamado Llin de la Gobia. En los siguientes 2 kilómetros el camino llanea pasando por las de Bories, Ducentes, Porciles (al lado está la fuente del mismo nombre), Roces y Vallines, permitiéndonos disfrutar al frente, entre los castaños y robles, de las escarpadas peñas de Becerrera de Atambos, Peña Gaín y Laverde. Entre las dos últimas majadas, en un recodo del camino, cruzamos la riega de Xistra. A la izquierda, el fondo del valle es el asiento del arroyo Vallines que cede sus aguas al río Monasterio (que viene de Brañagallones) a la altura de la majada Tabláu.
Llegando a la majada La Cabritera
            Poco después de pasar al lado de la última de las majadas antes enumeradas, cruzamos el arroyo, dando una revuelta a la izquierda y poco más adelante otra a la derecha. El camino, ahora sí, se empina y pasa por Les Campes. Más adelante dejamos a la izquierda un gran prado cercado, antes de llegar a la majada del Gavilán, justo donde termina la pista de tierra. Seguimos por un sendero en paralelo al arroyo por su margen derecha para cruzarlo enseguida. Al poco la senda se divide en dos: una que lo descruza y continúa hacia el este dando un amplio rodeo por los Verdes de Ruanzo para subir primero a un collado y bajar, al otro lado, a la majada de La Cabritera. La otra, que seguimos, mantiene la dirección suroeste, al lado del arroyo por su margen izquierdo, atraviesa una corta foz subiendo después a los amplios prados de altura, donde se sitúa, en la zona alta, a los pies de las verticales crestas de Brañapiñueli, la hermosa majada de La Cabritera. Creo que sólo queda una cabaña en pie, pero el paraje es sumamente hermoso: la gran cresta caliza que impide el paso hacia el sur, el alto de la Cabritera entre la gran peña de Brañapiñueli y la Horcadina, se encuentra a la izquierda. Hacia el oeste el amplio valle está cerrado por la Becerrera de Atambos y, entre ésta y el crestón antes aludido, vemos la amplia collada de Atambos. Desde la majada de El Gavilán hasta La Cabritera hemos recorrido poco más de un kilómetro con un ascenso de 300 metros. Ahora nos encaminamos al oeste, hacia la collada de Atambos, por un empinado sendero que nos hace subir otros 200 metros en el siguiente kilómetro.
Alto de La Cabritera
            En todo este recorrido las grandes montañas de Redes han ido emergiendo a nuestra espalda: Campigüeños, Tiatordos y Maciédome por detrás de Requexón y La Senda. A la altura del collado veremos los de Ponga (Recuencu y Colláu Zorro, Pileñes y Ten) y los Picos de Europa. El collado nos abre la vista hacia el oeste: Cortegueron, Peña Tabierna, Muezca, Retriñón, La Frayada, Riegos y Cuyargayos. Las Ubiñas y el Aramo más atrás. En la collada viramos hacia el norte para acometer la corta subida a la peña Atambos por una senda apenas perceptible que alcanza primero la cresta y enseguida la propia cima, donde hay un buzón de montaña que es una lámpara minera. Las vistas ya descritas se acrecientan. Si hemos subida a la peña por la ladera sur, ahora la descendemos por el este, para seguir la senda que traíamos desde el collado en dirección norte y descender, después, a la Collá de Zampudia. La senda sigue manteniendo la dirección norte para ascender a Visu la Grande o Laverde donde no hay buzón de montaña y sí un vértice geodésico.
Vistas del Campigüeños y el Tiatordos
            Una vez disfrutado del hermoso paisaje y de las viandas propias de la hora, descendemos por la ladera norte, siguiendo la senda entre monte bajo que facilita el descenso al asegurar mejor la pisada. Pasa por una afilada y corta cresta hasta dejarnos en el collado de La Xistra que separa  Laverde del pico el Cuervo, al que ya subimos hace unos años y esta vez no.
Peña Tabierna, Muezca y Retriñón. Por delante Cabeza de Arco
Sierras de Brañapiñueli, por delante, y Corteguero, detrás.

