sábado, 28 de noviembre de 2015

Picos Cabeza la Verde y Julagua. Majadas de Las Bobias, Ario, Vega Maor, Arnaedo y Belbín.

Perfil de la ruta
Salida y llegada: Lago Ercina
Distancia: 20.5 km
Duración: 7:00 h (sin contar paradas)
Subidas acumuladas: 1200 m
Altura Inicial: 1120 m
Altura máxima: 1720 m
Fecha de realización: 20/XI/2015
Dificultad: media
Track de la ruta



Mapa de la ruta desde Lago Ercina por Las Bobias a Vega de Ario y regreso por Vega Maor y Belbín


El tapiz verde donde se asientan las majadas de los Picos de Europa, está siempre rodeado por blancas calizas que le sirven de contraste para producir un bellísimo conjunto tan sólo superado por las fotogénicas estampas de los famosos lagos y las impresionantes y afiladas cumbres.
Esta ruta circular pretende visitar algunas de estas majadas y ascender a un pico menor que ofrece a cambio unas vistas formidables de la garganta del Cares y de las impresionantes montañas que la cortejan desde los Urriellos y el Cornión.
Vista atrás del Lago Ercina. A la izquieda y al fondo vemos el pico Cotalba.

Comenzamos la ruta en el aparcamiento del Campo la Tiese (1120 m) junto al Lago Ercina siguiendo la ruta de pequeño recorrido del Parque Nacional de los Picos de Europa PR PNPE-4, que va hasta Vega de Ario. A la derecha va quedando el lago cuando pasamos junto a la solitaria cabaña de La Veguina que da paso a Vega Vieya con varias cabañas y unos árboles algo alejados de la senda y a la izquierda. Un corto tramo siguiendo el curso de la Riega del Brazu nos lleva a la subida por la Cuenye las Bobias mientras dejamos a la derecha las preciosas hayas que cubren en parte la Xerra las Bobias. Alcanzado el collado (1293 m), el camino desciende a la pradera donde se encuentra la majada de Las Bobias. Varias cabañas en uso, otras en ruina total y unos pocos árboles en medio del prado rodeado a su vez por crestas, peñas y montañas de blanca caliza, confieren a esta y a otras majadas de Picos un encanto especial. Siguiendo el sendero, al final de la majada y entre unas peñas, encontramos la fuente y el pilón de La Canaleta que tiene agua durante todo el año.
Majada de Las Bobias.

Superado un pequeño crestón, avanzamos en llano mientras admiramos a la izquierda, en el fondo de un pequeño valle, la majada La Rondiella; un remanso de tranquilidad apenas perturbado por las esquilas de las ovejas y las vacas.

Ovejas en la majada Rondiella o Redondiella.

Cabezas del Covu, la Verde y Llambria desde el Collado El Jitu.

Cruzado el arroyo, remontamos duramente la cuesta de Las Reblagas que nos lleva primero al Llanu los Jitos, después al Valle de las Campizas y Las Abedulas. Siempre subiendo, el sendero discurre por un terreno mixto de hierba y piedra en medio de un paisaje rocoso, casi sin vegetación. Una última y empinada cuesta nos deja en el Colláu El Jitu (1643 m) donde una meseta circular de orientación nos señala los picos más importantes.




De izda a dcha: Cuvicente, Peña Blanca, Robliza y Verdilluenga

El paisaje es espectacular: de las grandes cumbres de los Urriellos apenas nos separa el tajo del Cares, mientras, a la derecha, desfilan algunas de las más imponentes cumbres del Cornión: Jultayu, Cuvicente, Peña Blanca, Robliza, Verdelluenga, Los Cabrones, etc. A la izquierda de los Urriellos, pero en el Macizo Occidental donde nos encontramos, ya vemos las modestas montañas (comparadas con picos antes citados) que serán nuestros objetivos: Cabeza del Covu, Cabeza la Verde y Cabeza Llambria. Un poco más adelante, cuando rodeemos Cabeza la Forma para acceder a la Vega de Ario, veremos el Cabeza Julagua.
Torre de Santa María (con teleobjetivo).

El camino nos conduce a la extensa pradera de Vega de Ario y, una vez en ella, nos dirigimos a las cabañas (1610 m) protegidas por el pico Cabeza Covu y situadas al borde mismo de las canales que se precipitan al Cares. Algunas están en ruinas con los tejados vencidos, pero otras aún se conservan y están en uso. Vemos las señales que llevan a vertical Canal del Trea por la que bajé hace ya demasiados años y a la que habrá que volver y al pico Jultayu.
Las cabañas de la Majada de Ario están en la base del Cabeza del Covu. A la derecha Cabeza la Verde.

