miércoles, 30 de abril de 2014

Pico Valdepino. Circular desde el collado Angón

Encontramos espinos, acebos, hayas, tejos, … en el encantado valle de Piriañes, unas vistas espectaculares sobre el macizo del Cornión a partir del collado Parriellu, una majada ancestral, la de Sabugo, y  una no menos importante y espléndida "Senda del Arcediano” que nos transporta a un mundo antiguo donde las mercancías aún viajaban a lomos de mulas y en carros de bueyes. Todo esto en una ruta algo exigente pero bella.

Datos de la ruta
Salida y llegada: Circular desde el collado Angón (en el concejo de Amieva) 
Distancia: 14,4 km 
Perfil de la ruta

Duración: 6:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1150 m 
Altura Inicial: 815 m 
Altura máxima: 1745 m 
Dificultad: media
Track de la ruta

Mapa del recorrido

Punto de partida:
Collado de Angón (815 m) al que llegamos por una pista hormigonada desde la localidad de Amieva. Está señalizada a la entrada del pueblo. En el mismo collado hay un aparcamiento



Sierra de Amieva desde El Brañosu
Valle de Piriañes
Llegando a la majada de Piriañes
El bosque "encantado" de Piriañes
Macizo de Cornión, desde el collado Parriellu
Cima del Valdepino
 Descripción
          Del aparcamiento salen dos caminos. El de la izquierda, por el que regresaremos, es el magnífico camino empedrado de la “Senda del Arcediano”; el de la derecha, por que comenzamos la ruta, lleva hasta las cabañas y prados del Cuetu y Praotoru. Estamos en la vertiente septentrional de la Sierra de la Escampada y a los pies del crestón donde finaliza: Cabeza la Texa (1235 m).
         El camino ancho finaliza enseguida en una portilla que da acceso a un prado con cabaña. No la cruzamos. Unos metros antes, sale a la izquierda el camino antiguo, en parte empedrado y en parte embarrado, que deja a la izquierda el frondoso bosque que se extiende hasta el crestón rocoso de la Cabeza la Texa y a la derecha algunas cabañas y prados. Donde la senda comienza el descenso, la abandonamos cruzando un prado que en lo más alto tiene una cabaña en uso (El Brañosu). (Un poco antes, debimos seguir por otra senda para acceder a él por la portilla. Tuvimos pasar bajo una tensa alambrada de espino). Al otro lado del prado una portilla fija de madera nos permite retomar el sendero que sube hasta la Jorcada de Arriba (985 m). En el último tramo la senda casi se pierde y ascendemos por la zona más despejada cerca del murallón calizo.
           En la horcada se abre el horizonte sur con sendos valles por los que discurren los arroyos de Piriañes, a la izquierda, encajonado entre la Sierra de la Escampada y el Monte los Tornos y  el de Gustaviego, entre éste último monte y la Xerra de Gustiviegu; todo ello cubierto por un frondoso bosque. Al otro lado de la Xerra están las majadas de Baeno que vierten directamente al Sella en el mismo desfiladero de los Beyos.
           En collado viramos del suroeste al sureste, faldeando la sierra en descenso hasta llegar al fondo del valle siguiendo sendas de animales. El arroyo Piriañes nos recibe con su suave y claro rumor en este paraje recóndito y casi salvaje. Una senda bien marcada sigue paralela al abundante reguero que recoge el reciente deshielo primaveral. La senda da paso a un pequeño tramo de camino empedrado cerca de la majada Piriañes (970 m) donde llegamos. De ésta apenas quedan restos de algunas cabañas cubiertas por la exuberante vegetación. El lugar es hermoso e incita al descanso y al sosiego a la orilla del cristalino arroyo que en algunos tramos, más arriba, muere para renacer más abajo con brío. Espinos, acebos, hayas se entremezclan formando un tupido dosel bajo el cual el musgo cubre las piedras a la orillado de la susurrante riega. La senda, menos marcada pero perceptible, nos lleva por el mismo fondo del valle ahora por la margen izquierda del arroyo. Más arriba encontramos grandes y viejos tejos que compiten en frondosidad con grandes hayas: el joven tono verdeclaro de las recientes hojas primaverales de éstas contrasta fuertemente con el verdeoscuro de aquellos.

