Duración: 6:00 horas (sin paradas)
Altura máxima: 1019 m (en el pico Catachai)
Subidas acumuladas: 1020 m
Dificultad:baja
Fecha de realización: 18/I/2014
Track de la ruta
Mapa de la ruta |
El área recreativa de Buyera se encuentra en la AS-228 entre Villanueva de Santo Adriano y Proaza,
justo al lado del cercado osero y de la conocida “Senda del Oso”. Tiene un gran
aparcamiento donde dejamos el vehículo. Tomamos la “senda” a la
derecha, en dirección sur, pasando al lado del cercado osero y de las
instalaciones más modernas, al otro lado del camino, donde vemos a los famosos
osos Paca, Tola y Furaco.
Justo donde acaba el cercado hay una plataforma
construida al otro lado del camino para mejorar la visión de los osos. Allí
mismo, sin cruzar el arroyo, abandonamos el camino y nos acercamos a la misma
puerta de entrada al cercado. A su derecha, sin que lo hubiésemos esperado,
aparece el precioso camino empedrado que permitía antiguamente a los habitantes
de Serandi bajar a Proaza. Las lluvias de la noche anterior lo han dejado
mojado y resbaladizo. Cruzamos la preciosa y corta foz de Picarós ganando rápidamente
altura entre prados y bosquetes de castaños y avellanos. Después de caminar
unos 2,5 km,
venciendo un desnivel de 250
metros, llegamos a la aldea de Serandi con magníficos
hórreos y casas arregladas. Seguimos el ascenso por sus empinadas calles, para
dirigirnos a la zona más alta, donde nos espera un camino hormigonado que se
dirige al norte y es continuación de la carretera que aquí finaliza proveniente
de Villamejìn y Proaza.
Entre prados y cabañas, como las Curuello, la pista
continúa hacia el norte para finalizar en la de Don Fernando (670 m). Desde aquí sigue el
antiguo camino de tierra que da una amplia curva a la derecha y un quiebro
brusco a la izquierda para mantenerse hacia el norte y alcanzar unos prados
cerca del profundo tajo excavado por el arroyo de “Las Xanas”. Otro viraje brusco
a la derecha nos encaminaría hacia La Guariza alejándonos del imponente barranco sin
llegar a verlo. Por eso abandonamos el buen discurrir del camino principal y,
campo a través, seguimos hacia el norte hasta el borde mismo del abismo. Como
las primeras vistas del desfiladero y de la senda de “Las Xanas” colgada sobre
él, no son todo lo buenas que esperamos, continuamos en paralelo cruzando
algunos muros de piedra con alambre de espino hasta obtener una mejor
perspectiva desde una cota más alta. Tan profunda y estrecha es la foz que no
se ve el fondo. Sí, en cambio, la senda que a media ladera se excavó a mediados
del siglo XX en la roca para que los aldeanos de Dosando, Pedroveya y la Rebollá bajaran a
Villanueva de Santo Adriano. Se trata de la hermosísima senda de “Las Xanas”.
Desde la cima de Las Airúas vemos a la izda la Airúa Naval (Sierra de Tene) y a la dcha la Sierra de Caranga (Cueto Mar y La Forcá). |
Después de disfrutar de estas hermosas vistas,
continuamos campo a través, buscando la convergencia con el camino que abandonamos
antes. Dejamos un pequeño monte (pico Serandi), y la cabaña de La Guariza, a la izquierda,
para retomar el camino después de cruzar una pequeña cresta caliza. El camino
bueno, tapizado de hierba, nos lleva al gran prado y cabaña de Navariega. Pasa
entre otros dos prados para desembocar en una vallecito en la falda de la Sierra de Serandi que, en
todo momento, tenemos a la izquierda. El camino se dirige hacia el sur para
alcanzar el evidente collado que permite superar la sierra. Llegando al collado
encontramos los restos de algunas cabañas que daban servicio a unos grandes
prados de altura, hoy día en ruinas. La vista, desde él, se extiende hacia el
este: abajo el amplio collado de la Canal
Seca; al otro lado, la muralla de la Sierra del Aramo. Caminamdo unos metros,
a la derecha, alcanzamos las peñas de la cima del pico Las Airúas
(ese es el nombre que figura en esta zona en los mapas topográficos) con facilidad y que no tiene ningún signo distintivo. Sólo encontramos
un pequeño belén de cumbres, sin Niño Jesús, al cobijo de una peña. La vista al
este queda limitada, como ya dijimos, por el Aramo, aunque por delante veremos
la modesta peña del pico Cotachai, nuestro próximo objetivo. Al sur la Sierra de Tene (Airúa
Naval) y un poco más lejos la de
Caranga. Al oeste la Sierra
de Yernes y Tameza y, al fondo, parte del cordal de La Mesa.