Remontamos la pedregosa ladera del Covu buscando las franjas herbosas que nos ayuden en la progresión. Cerca de la cumbre, nos asomamos al precipicio del Cares que se descuelga por el Valle Extremero y al poco alcanzamos la cima (1710 m). Un fuerte viento nos hace apurar las espectaculares vistas. Y para alcanzar el pico Cabeza la Verde, descendemos por la arista oriental y rodeamos un crestón por la izquierda. Una abundante manada de rebecos de oscuro pelaje nos observa unos instantes y emprende veloz huida. Alcanzamos una colladina que nos deja en la antecima herbosa a unos pasos de la cima del Cabeza la Verde (1719 m). Desde este punto obtenemos la mejor perspectiva del día por la cercanía a la Garganta del Cares y las cumbres que la rodean.
La Garganta del Cares desde Cabeza la Verde. El camino se distingue en la parte inferior. Abajo y a la izquierda se intuyen los pastos de Ostón. En la parte superior derecha vemos la Sierra de Cocón (Cueto Cerralosa).

Los prados de la Majada de Ostón aparecen como una balconada sobre el Cares cuya famosa ruta tenemos a vista de pájaro. El frente norte está cerrado por las crestas que van de La Peña el Jascal al Cabezo Llerosos. Pero lo más espectacular lo vemos al sureste. Las grandes cumbres del Macizo Central a tiro de piedra, apenas separadas por la “garganta divina”: Cuetos del Trave, Dobresengros, Cabrones, Torrecerredo, Torre Celada, Torre de la Palanca, Llambrión, etc. Al oeste las cimas del Cornión a las que aludimos antes: Jultayu, Cuvicente, Verdelluenga, etc. El viento arrecia y hace frío; aún así apuramos el tiempo para disfrutar de la enorme visión.
Macizo Central desde Cabeza la Verde: Cuetos del Trave, Neverón, Dobresengros, Los Cabrones, Torrecerredo, etc.

Entre el Jascal a la izquierda y el Cabezo LLeroso a la derecha. Vega Maor no se ve pero está a la izquierda de la foto hacia el centro.

Proseguimos la ruta desandando hasta Cabeza del Covu. Y en lugar de bajar hacia Ario y soportando el duro vendaval, continuamos por la arista de la sierra hacia el cercano Cabeza Julagua (1720 m) que envuelve por el este la Vega de Ario. El pico está más cerca del refugio y tiene peores vistas; aún así son impresionantes.
Arista que recorreremos desde el Cabeza la Verde, pasando por el cercano Cabeza del Covu hasta el Cabeza Julagua que vemos a la derecha.

Bajamos por la ladera occidental que nos lleva a los paneles solares que dan servicio al refugio y, un poco más abajo, al mismo refugio (1620 m) que está cerrado. Protegidos por la pared sur, nos sentamos en los bancos de las mesas de merendero desde donde tenemos, además, unas maravillosas vistas de los Urrielles. Disfrutando de tan formidable espectáculo, damos cuenta de unos bocadillos acompañados de unos tragos de vino de la bota.
Vega de Ario y refugio. A la derecha que no se ve queda Cabeza Julagua.

Una vez terminamos de comer, reanudamos la marcha tomando la senda que sale detrás del refugio y va hacia el noroeste. Está perfectamente hitada y transcurre por un terrero mixto de piedra y franjas de hierba. Primero nos lleva por los Jous del Ario dejando a la derecha el pico Cabeza las Campanas, después nos introduce en una estrecha y corta canal que baja fuertemente al Colláu Moandi (1510 m) donde vira al este para descender finalmente por una zona menos inclinada y con más hierba hasta la hermosa Majada de Moandi (1460 m). Encontramos una sola cabaña perfectamente restaurada a los pies de los farallones verticales que caen de Cabeza las Campanas; otras, al otro lado de la vega, están en ruina completa.

Canal que baja al Collado Moandi (no se aprecia su inclinación).

Cabaña en la Majada Moandi y los farallones que caen de Cabeza las Campanas.

La senda vira al noreste para alcanzar el cercano Colláu Les Cuerres (1450 m). Un poco más adelante vemos muy abajo los pastos de Vega Maor. Como ya indiqué, la senda está perfectamente hitada; sin embargo, hay que prestar atención en este punto porque fuera de la senda el lapiaz y los cortados pueden complicarnos.
Desde el collado Las Cuerres, muy abajo, vemos Vega Maor. El Cabezo Llorosos se ve arriba en el centro.