                Toca descender por una senda que mantiene la dirección norte y faldea el pico Cuervo por su ladera occidental. En una primera zona el sendero discurre entre matorral bajo, después alcanza un bosquete y una pradera ya en desuso, antes de llegar al collado La Collaína. Aquí enlazamos con una pista ancha que discurre entre Belerda y La Felguerina. Hacia la izquierda salen dos ramales: uno lleva a la majada La Gallera y otro a la aldea de La Felguerina pasando por otras brañas intermedias. Nosotros seguimos la pista a la derecha, hacia el este, en continuo y suave descenso. Alternando el bosque con los prados pasamos por las majadas de Villanueva, La Llera, Los Cererales y El Montés para alcanzar Belerda después de otros 4 kilómetros desde el collado. La magnífica y bien conservada aldea nos recibe con más bullicio del que esperamos: el fin de semana atrae a residentes antiguos y foráneos que acuden aquí para disfrutar del encanto de este rincón casino que ha sabido preservar lo antiguo, arreglar lo viejo y construir lo nuevo manteniendo su identidad. En el mismo pueblo cruzamos el arroyo Quixaorio continuando por la calle principal hasta el estacionamiento donde comenzamos por la mañana esta espectacular ruta de montaña.



Lorenzo Sánchez Velázquez

domingo, 23 de febrero de 2014

Sierra de Longalendo. Picos Pandoto, Cueto Orgosa y Culladiella

Datos de la ruta:
Salida y llegada: Salida de Moreda y llegada en Oyanco, en el concejo de Aller
Distancia:  19,6 km
Duración: 6:00 horas (sin paradas)
Altura máxima: 1105 m (en Pico Culladiella o Navaliego)
Subidas acumuladas: 1380 m
Dificultad: media
Fecha de realización: 2/II/2014
Track de la ruta


Mapa de la ruta

Descripción de la ruta:
             Hace un mes, en una ruta mañanera, subimos a los picos Culladiella (Navaliego) y Grandes del Cordal de Longalendo situado entre los valles de Turón y Aller. Tocaba ahora recorrer el resto de la sierra siguiendo su línea de cumbres.

 
Moreda desde la subida a Moreda de Arriba.
          
Llegamos a Moreda por la AS-112, después salirnos en el semáforo situado en la propia carretera y cruzar el puente sobre el río Aller. Aparcamos en una de las calles cercanas a la plaza principal. Desde la misma plaza comenzamos a caminar por la calle que deja la iglesia a la izquierda hasta llegar a la antigua carretera que cruzaba el pueblo antes de hacer la ronda. La seguimos unos 100 metros hacia la izquierda hasta dar con un estrecho callejón, a la derecha, que sube, entre tapias y prados, al barrio de Moreda de Arriba. Aquí nos encontramos con la carretera AE-1, que seguimos a la izquierda en ascenso, dando una amplia revuelta a la izquierda. Caminamos por ella unos 250 m y la dejamos al final de la gran revuelta, justo donde encontremos el primer prado a la derecha. Vamos buscando el antiguo camino que sube aún hasta Reyán para evitar el asfalto y los rodeos de la carretera. Al abandonarla, tomamos un camino a la derecha que deja el citado prado a la izquierda. Al terminar el prado, nos desviamos a la izquierda siguiendo su muro y mantenemos esa dirección norte, cruzando entre dos casas y en fuerte ascenso. El camino ya de tierra y piedra vira más arriba a la derecha para acceder a la aldea de Reyán. Hasta aquí hemos subido 200 metros (150 desde Moreda de Arriba). Cruzamos la aldea siguiendo una calle asfaltada en dirección noreste, obviando la carretera que llega desde Moreda (que encontramos a la izquierda). El camino asfaltado llega hasta las casas de Collada, quedando a partir de aquí como pista de tierra.
Sierra de Longalendo, desde el pico Pandoto
            Después de Reyán, la pista nos lleva entre bosques, cabañas (al principio arregladas y habitadas, hacia el final en ruinas) y prados. Cuatro revueltas nos permiten ganar altura para situarnos en la Llana del Cordal, donde sale un ramal a la derecha que evitamos. Continuamos, casi en llano, dejando a la izquierda prados y cabañas y a la derecha el monte bajo invadido de por la punzante cotoya (tojo).  Después del desvío a la derecha antes aludido, caminamos unos 600 metros, hasta el punto donde el camino comienza el descenso. Estamos en el punto más cercano a la cresta del cordal. Lo abandonamos buscando un sendero, entre los tojos y helechos, que nos permita remontar los escasos metros que nos separan de la Collada la Casona, en lo alto del Cordal.
Cabaña en la majada Espines
            Alcanzada la cuerda de la sierra, la vista se abre hacia el norte donde se ubica el valle de Turón y la Sierra de Urbiés al otro lado. La de Navaliego queda cerrando el valle por el este y, por encima, nos encontramos con Peñamayor. Estamos a 857 metros de altura y aún nos quedan otros 200 para alcanzar la cima del Pandoto (1067 m), la primera de las cimas que hoy vamos a subir. Un sendero sigue, en esta zona, la cima del cordal y nos ayuda en la subida a esta cima coronada por un hórreo que hace las veces de buzón de montaña. La vista se extiende al resto de la sierra, que recorreremos hacia el este. También vemos Peña Mea, el Retriñón y el Torres en las direcciones este y sur.  Descendemos por la ladera este, siguiendo el sendero y rodeamos el cercano Mediodía por la derecha sin ascender los escasos 20 metros que nos separan de su cima. La idea es seguir el cordal lo más lejos posible, teniendo en cuenta que el segundo vehículo lo dejamos en Oyanco.
     