          En los claros del bosque echamos la vista atrás para apreciar el ascenso realizado. Así descubrimos la rica pradería de la majada La Texa situada en la cima de la Sierra de la Escampada, al lado de la Cabeza la Texa. En la zona más alta del valle, el bosque da paso a lo que fueron praderas y hoy son asiento intermitente de cotoyas. En esa zona límite es donde encontramos los tejos.
Peña Ten y Pileñes desde Valdepino
Atravesamos un corto tramo punzante hasta llegar a la zona herbosa que nos permite una fácil progresión hasta alcanzar el collado Parriellu (1327 m) situado entre el alomado Rasu Gustalcuendi y las peñas de los Porros de la Garza.
          Las vistas a poniente son espectaculares: el macizo del Cornión del que nos separa el profundo valle del Dobra, casi a nuestro alcance. Al sureste, el Cantu Carbonero del que nos separa el Arroyo Toneyo que tocaremos al pasar por la majada Sabugo en el camino de regreso. A la derecha del Cantu, vemos nuestro objetivo el pico Valdepino, por encima del Rasu.

Cantu Cabronero y Peña Beza
      Seguimos por el lomo de la sierra hacia poniente entre manchas de cotoya y brezo. Buscando la pradera, en ascenso, caminos hasta alcanzar el Rasu de Gustalcuendi (1459 m) que nos ofrece vistas hacia el Cordal de Ponga (Maciédome, Tiatordos, Campigüeños, Llambria, etc). De nuestro objetivo sólo nos separa la Majada de Gustalcuendi, Bustalcuendi o Valdepino (1401 m) hacia donde nos dirigimos descendiendo por la mullida pradera, al sur. Hay varias cabañas en ruinas pero en verano tiene una buena cabaña ganadera. Se trata de un collado que separa las aguas que vierten hacia Baeno, al oeste, de las que lo hacen hcia el este (majada Sabugo y arroyo Toneyo). Proseguimos en la misma dirección subiendo por la amplia canal herbosa que nos conduce, virando ligeramente a la derecha, a una canal de piedra. Comienza el fuerte ascenso a la peña por su ladera norte: la piedra sustituye a la hierba en la mayor parte de lo que resta de subida. Superada la primera canal, bordeamos un jou por la izquierda para continuar la remontada por un lengua de hierba que lleva a una segunda y corta canal, que, a su vez, da acceso a una hondonada herbosa. Otro ascenso por la ladera de la montaña nos lleva a pasar al lado de los retorcidos troncos secos de unos enebros rastreros que en su día adornaron la montaña y hoy quedan casi secos por el exceso de herbívoros (domesticados o no). De algunos aún nacen tiernos brotes que serán el alimento de corzos y vacas evitando la regeneración de las plantas. Tanto en la subida, como en la cima y en la bajada, encontramos rebaños de rebecos.
         Desde aquí, la cresta de la montaña se divisa próxima y hacia ella nos dirigimos. Al llegar, el precipicio se abre a nuestros pies: el Valdepino cae vertical por sus laderas occidental y meridional. Un corto recorrido por ella, rodeando por la derecha un jou, nos deja al lado del vértice geodésico que corona la cima. Las vistas ya las he descrito antes.
Majada de Sabugo (Sahugu)
         El descenso hasta Gustalmendi lo hacemos por el mismo camino. Aquí viramos hacia el naciente para descender por la inclinada pradera salpicada de hayas hasta la majada de Sabugo o Sahugu donde enlazamos con la “Senda delArcediano”. Aún se conservan cabañas en buen estado y, en tiempos, hubo albergue de caminantes y una ermita dedicada a Nuestra Señora de Sahugu. Estas construcciones ya desaparecidas dan fe de la importancia que tubo esta ruta en las comunicaciones con Castilla. Su abandono en el siglo XIX, se produjo tras la construcción la actual carretera por el desfiladero de los Beyos a base de dinamita.
Senda del Arcediano y Cantu Cabronero
        Como reza en uno de los paneles informativos ubicados en el collado Angón, la “Senda del Arcediano” fue probablemente una Calzada Romana, aunque se tiene noticia de su existencia en el siglo X con el nombre de Via Saliamica o Carrera maiore. En el XVII ya se la conoce con el nombre de “Senda del Arcediano” porque el Arcediano de Villaviciosa D. Pedro Díaz Oseja, natural de Sajambre deja en su testamento dinero para reparar y mantener la vía. En el siguiente siglo se la conoce como Camino del Almagre, pues por ella se transportaba el almagre (mineral terroso de color rojo formado por óxido de hierro mezclado con arcillas) usado en la fabricación de pigmentos rojos desde la prehistoria. Extraían el mineral de la almagrera de Labra (concejo de Cangas de Onís) y lo transportaban en caballerías por este camino hasta Sajambre, donde lo trataban y lo llevaban en carros de bueyes hasta la Serranía de Segovia donde lo vendían. A la vuelta traían vino. Al finalizar esta actividad comercial, se volvió a llamar Senda del Arcediano.