Los hitos dan un giro brusco a la derecha (al este) haciéndonos pasar entre dos peñas que dan acceso a una estrecha y pedregosa canal que baja fuertemente hasta una primera cubeta (1300 m). Después, el descenso continúa con menor inclinación hasta llegar a los pastos de Vega Maor (1230 m) donde encontramos algunas cabañas en uso y otras en ruina. Casi todas están protegidas por una alargada peña que divide la vega en dos. Los abundantes excrementos dan fe de la amplia cabaña ovina que hubo durante el verano y el otoño; hace pocos días que han bajado el ganado. Al suroeste, el farallón por el que hemos bajado impresiona mientras que, al este, el valle avanza y con él el sendero que va a la Majada de Ostón. En dirección contrario se encuentra la vallina que debemos superar para proseguir la ruta.
Bajada aproximada desde el collado Les Cuerres hasta la primera cubeta antes de llegar a Vega Maor.

Cabañas en Vega Maor. En el centro de la foto y arriba queda la zona por donde hemos bajado desde el collado Les Cuerres.

Desde Vega Maor vemos el collado de Xerra Buena hacia donde nos dirigimos.

Nos dirigimos hacia el oeste, y después de cruzar los extensos pastos, emprendemos otra dura subida que nos deja en el Colláu Xerra Buena (1427 m). Al otro lado se nos ofrece a la vista la magnífica Majada de Arnaedo (1270 m) situada en una hermosa vega salpicada de peñas.
Majada de Arnaedo. El camino rodea la peña por la izquierda.

Bajamos, la cruzamos, y mientras continuamos el descenso por Las Ingiestas, disfrutamos de la magnífica vista de la Majada de Parres situada en un cuenco herboso cerrado al otro lado por el Pico Parres. La visión a la caída de la tarde es realmente hermosa.
Majada de Parres al atardecer.

Seguimos bajando hasta otra vaguada sin cabañas a la vista y, una vez cruzada, el camino nos lleva por Los Cuencos y la Vega La Güelga dando después un amplio rodeo a la izquierda para dejarnos en la más hermosa de todas, la Majada de Belbín (1052). En uso todo el año, con abundante cabaña ganadera, llegamos a la hora en la que las ovejas y cabras acuden a la llamada del pastor (literalmente) bajo el atento resguardo de los mastines. Algunos fresnos dan sombra y ramas, y las cabañas casi adosadas a las peñas del Cuetu Lobu, dan una preciosa y bucólica imagen.

El rebaño de ovejas regresa a la Majada de Belbín al caer la tarde.

Cruzamos la majada para tomar la pista que enseguida nos alza al collado Llomba Cangas (1144 m). Para no rodear, abandonamos la pista siguiendo una senda que en llano nos devuelve entre dos luces al Campo la Tiese junto al lago Ercina.

Lorenzo Sánchez Velázquez

jueves, 19 de noviembre de 2015

Pico Mocosu, Lagunas del Páramo y La Pornacal. Circuito desde La Peral

Salida y llegada: Braña La Peral
Perfil de la ruta
Distancia: 19,8 km
Duración: 7:00 h (sin contar paradas)
Subidas acumuladas: 1300 m
Altura Inicial: 1320 m
Altura máxima: 1989 m
Fecha de realización: 14/XI/2015
Dificultad: media
Track de la ruta




Mapa de la ruta

La braña vaqueira o aldea de La Peral se asienta en la margen izquierda del arroyo Trabanco poco antes de verter en el río Somiedo. Aunque la mayoría de sus viviendas y cuadras tiene una hechura actual, aún conserva algunos teitos. En esta ruta seguiremos algunos tramos del PR AS-14.1 Ruta Valle Pigüeña - La Pornacal - Braña los Cuartos, el resto discurrirá por el pico Mocosu y la Sierra del Páramu.
Teito en La Peral y pico Penouta. Se ve la amplia vega del arroyo Trabanco por donde sube la pista.