Sierra de Navaliego (Cuetu Ventosu y Burra Blanca)
      
Una vez rodeado el Mediodía, el sendero se pierde entre la maleza de espinos y cotoyas. Aun así alcanzamos el pequeño collado de La Muezca (1007 m). Para ascender al siguiente montículo buscamos sendas de animales entre la maleza. La subsiguiente bajada nos encamina hacia un prado cercado que rodeamos por la derecha para llegar a un ancho camino que pasa al lado de la cerca. El camino finaliza en la portilla de otro prado (Espines de Can). La saltamos y continuamos por la verde alfombra hasta el otro lado. Otro salto de la pared de piedra con un hilo de alambre de espino por arriba y nos encontramos en una loma tapizada helechos. Cruzamos otro par de prados semiabandonados hasta situarnos cerca de la cima del Cueto Orgosa. Remontamos los escasos metros que nos separan de ella y la coronamos sin encontrar ningún distintivo o marca. En el fuerte descenso por la ladera este, encontramos un sendero que se introduce en el pinar que cubre toda la ladera norte del monte. Al final del bosque encontramos el prado de Llamargón que cruzamos, siguiendo, después, el descenso por donde mejor podemos, rodeando además un pequeño crestón rocoso. Podemos desviarnos a la derecha para rodear la cerca del prado El Cabrisnu y llegar a la fuente Espines. Pero esto requeriría perder bastante altura. Decidimos rodear el prado por la izquierda. Algo alejado de la muria del prado, casi inaccesible por la densa maleza que la rodea, encontramos un breve sendero. La senda vira hacia el norte y nos deja en la pista que recorre la sierra por la vertiente turonesa. Estamos en la collada Espines. Dejando el prado a la derecha, abandonamos la pista casi sin pisarla, para continuar rodeándolo por senda casi perdida (en algún momento nos pasamos al prado para continuar el rodeo por su interior).
Peña Mea desde La Culladiella
            Comenzamos la subida al cerro Gumial. Podemos avanzar por el límite del pinar como hicimos el mes pasado o continuar por una senda que lo rodea sin subir a él. Decidimos continuamos por el sendero en paralelo a la muria del prado, rodeando el cerro por la derecha. Una vez pasado, nos encontramos con el siguiente crestón de mayor entidad. Para cruzarlo no nos queda más remedio que subir casi hasta la cima del cordal para encontrar el sendero que lo supera. Continuamos casi en llano hasta una peña que rodeamos por la derecha descendiendo unos metros. Habría sido mucho mejor encaramarnos en la cresta del cordal a partir del collado Espines y continuar siempre por ella hasta descender, después del segundo crestón, al collado Las Cruces donde se encuentra un gran prado en buen uso en cuya puerta convergen dos pistas. Pasando al lado de la puerta, y dejándolas a la derecha, continuamos la siguiente ascensión, sin sendero ni camino hasta alcanzar la cima del Navaliego o Culladiella. Las vistas son las mismas que las descritas antes, aunque Peña Mea, Tiatordos, Retriñón y Torres los tenemos ahora más cerca. También ofrece buenas vistas el resto del cordal hacia el este: Cueto Ventoso y Burra Blanca. (para más información haz clic aquí)
            Descendemos por la ladera este donde encontramos un crestón que sirve de cierre a una finca cuidada que desciende hasta el collado Cabéu. Al cobijo de las peñas comemos disfrutando de unas maravillosas vistas hacia el sur y el este. No así hacia occidente, impedidas por la ladera de la propia montaña que nos sirve de cortavientos.
Torres, Toneo y  Sierra de Ajo
Reemprendemos el camino rodeando el pico por su ladera sur hasta alcanzar de nuevo con el collado Las Cruces, pasando al lado de la puerta del magnífico prado. Una pequeña subida para seguir la cuerda de la sierra y el siguiente descenso, nos permiten superar los crestones rocosos antes citados, ahora por arriba. Vemos unos prados en la ladera sur, y hacia ellos nos dirigimos campo a través. Al llegar comprobamos que el camino que transita entre dos de ellos está cerrado por la maleza por lo que debemos atravesar el más alto para alcanzar, a la salida, una pista que seguimos un tramo hacia la izquierda. Enseguida la abandonamos por otra que sale a la derecha y nos deja en la fuente-abrevadero Espines. De allí sale otra pista hacia el sur en descenso que seguimos unos metros, la dejamos por otro camino a la derecha que llanea hacia el oeste entre dos prados. Cuando finaliza el de la izquierda, abandonamos el camino y seguimos por una senda en paralelo a la pared occidental del prado, que a su vez lleva la dirección de una riega. La senda continúa en paralelo a la riega, para transformarse más abajo en camino que, durante un corto tramo, confluye con la riega y encontramos inundado, hasta que finalmente nos deja en la aldea de Arteos. Este tramos desde la fuente Espines hasta Arteos subimos el mes pasado, como explicamos en otra entrada de este blog.
Llegando a la aldea de Roza. Pico Renorios al fondo.
Por la carretera hormigonada continuamos hasta el cruce con la carretera que sube a la pequeña aldea de Roza. Podríamos seguir el descenso hasta El Pueblo, y después, por la carretera hasta Oyanco. Son varios kilómetros de carretera y, como preferimos los caminos y senderos de tierra, tomamos el cruce a la derecha que nos sube hasta Roza. Aquí finaliza el tramo de hormigón.  La pista, continuación de la carretera, sale a la derecha (noreste) y gira bruscamente a la izquierda (hacia el suroeste) para ganar altura, pasando por encima de la aldea, hasta alcanzar el lomo de la sierra en la zona conocida como El Vescón. A continuación bordea el lomo de la sierra virando primero al noroeste y después hacia el sur. Pasa más adelante por las cabañas y casas de El Confurcu y Cambrosio y, manteniendo esta dirección en continuo descenso, hasta otras cabañas ¿Las Tercias? Aquí, hormigonada, da dos revueltas, perdiendo rápidamente altura en una zona muy inclinada conocida como La Cuesta. Otro giro brusco a la derecha y una amplia revuelta hacia la izquierda nos conducen a la localidad de Oyanco sobre la AS-112, donde finaliza esta magnífica excursión.

Lorenzo Sánchez Velázquez

sábado, 22 de febrero de 2014

Senda Norte: Desde Arnao hasta San Juan de la Arena

Datos de la ruta:
Salida y llegada: Travesía entre Arnao y San Juan de la Arena (concejos de Castrillón y Soto del Barco)
Distancia: 21,5 km
Perfil de la ruta
Duración: 5:00 horas (sin paradas)
Altura máxima: 122 m (en Ranón)
Subidas acumuladas: 540 m
Dificultad: baja (aunque el mal tiempo la complicó)
Fecha de realización: 8 de febrero de 2014
Track de la ruta 