Volvemos al collado y continuamos el descenso por la
herbosa ladera este. Entre manchas de cotoyas alcanzamos el gran collado
herboso de la Canal Seca,
donde se asientan grandes y buenos prados, aún en uso. Tiene abundante cabaña
ganadera y es paso obligado en el camino antiguo entre Bermiego y Pedroveya por
donde hoy discurre un tramo de la
GR 106 “Ruta de San Mechor”. Separa también los concejos de
Proaza y Quirós. Cruzamos los prados del collado y remontamos la otra ladera
(dirección este) para pasar entre la afilada peña del Cotacahi (por este nombre se conoce en los mapas topográficos; en cambio, en las ortofotos, figura con el nombre de Airúas), a la derecha, y
Entrecuetos, a la izquierda. Después de este nuevo ascenso llegamos a otra gran
pradera cuyo límite oriental es la propia sierra del Aramo. Rodeamos el
Cotachai hasta la altura de la magnífica cabaña de piedra labrada y techo en
falsa bóveda, cubierta de tierra por arriba (Cabaña Buxana), para emprender la
dura subida a la peña. Son pocos metros de desnivel. Nos ayuda un sendero, apenas
perceptible, que supera los resaltes rocosos, entreverados de maleza, hasta alcanzar
unos molestos arbustos que dan paso a la cima. Las vistas idénticas a las
descritas desde Las Airúas. Tampoco tiene esta cima ninguna distinción, ni
buzón de montaña, ni vértice geodésico.
Bajamos por la misma senda hasta la Cabaña Buxana donde nos
detenemos para admirar su magnífica factura. Volvemos a la
Canal Seca y continuamos la ruta virando al
norte, siguiendo las marcas de los GGRR “Ruta de San Mechor” y “Ruta de las
Reliquias”. En poco más de un kilómetro, el ancho camino, nos deja en la aldea
quirosana de La Rebollá,
a la vista de Pedroveya, al otro lado del valle. Tiene casas arregladas con
piedra bien labrada. Lo cruzamos, evitando la carretera que lleva a Pedroveya, y
continuamos por un camino, hacia el norte, en paralelo al arroyo La Boya o río La Gallinera que baja a
nuestra derecha. En otro kilómetro de fuerte descenso desembocamos en la
conocida ruta de “Las Xanas” a la altura del arroyo del mismo nombre. Seguimos
la concurrida senda aguas abajo. Primero por su margen izquierda, para,
enseguida, cruzar por un puente de madera a la margen derecha. El arroyo se
precipita pronto en el abismo y la senda labrada en la roca discurre asomándose
a él. El suave descenso en medio de la espectacular foz merece la pena
repetirla todas las veces que sea necesario. Tuvimos la suerte de no cruzarnos
con ningún “turista” pues el día de invierno no era apacible y había previsión
de lluvia y mal tiempo.
Son casi tres kilómetros colgados en las verticales
paredes calizas, con algún corto túnel. Después del primer tramo, entre paredes
verticales, el camino se abre a una empinada ladera herbosa que continúa hacia
el fondo del barranco. Nos encontramos enfrente del mirador al que nos asomamos
por la mañana desde la otra orilla. Vemos las altas y verticales peñas que nos
sirvieron de atalaya. En este tramo se ve el fondo del barranco. Más adelante,
el sendero, otra vez labrado en la roca, acomete una amplia curva siguiendo el
trazado del crestón calizo que se precipita sobre el arroyo. Superado éste y
otros tres más pequeños, la senda nos lleva al norte para desembocar finalmente
en la carretera que sube hastaTenebréu, Llavares y Dosango. Esta carretera
lleva, más allá, a las aldeas cercanas al embalse de los Afilorios. En este
punto, que es donde se inicia la “Ruta de las Xanas”, hay un cartel indicador.
Puente en la "Ruta les Xanes". |
Bajando por la "Ruta Les Xanes". |
Bajamos por la carretera unos metros hasta el
aparcamiento y área recreativa de “Las Xanas”. Alcanzada la AS-228, la cruzamos llegando
a Villanueva, capital del concejo de Santo Adriano. Bien conservado, con
hórreos y varios establecimientos hoteleros, restaurantes y sidrerías. Cruzamos
el río Trubia por el puente medieval siguiendo la “Senda del Oso”. El camino,
asfaltado a veces y hormigonado otras, nos lleva a las afueras donde se
encuentra la iglesia de San Román de buen porte. En ese punto, la senda
descruza el río por un moderno puente peatonal realizado para dar servicio a la
citada senda y continúa, casi otro
kilómetro en llano, hasta regresar al área recreativa de Buyera, en el límite
con el concejo de Proaza.