Nos acercamos a la braña por la desviación que hay en el kilómetro 47 de la carretera AS-227 cerca del Puerto de Somiedo. Poco antes de llegar, dejamos el vehículo en el aparcamiento (1325 m) pues una señal prohíbe entrar a los vehículos no autorizados.
          Desde el mismo aparcamiento vemos a nuestra espalda (al este), en la otra ladera del valle del río Somiedo, las verticales caídas del Diente, Putacrón y Peña Salgada, mientras que al oeste las imponentes crestas del Penouta flanquearán por la izquierda el primer tramo de la ruta. A la entrada del pueblo, al lado del primer teito, encontramos un panel que nos informa de que estamos en una braña de vaqueiros de alzada. Sus propietarios residen en ella con sus animales y enseres durante la primavera, el verano y el otoño; en invierno bajan a los concejos de Belmonte o de Salas. Se trata de una braña estructurada como un pequeño pueblo, con capilla, luz eléctrica, teléfono, acceso rodado, tierras de labor, prados de siega, etc. La mayoría de las edificaciones tiene cubierta de pizarra y sirve de vivienda, cuadra y henil. Hay varios teitos en uso.
Vista hacia atrás: aldea de La Peral y los picos Putacrón, El Diente y Peña Salgada.

Siguiendo las marcas del PR y sin adentrarnos en la aldea, que dejamos a la derecha, caminamos casi en llano por una calle hormigonada que la sobrepasa y continúa como pista dejando a ambos lados prados con cerca de piedra. A la izquierda queda un hermoso teito junto a una casa de reciente factura. Enseguida la pista de hormigón se empina y las duras rampas nos llevan hasta Las Collás (1650 m) donde hay un pilón ganadero que sirve de abrevadero al ganado que pasta en estas extensas praderas. Al suroeste, entre Peñas de Canseco y Nuncio y el Penouta, vemos la gran mole del Cornón.
Fuente y pilón de Las Machadas en Las Collás. Al fondo vemos el pico Cornón entre la Peña de Canseco a la dcha y Peña Blanca a la izda.

En este punto dejamos el camino y el PR, y nos dirigimos hacia por la empinada ladera herbosa situada al norte (a la derecha) hacia la cresta (1800 m) suroriental del Mocosu. Al otro lado se precipita casi vertical quedando a nuestros pies las Brañas de Fuexucu. El Valle de Somiedo nos separa de las extensas Brañas de Mumián protegidas por la Peña de Gúa último bastión de la Sierra de Peñalba que arranca en la cercana Peña Salgada. Se nos ha abierto el frente este y alcanzamos a ver otros muchos montes. De ello daremos cuenta más adelante cuando, encumbrados, tengamos una mayor perspectiva.

Arista suroriental del Mocosu cuyo cima ya vemos.

Brañas de Mumián desde la arista del Mocosu.

Una senda nos lleva por la misma arista con algún tramo corto entre escobas hasta la misma cima (1989 m) coronada por un vértice geodésico y una cruz con buzón de montaña. Las vistas son impresionantes y abarcan todos los montes de Somiedo (desde el Cornón hasta el Rabo de Asno; Peña Salgada, Peña Orniz, los Albos, Tarambicu, los Bígaros, Cordal de la Mesa, etc.) y Las Ubiñas, alcanzando incluso a la Sierra del Aramo y los Picos de Europa. Realmente tenemos un día espléndido. La aldea de Urria bajo la Peña Palombera está alineada con el Michu y Peña Negra; en la misma visual de las Brañas de Mumián vemos la aldea de Valle del Lago por delante de la Sierra del Tarambicu y la aldea de El Puertu en el Puerto de Somiedo. El puerto de Cereizales al suroeste se encuentra entre Sierra Pelada (Cornón y Cornín) y el Cogollo Cebocheo.



Cornón, Cornín, Peñas de Canseco y del Nuncio y Puerto de Cereizales.

Al Puerto de Cereizales le siguen Los Rasos y Cogollo Cebolléu y Pico Cogollo.

A la izda de la cruz vemos las Brañas de Mumián. El valle del Somiedo precede al de Lago del Valle. Peña Gúa, Pico Alto y Peña Salgada por delante de Peña Chana, Albos. Detrás del Valle del Lago está la Sierra del Tarambicu. Al fondo Las Ubiñas y Peña Orniz.

La aldea de Urria esta protegida por la Sierra Palombera que precede a la extensa cresta de Peña Michu. Peña Negra y la Cordal de La Mesa está por detrás y, al fondo, Sierra del Aramo.