Mapa: Tramo Arnao - Cabo Vidrias

Playa de Arnao
Descripción:
           El día prometía grandes emociones. Viento, lluvia, frío, granizo y una mar encrespada se habían conjurado contra los intrépidos voluntarios. Hubo sacrificios propiciatorios para atemperar a los dioses, pero ni Júpiter como rey del Olimpo y dios de lluvia y el rayo, ni el tridente de Neptuno, atendieron a las súplicas, quizás porque el lugar (el bar de una gasolinera de Salinas) no era el propicio para estos menesteres. La espera, sin embargo, fue oportuna para el engaño: sus deidades les hicieron creer que su advocación había dado resultado, porque, nada más salir de la gasolinera, un sol radiante, apenas interrumpido por veloces nubarrones, inundó el aparcamiento.
Sta Mª del Mar, al fondo.
          Tres coches aquí, en Arnao, y otro acullá, en San Juan de la Arena, donde esperaban llegar, y en efecto llegaron, no sin antes vencer a los elementos, no como Felipe II que destrozó la Invencible allá en la pérfida Albión. Primer clic de foto: playa pedregosa de Arnao. Después, duro ascenso. ¡Ya empezamos!, si lo sé no vengo, dijo alguien .Y lo que te espera, contestó otro. En el subsiguiente descenso, buenas vistas de Santa María del Mar: playa, chalecitos, camping inundado de caravanas con y sin auto. Así a lo tonto, ya van 2 kilómetros.
Playa de Munielles y río Monticiello.
          Las hostilidades las inició Eolo: agárrense los sombreros, boinas y demás adminículos móviles (hay constancia fotográfica). Así se superó la Punta de Escayo y se bajó a la playa de Bahinas. Pronto le llegó el turno al mismo Júpiter que se coaligó con el primero para romper algún paraguas y hacer cundir cierto desánimo en los caminantes: hubo quien propuso cobijarse bajo cornisa en la aldea de Linares. Pero los más aguerridos dijeron que nanay; la ruta debe seguir aunque le pese al mismísimo rey del Olimpo. Un brusco giro a la derecha en el mismo Linares les permite mantener la remontada. Cruzan el hombro de la montaña para descender, después, a la pedregosa playa de de Munielles. Un escalón excavado por las últimas galernas del Cantábrico les obliga realizar algún que otro salto acrobático. Aquí afloja Júpiter, no así Eolo que arrecia en su empeño enviando rachas que no envidian nada a la famosa “ciclogénesis explosiva”. Carretera en ascenso a la aldea de Bayas, salpicada de chalets.
Isla La Deva frente a cabo Vidrias.
          El grupo se divide en tres: uno, con niños, regresa, otro prefiere la comodidad del camino llano, y los más lanzados, emprenden un duro descenso por escaleras de fábrica ferroviaria (traviesas de madera) diseñadas para liliputienses. A estos últimos pertenece este aprendiz de escritor. Alcanzado el arroyo del Reguero y a pocos metros de la playa del Cordial, que no llegan a ver, comienzan otro duro repecho entre eucaliptos. Fin de la plantación. Cotoyas punzantes. Convergencia con el camino de acceso al mirador de Cabo Vidrias. Altos acantilados (110 metros de altura). Clic por aquí, clic por allá, foto de grupo. Isla la Deva, fotogénica. Fuertes rachas de viento. Espectacular espectáculo. Nubes que van y vienen: el azul entre ellas.
          Un plácido paseo bordeando los acantilados del cabo les lleva a la caseta de las antiguas instalaciones donde se beneficiaban las cuarcitas que subían desde la misma orilla del mar (abajo en la playa de Malabaxada –quedan en el acantilado los restos oxidados de los rieles- que usaban para los crisoles donde fundían el zinc. Reconvertida después en Centro de interpretación de la Ruta del Norte, hoy se encuentra asolada por los vándalos: los grandes ventanales, protegidos en su día por gruesos cristales dobles, están abiertos a las inclemencias y a los curiosos; los vidrios rotos por los suelos, son el reflejo de un país salvaje.
          El frío viento de poniente aconseja cobijo durante el almuerzo: fue la “comida de los cristales rotos”. Dos botas de vino y media pasan de la mano al gaznate de algunos caminantes; la otra media se perdió en el interior de alguna mochila. Bocadillos varios, fruta y chocolate es el refrigerio sólido. Al cabo, y aún antes de terminar las viandas, llega el segundo pelotón, el de aquellos que han seguido el camino más directo y llano.
Mapa: Tramo Cabo Vidrias - San Juan de la Arena
Rocs en la zona norte del Playón de Bayas
           Todos en comandita continúan en paralelo a los acantilados que se precipitan verticales al mar. Pasan delante del vértice geodésico de Sable (118 m), descienden después por camino asfaltado, hacen una maniobra incorrecta que les lleva a las puertas de un cementerio, retroceden y siguen por la carretera hasta el siguiente desvío a la derecha, para terminar en un promontorio sobre el extenso y virgen Playón de Bayas. Un sendero baja a la arena. Más fotos de las dunas (colonizadas y asentadas por largas hierbas), del embravecido mar y la espuma que baña la oscura arena, de las rocas cercanas a la playa, de los caminantes,... ¡Atención, nubes muy negras a poniente! La venganza de Júpiter y Eolo coaligados contra la soberbia humana: ¿Quién nos mandaría comenzar la ruta con este tiempo? Viento, lluvia y granizo, los caminantes avanzan por las dunas de la playa. Protegidos como pueden de los dardos certeros del soplo divino, no hay tiempo ni ganas para más fotos, ni sitio para
Dunas en el Pñayón de Bayas.
guarecerse y el final de la playa se ve lejos (a más de 1 km). Pero en ese punto lejano solo están las peñas y el mar: allí se acaba la playa. Dura es la ruta para el despreocupado caminante. Cruzan primero el río Entremolinos, después el Ranón. Llegan al espolón rocoso. No se ve forma de cruzarlo con esta mar furiosa. Si el Cantábrico estuviera en calma y la marea baja, se pasaría caminando sencillamente por la arena. No es el caso. Y en estas estamos cuando: ¡Uh lalá que viene una olá! A una el agua le llega por la rodilla, a otro se le llenan las botas de agua y arena: un desastre. Recalculando que es gerundio.
San Juan de la Arena
          Marcha atrás unos metros. Dura remontada por el bosque de eucaliptos. Algunos flaquean: 120 metros de ascensión no previstos. Encrucijada de caminos: mejor seguir por el que viene marcado en el mapa, hacia la carretera. No es ya el momento ni el lugar para hacer experimentos orográficos. En la planicie, el camino encharcado: se cruza por los prados. Finalmente desembocan en uno de los barrios de Ranón, al lado de otro cementerio. Casas bien cuidadas, algún que otro chalet con cerca y perro, carretera principal. El eucaliptal se entremezcla con las viviendas, la carretera desciende y da varias revueltas. Buenas vistas de San Juan de la Arena, nuevos clics de las cámaras de fotos, los cansados caminantes ya ven próximo el final. Un desvío a la derecha permite llegar antes a la playa de Los Quebrantos.