Después de entretenernos un rato con las vistas, reemprendemos la marcha bajando por la arista suroccidental con caídas casi verticales al norte, donde vemos la aldea de Perlunes. Un pequeño montículo con escobas, el Alto la Cogocha (1924 m), nos lleva en un rápido y corto descenso entre brezo y escobas hasta la primera de las lagunas de la Sierra del Páramu (1788 m). Pequeña y de aguas marrones, no encontramos su nombre en ningún mapa. La primera mitad de la sierra está recorrida por un camino ancho y desbrozado que lleva a una solitaria cabaña situada en el pico Chagariechu, el más alto de la sierra. Sin embargo, las lagunas quedan cerca la ladera occidental y se puede ir de una a otra por una senda entre las escobas y el brezo que invaden toda la sierra.
Primera de las lagunas del Páramo. Al fondo Los Rasos y Cogollo Cebolléu.

A unos 600 metros encontramos la laguna Chamazo (1787 m). La rodeamos y seguimos después por la arista occidental de la sierra hasta obtener una buena vista del valle en el que se asienta la Braña de La Pornacal y que finaliza en el puerto de Cereizales. Más adelante, siguiendo el borde de la sierra, la preciosa laguna Redonda (1735 m) de aguas transparentes nos recibe a la vez que una pareja de patos levanta el vuelo. La rodeamos por la izquierda y continuamos otro medio kilómetro más hasta alcanzar la pequeña laguna Llamazu y muy cerca de ella la mayor de todas, la laguna Cabreiro (1730 m).

Laguna Redonda con el pico Chagariechu al fondo.

Laguna Cabreiro la más grande de las Lagunas del Páramo.

Para bajar de la sierra, hacia La Pornacal, debemos desandar hasta la laguna Redonda y lo hacemos por el borde de la sierra buscando un buen mirador en el que parar a reponer fuerzas (1720 m). La ladera occidental de la Sierra del Páramo es bastante inclinada y también está completamente tupida de escobas.

Ladera occidental de la Sierra del Páramo con el valle de La Pornacal a la izquierda.

El descenso por la zona menos abrupta, frente a La Pornacal, lo hacemos siguiendo una senda poco marcada entre ellas. Primero nos lleva a un claro herboso y más abajo a otro con un solitario árbol. Pronto vemos la Braña las Caránganas (1500 m) con una gran cabaña en ruina y un prado con cerca de piedra. A partir de aquí la senda se hace más evidente y, después de la fuente-pilón de Las Cuércavas (1450 m), se convierte en un camino ancho que baja mediante varias revueltas hasta la famosa y magnífica Braña de La Pornacal (1190 m). Mientras descendemos, obtenemos buenas panorámicas del precioso valle del Piegüeña cerca de su nacimiento en el puerto de Cereizales.
Braña las Caránganas con prado excavado por el jabalí.

Braña de la Pornacal.

Como siempre, la braña no nos defrauda, y disfrutamos de las magníficas estampas de los teitos y cuadras a la vez que nos cruzamos con personas y familias que han subido desde Villar de Vildas por la pista hormigonada. El sol va cayendo y la sombra parte la braña a la mitad; es hora de regresar y aún nos queda un buen trecho. Retomando las marcas del PR AS-14.1, subimos por la pista que lleva a la Braña de Los Cuartos o Braña Viecha y vamos dejando a un lado y otro los prados de La Requexada; mientras, el suave murmullo del Pigüeña nos acompaña. A la altura de la bella cascada del Corralín cuyo hilo de agua se esparce al final cual cabellera al viento, encontramos a la izquierda la desviación hacia La Peral. Nos informa que se tardan 4 horas en llegar y quedan poco más de dos horas de luz; nosotros lo hicimos en 2 y sin forzar la marcha.

Cascada del Corralín.

Desvío hacia La Peral. Al fondo vemos la Peña de Canseco (cortesía de Miguel Mayoral).

La senda ancha y desbrozada gana altura rápidamente mediante dos grandes revueltas hasta alcanzar el Cocháu Enfistiecha (1698 m) entre Peña Canseco y el Mocosu. Son 500 metros de desnivel los que hay que superar y van pesando los kilómetros. Aún así los subimos muy bien. El collado nos abre de nuevo el frente oriental: Penouta, Peña Salgada, etc.
Después de pasar la fuente-pilón de Borrones contemplamos esta magnifica estampa.

En el mismo collado el camino gira bruscamente a la izquierda (al norte) y continúa en ligera subida hasta alcanzar la fuente-pilón de Borrones. El sol aún ilumina las cumbres más altas de la Sierra del Rebezu (Peña Salgada) dejándonos una magnífica impresión. En esta fuente nace el río Trabanco que pasa cerca de La Peral poco antes de verter en el Somiedo. Y mientras el río se precipita valle abajo, el camino lo rodea casi en llano para alcanzar enseguida Las Collás y la Fuente las Machadas donde enlazamos con el camino de ida. Otros tres kilómetros de descenso por la pista de hormigón nos dejan de nuevo en La Peral. Preciosa ruta y un día espléndido.

Lorenzo Sánchez Velázquez

jueves, 12 de noviembre de 2015

Sierra de la Cabra entre la Fana Genestaza y el pico La Patana


Salida y llegada: La Azorera (Genestaza, concejo de Tineo)
Perfil de la ruta
Distancia: 18,5 km
Duración: 7:00 h (sin contar paradas)
Subidas acumuladas: 1150 m
Altura Inicial: 800 m
Altura máxima: 1529 m
Fecha de realización: 25/V/2014
Dificultad: media
Track de la ruta







          La Sierra de la Cabra recorre de sur a norte el centro del occidente asturiano. Su ladera occidental pertenece al concejo de Tineo mientras que la oriental se la reparten los de Belmonte de Miranda y Somiedo. En los extremos se sitúan dos montañas conocidas: al norte la Fana de Genestaza y al sur La Patana o Alto de la Prida.

        En el km 31 de la carretera AS-15, que lleva a Cangas del Nancea, sale la que va a Tuña y continúa después hacia el sur siguiendo el curso del río Genestaza. El último tramo de 3 km, a partir de Puentecastro, la carretera, que antes ha tenido buen asfalto, se encuentra en mal estado, muy estrecha, con continuos baches y muchas curvas. Cruzamos la aldea de Genestaza en dirección a L’Azurera hasta una cerrada curva a la derecha donde aparcamos.
Aldea de L’Azurera en el concejo de Tineo desde cerca de la majada La Chamiza.

         Comenzamos la ruta obviando los dos caminos que salen de la misma curva y retrocedemos unos metros por la carretera para tomar el camino ancho que se dirige, entre prados con cerca de piedra, hacia el río Genestaza. Como viene crecido por las recientes lluvias debemos descalzarnos para vadearlo. Al otro lado, el camino ancho sigue hasta la puerta de un prado. Quizás haya algún sendero que remonte por encima de los prados cercanos al río; nosotros no lo encontramos. Cruzamos la puerta y, pisando la hierba, nos dirigimos a la muria oriental que saltamos para salir a un sendero que discurre entre los prados y la sierra. La senda, que avanza hacia el norte, enseguida cruza el reguero de El Reguerón, después rodea por la izquierda unas peñas verticales, siempre en ascenso (hasta que lleguemos al collado La Chamiza, 500 metros más arriba, la cuesta no dará tregua) hasta llegar a la amplia canal que baja desde lo alto de la Sierra de la Cabra por cuya ladera occidental estamos subiendo.
El enorme argayo de la Fana de Genestaza desde la majada la Chamiza. En lo alto, el profundo tajo dividió la peña en dos: El Diente y La Fana.

         Viramos al este remontando duramente la empinada ladera en paralelo al reguero hasta alcanzar la majada La Chamiza. Situada en una zona algo menos inclinada, sólo encontramos las piedras caídas de las paredes de lo que en su día fueron cabañas. Mantenemos la dirección, en paralelo a la canal y con la vista puesta en un solitario y joven abedul (en la majada el sendero se pierde). A partir de este punto el terreno, que se inclina aún más, se vence mediante un par de zigzag. Después, la senda se pierde y los últimos 100 metros de desnivel los superamos entre las escasas matas de brezo que colonizan la ladera. En el collado de La Chamiza la densidad del brezo aumenta y sólo quedan despejados unos pocos metros cuadrados de hierba. La cima de la Sierra de la Cabra es un tupido brezal que nos va a dificultar en exceso el tránsito. Sin embargo, las vistas que ofrece de los picos de Somiedo, del cordal de la Mesa y de las Ubiñas son impresionantes y nos acompañarán hasta que bajemos de La Patana.

Desde el collado de La Chamiza vemos el Cornón, Cogollo Cebolledo y Peña Treisa.
         Siguiendo el lomo de la sierra nos encaminamos hacia el noreste bregando entre el brezo y buscando cualquier senda de animales que nos lleve a un crestón rocoso que debemos cruzar. Bordeamos dos peñas y al final de la 2ª encontramos la senda que permite el paso dando vista al pico alomado de la Cabra. Luchando de nuevo contra el brezo nos dirigimos hacia la pequeña colina del pico en cuya ladera se ha hecho un incompleto desbroce por el que accedemos a la cima. Sólo encontramos un montón de piedras a modo de señal. Desde aquí veremos, muy cerca hacia el noroeste, las afiladas crestas del Diente y La Fana de Genestaza.