Mirador Punta el Pozaco
         Los encargados de los coches siguen por la carretera hacia el aparcamiento donde dejaron uno por la mañana, el resto rectos hacia el mar. Entre los bloques de apartamentos veraniegos cruzan hacia la playa. Preciosa. Con la marea baja queda una larga extensión de arena oscura: las olas rompen furiosas en el espigón de Muros, saltándolo. Más fotos. La mayoría busca el cobijo de un bar; el cansancio y Eolo pueden más que la hermosa playa y las vistas que ofrece la Punta del Pozaco en su extremo oriental. Algunos seguimos por la playa hasta el mirador del Pozaco: ascendemos por las escaleras; fotos preciosas en todas las direcciones. Coronamos la Punta. Un desprendimiento casi ha tapado el camino escalonado que cruza hacia el Playón de Bayas. A pesar de la señalización se podría
Playa de los Quebrantos desde la Punta el Pozaco.
pasar. Por aquí habrían llegado si el espolón rocoso y el mar no lo hubieran impedido. Regreso a la playa. Paseo hacia San Juan. Otro cementerio a la orilla del mar, y ya van tres (¡Qué pesadilla!). Extremo occidental de los Quebrantos, Ría de San Esteban y desembocadura del Nalón. Más fotos. Bar-restaurante y marisquería La Escollera. Fin.

Lorenzo Sánchez Velázquez

Sierra de Longalendo. Picos Culladiella (Navaliego) y Grandes

Datos de la ruta:

Salida y llegada: El Pueblo (470 m) en el concejo de Aller
Distancia:  11,8 km
Duración: 3:30 horas (sin paradas)
Altura máxima: 1141 m (en Pico Grandes)
Subidas acumuladas: 850 m
Dificultad: media
Fecha de realización: 7/XII/2013
Track de la ruta

Mapa de la ruta


Descripción:



El Pueblo

          La moderna carretera AS-112 que lleva a Cabañaquinta pasa antes por Moreda. Al final de esta localidad hay una rotonda que nos permite enlazar con la antigua carretera y seguir por ella un par de kilómetros hasta El Llagar, de donde sale el desvío hacia El Pueblo. También se puede seguir por la AS-112 hasta la segunda rotonda después de Moreda, saliendo en El Escobio y retroceder un par de kilómetros por la antigua carretera hasta Piñeres. De allí sale una estrechísima carretera que asciende hasta El Pueblo.


           La idea inicial consistía en llegar en coche hasta Arteos, a poco más de un kilómetro, por la pista hormigonada. Sin embargo, la mañana estaba despejada pero fría y en el tramo de carretera entre la AS-112 y El Pueblo había placas de hielo. Cuando al salir de la aldea el asfalto dio paso al hormigón, la carretera se empinó y optamos por dejar el vehículo en una pequeña área recreativa con una solo mesa, justo donde sale el desvío hacia la aldea de Castiello
Majada Espines y Cueto Orgoso. Cordal de Longalendo.
           Comenzamos a caminar siguiendo la pista hormigonada entre castaños y algunos robles y avellanos. Enseguida encontramos a la izquierda la desviación hacia Casares, justo donde comienza la primera de las cuatro revueltas que nos permiten ganar altura rápidamente para alcanzar la aldea de Bello. La última edificación de esta aldea es un garaje colindante con un camino de tierra, embarrado cuando llueve, que nos permite atajar hasta Arteos. Dejamos para la vuelta la opción de seguir por la pista de hormigón, dando un amplio rodeo, entre los castaños que nos presentarán en el descenso su rico colorido otoñal de primeros de diciembre.
          En Arteos termina la carretera de hormigón y, nada más llegar, encontraremos dos caminos: el que lo atraviesa, dirigiéndose después al sureste, casi en llano, hasta Brañavieja, y el que seguiremos en dirección noreste. Entre el bosque y algún que otro prado, o lo que queda de ellos, continuamos la remontada hasta que el camino termina a la entrada de un prado. En medio encontramos un tramo con algo de agua al coincidir con una riega. A la izquierda del prado sale un sendero que lo bordea y, sube duramente entre los tojos, hasta alcanzar lo que ayer fueron prados y hoy son impenetrables laderas cubiertas de helechos, zarzas y tojos. Por el sendero de animales subimos hasta alcanzar un camino que pasa a su vez entre dos cuidados prados y desemboca en una pista. Esta nos lleva hasta la Fuente Espines, cercana al collado del mismo nombre. La majada Espines tiene abundante cabaña ganadera, aun en esta época del año. Prados bien cercados al que llegan varias pistas de tierra, forman una majada grande y rica. Rodeamos otro gran prado por la derecha, llaneando entre las murias de dos prados en pleno collado hasta dar vista al valle de Turón, al norte: de momento la visibilidad hacia esa zona es escasa.

Valle del río Aller. Peña Rueda y Sierra de Sobia al fondo.