Desde el collado La Chamiza debemos superar el crestón que se ve para llegar primero al pico La Cabra.

Desde el pico La Cabra vemos El Diente a la izquierda y el Pico la Fana a la derecha. Hacia allí nos dirigimos.
       Bajamos de La Cabra y nos dirigimos hacia ellos. De nuevo la pelea con el brezo. Atravesamos un canchal de grandes bloques de cuarcita (es la roca predominante en toda la sierra), para remontar, después, la ladera occidental de la Peña el Diente cubierta de brezo bajo y piedra. Cuando estamos casi en su cima, bajamos unos metros hasta el pequeño collado que lo separa de la Peña de la Fana. Formada por dos peñas verticales, a la primera se sube por una rampa bastante aérea y para alcanzar la segunda, algo más alta, hay que descender primero unos metros y cruzar, después, una corta cresta almenada (se puede rodear unos metros por debajo). Para alcanzar la cima del pico La Fana, hay que cruzar una repisa de unos 6 metros de largo en una pared vertical con buenos agarres (también se puede descender unos metros hasta el comienzo del embudo que se precipita vertical y remontar al otro lado). En ambos casos nos situamos en la ladera norte de la peña a unos pasos de la cima. Las vistas son magníficas y bajo la peña, en vertical, se precipita el argayo o fana que da nombre a la peña que baja hasta casi alcanzar las mismas casas de Genestaza.
En la cima del pico La Fana de Genestaza; se sube rodeándolo por la derecha.

         Este enorme desprendimiento es reciente y hay constancia de que en el siglo XIX las cimas de El Diente y de La Fana estaban unidas. Un primer derrumbe y la posterior erosión produjeron la fana más grande de Asturias. El terreno cuarcítico se desmenuza con facilidad y, en zonas muy inclinadas, la roca pierde consistencia y se producen estos espectaculares desprendimientos.
Peña Manteca desde la Fana de Genestaza

       Retrocedemos hasta el collado La Chamiza y en el camino de regreso encontramos unas trazas de sendero mejores que las de la ida. El brezo ha ralentizado mucho la marca y sólo hemos hecho 5,5 km en casi tres horas. Seguiremos el lomo de la sierra en dirección sur pasando primero por la Peña del Hombre, apenas un montículo. En este tramo hay buenos senderos entre el brezo bajo que ahora apenas molesta. Un corto descenso hasta la collada La Mueta da paso a un paisaje desolador (habría sido una buena ambientación para hacer una secuela de la película “La Carretera” basada en el libro del mismo título de Cormac McCathy): toda la sierra hasta La Patana ha sido asolada por un gran incendio. El gobierno del Principado ha prohibido el pastoreo en esta y otras sierras incendiadas últimamente en el Occidente. Si las zonas de tupido brezo vivo eran incómodas para caminar, el muerto con sus rígidos y puntiagudos palos contienen el peligro de dolorosos pinchazos. De este desolado entorno sólo nos compensa, eso sí con creces, las espléndidas vistas de las montañas nevadas al sur y el este que antes citamos.
Desde el collado La Mueta, zona quemada; al fondo La Patana y, a la izquierda, la tramo de la Cordillera entre el Cornón y Peña Treisa nevados.

         Después de La Mueta continuamos en ascenso rodeando las peñas que anteceden al pico Alto’l Gamonilín. Superadas las peñas nos encaminamos hacia su cumbre por la que pasamos, creyendo que la cima estaba en las peñas anteriores. Ahora iniciamos el descenso por la ladera suroccidental, dejando la segunda cumbre del pico a la derecha. Un rápido descenso de unos 160 m de desnivel nos deja en una de las pocas zonas herbosas que han quedado intactas: es el collado La Cabra, donde encontraremos unos caballos pastando. Parada a comer tras unas matas de brezo que nos protejan del viento frío. Mirando hacia el Cornón y las otras grandes cumbres somedanas, y con la vista puesta en la antena de La Patana, cogemos fuerzas, para lo que aún nos espera.