          Sobrepasado el collado, pero sin alcanzar la pista de tierra que recorre la sierra de Longalendo por el norte, viramos al este, cruzando un corto trecho, entre cotoyas y zarzas, y nos adentramos en un pinar. Cerca del límite sur del bosque, buscando donde hay menos maleza (entre los pinos hay poca) y menos inclinación, acometemos la fuerte subida, hasta alcanzar el pico Gumial (1046 m). Desde aquí podemos disfrutar de magníficas vistas del concejo de Aller y los montes que lo rodean (Sierra de Carrocedo –La Carisa-, Sierra del Cuadro _Estorbín-, Sierra de Murias y Santibáñez –Renorios-, Sierra Magrera –Cuchu- y por detrás el Retriñón, Pico Torres, Sierra del Ajo –Nogales- y Sierra de Fuentes de Invierno y la Melera), llegando la vista hasta las Ubiñas.
              Tras un corto descenso y otra cuesta siguiendo la arista de la sierra, cruzamos transversalmente una cresta rocosa (1082 m), que da acceso a la collada Cruces donde hay un gran prado con cerca de piedra y alambre de espino. Allí convergen desde el sur dos pistas de tierra: una llega desde la cercana majada Cebéu, que cruzaremos más tarde, y la otra desde Castiello y El Pueblo. Evitando ambas, remontamos la ladera sur del pico Culladiella o Navaliego, por senderos de animales o por donde mejor podemos, entre la maleza que apenas dificulta el paso, hasta alcanzar su cima. Cima que distinguimos sin dificultad en la distancia por el vértice geodésico que la corona. Las vistas desde allí son semejantes a las descritas antes, pero ahora acrecentadas hacia el este donde nos encontramos con Peña Mea.
Sierra de Longalendo. Sierra del Aramo (nevada).

           El descenso lo hacemos por la ladera sur hacia la cercada majada y prado bien cuidados de Cebéu. La rodeamos por la derecha, entre tojos, siguiendo un senderillo. El exiguo collado herboso, donde se asienta la majada, da paso a la ladera meridional del pico Grandes. Ascendemos, sin sendero ni camino, entre la vegetación baja que no ofrece dificultad, hasta alcanzar un primer montículo a 1135 m de altura, muy cercano al punto más alto del recorrido; el pico Grandes. Un corto descenso nos deja al lado de su corta cresta que recorremos por una senda de rebecos hasta alcanzar la cima a 1141 m de altura. Las vistas incluyen, además de las anteriores, los Picos de Europa, la Llambria, etc.


Peña Mea, Cuchu y Retriñón
Entre el Retriñón y el Torres











Fuentes de Invierno (Nogales, Melera)

Entorno del Estorbín

         Después de disfrutar del hermoso paisaje que comprende todo el concejo de Aller, retrocedemos por la cresta. Rodeamos por la derecha el montículo adyacente y emprendemos el descenso por la cara suroeste, con la vista puesta en un gran prado con muria de piedra y cabañas sin techo. Es la majada Grandes. Para llegar buscamos una senda que nos permita cruzar la zona de cotoyas que han invadido toda la ladera. Una vez en la majada, seguimos por un camino hacia el oeste en paralelo a la cerca. A tramos está cerrado y avanzamos por las sendas que ha abierto el ganado, hasta desembocar en una amplia pista de tierra en los llamados Prados de Grandes. La pista llanea en dirección noroeste, hasta alcanzar un cruce de caminos en una revuelta. Continuamos por la sigue más a la izquierda, descendiendo fuertemente en dirección suroeste. Más adelante da una gran revuelta para encaminarnos hacia el oeste hasta la majada Braña. Aquí hay otro cruce, pero nosotros continuamos por el principal, a la izquierda, en fuerte descenso, obviando en este tramo sendos desvíos a derecha e izquierda, hasta alcanzar Brañavieja con casas que siguen usando los ganaderos. Si nos hubiéramos desviado por el segundo camino, habríamos llegado primero a

Arteos desde el camino antiguo de Brañavieja

        Castiello y después a El Pueblo. Como queremos volver a Arteos, en Brañavieja cruzamos entre las casas y seguimos de frente por un camino algo abandonado (no es pista para vehículos), que llanea en ligero descenso, cruza un hermoso bosque de castaños con algún que otro roble y finaliza en Arteos. Hemos completado el circuito. No queda más que retroceder, siguiendo la pista hormigonada en medio de un hermoso bosque de castaño que encontramos en pleno apogeo otoñal, hasta llegar al punto de partida cerca de la aldea de El Pueblo.



Lorenzo Sánchez Velázquez