        Como ya llevamos bastante retraso, el penúltimo pico de la sierra, Entrantos, lo bordeamos por su ladera oriental siguiendo un sendero que, enseguida, comprobamos que desciende demasiado y lo abandonamos por otros que no pierden altura y nos dejan en la última zona herbosa de la sierra (antes de La Patana): el collado La Vallina. Ahora toca el remonte hasta la cima de La Patana. Son 250 metros de desnivel que deberemos vencer sin camino buscando las zonas más despejadas de los duros tallos de brezo quemado. No es fácil la ascensión, porque la ladera debía estar completamente tupida de brezo. Subimos hasta unas peñas situadas cerca de la cima que dan acceso a una corta zona casi llana que nos lleva hasta el remonte final. Pero al poco de acometerlo encontramos con una buena, doble y paralela senda que, llaneando de nuevo, nos deja en la pista que asciende hasta las antenas y casetas que coronan la cima de La Patana.
Vista hacia atrás de la Sierra de la Cabra desde La Patana. Al fondo, a la izquierda, se aprecia la Fana de Genestaza. Peña Manteca entre las nubes.

         Abajo vemos el valle del río Pigüeña con la localidad de Robléu a nuestros pies; más allá está Pigüeña y la última aldea que se divisa es Corés. Las grandes montañas de Somiedo están a la vista al sur y el sueste. Al suroeste encontramos la Sierra de la Serrantina, al oeste, al otro lado del valle del río Genestaza, está la de Dagüeño y al norte la de La Cabra. Al este se encuentra el cordal de La Mesa y más allá las Ubiñas.
Pigüeña en la valle del mismo nombre, desde La Patana.
Siguiendo el valle del Pigüeña vemos la aldea de Corés. Cierran el paisaje el Moscosu, a la izquierda y El Cornón a la derecha.

         Descendemos por la pista hasta el collado La Prida, punto de encuentro de los concejos de Tineo (al norte y el oeste), Cangas del Nancea (al sur y el oeste) y el de Somiedo al este. Hasta aquí llega también la senda que viene de la localidad somedana de Robléu y que otra vez utilizamos para alcanzar la cima de La Patana. Entre las altas escobas, no veo rastro de la senda que había hace unos años, pero esto no significa que la senda esté cerrada por la maleza.
Al bajar del collado La Prida encontramos la Braña de los Cadavales con estos hermosos caballos. En La Patana se ve su gran antena.
        Del collado La Prida la pista, que viene desde tierras canguesas, continúa el descenso entre los extensos pastizales de la Braña de los Cadavales donde se encuentra un segundo collado que da acceso al valle de Genestaza. Este pequeño tramo del recorrido pertenece al concejo de Cangas del Narcea. Hay una fuente en construcción y un gran depósito de agua para uso de las brigadas contraincendios. Abandonamos la pista que se dirige hacia el oeste hasta la localidad canguesa de Ridera para continuar por el valle del naciente río Genestaza (Xinistaza). Antes debemos abrir el cercado eléctrico que guarda los caballos que por allí pastan. Por cierto, encontramos un potro con un gran desgarro en una de sus patas delanteras, quizás por el ataque de los lobos. El giro hacia el norte siguiendo el curso del río nos depara las estampas más bellas del recorrido: las hayas, que rellenan los bajíos, con su reciente y verde cubierta contrastan con la desolación que vimos en lo alto de la sierra. Los parajes bucólicos se suceden. Una revuelta en la pista permite el descenso hasta una amplia pradera junto a un bosquete de hayas al lado del río. Más adelante, otra gran mancha de hayas llenan una buena parte de la ladera occidental de la sierra a la altura del collado La Vallina, poco antes de llegar a los prados de Almurfe.
Valle del río Genestaza (Xinistaza). A la derecha, la Sierra de la Cabra que finaliza en el espectacular argayo de la Fana de Genestaza
          Aquí el camino sigue el mismo trazado que el río, y como va crecido, debemos saltar a un prado para seguir por él hasta la puerta de acceso, que cuesta abrirla. A partir de este punto el camino es ancho y muestra las roderas de los vehículos ganaderos que hasta aquí llegan.

        Quedan dos kilómetros y medio y el camino sigue en cómodo y suave descenso, mientras el río se precipita al fondo del valle. Su rumor nos acompañará el resto de la ruta. En un punto nos encontramos de nuevo a su altura, pero enseguida se sumerge de nuevo en la hondonada mientras nuestro camino sigue casi en llano. Llegamos finalmente a una zona de prados, donde el camino de tierra que traemos pasa a ser de hormigón. Poco después cruza el río por un puente para situarnos en su margen izquierda y desembocar finalmente en la carretera que va de Genestaza a L’Azurera justo en la curva donde dejamos el coche por la mañana.


Lorenzo Sánchez Velázquez