Senda del Arcediano
        Desde la majada de Sabugo aun nos quedan 5 kilómetros por la hermosísima “Senda del Arcediano”, empedrada en su mayor parte. El primer tramo sigue, en llano, paralelo a la riega de Toneyo hasta que ésta se precipita sobre el río Dobra, por debajo del embalse de La Jocica.  Echando la vista atrás vemos el Cantu Carbonero y el final del embalse. Por encima y al otro lado del río, se aprecia la otra senda colgada sobre él que llega a Carambo cerca del nacimiento del Dobra, y más allá, al refugio de Vegabaño. Por ese mismo lado del Dobra, el murallón calizo del Cornión sobrecoge: Pico Armada, mirador de Ordiales, Cotalba, Requexón, Los Llastrales y  El Camperón, Altos del Verde, Torre Bermeja y Moledizos. Estos picos se verán siempre, pero al principio podemos ver otros que están más atrás y que se irán ocultando a medida que avancemos: Torres de Cebolleo, Peña Santa de Enol, Torre de Enmedio, Torrezuela, Tres Marías, Torco, Peña Santa, Cabra Blanca y las Garitas Cimera y Bajera.
         Proseguimos el camino, que después de rodear la Xerra Trapallera, nos ofrece a la derecha la vista de la Mallada Cuerries. Más adelante, poco después de comenzar el suave descenso, pasamos al lado de la fuente y pilón de Jelmeda o Gelmeda, cuyo cartel de señalización unos desaprensivos han arrojado al barranco (¡lástima de energúmenos que tan poco aprecio siente por lo publico!).  Hacia el final, viejas y retorcidas hayas musgosas nos despiden abarcando con su retorcido tronco el camino que nos deja en el aparcamiento del collado Angón.

Lorenzo Sánchez Velázquez

martes, 22 de abril de 2014

Cordal del Tarambicu. Circular desde Valle del Lago

El Cordal del Tarambicu separa los valles de Saliencia y Valle del Lago. Su relieve, modelado por el hielo, forma una planicie a unos 1700 metros de altura salpicada de pequeños valles, resto de cubetas glaciares. Su ladera oriental es asiento de los bosques de Monte Grande y las Bustariegas que gozan de especial protección dentro del Parque natural de Somiedo. La occidental, más escarpada, vierte sobre el Valle del Lago y fue pulida por la lengua del glaciar que conformó el valle.

Datos de la ruta
Salida y llegada: Circular desde Valle del Lago (en el concejo de Somiedo) 
Distancia: 22,3 km 
Perfil de la ruta

Duración: 7:00 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1170 m 
Altura Inicial: 1230 m 
Altura máxima: 1918 m 
Dificultad: media-alta (por la distancia)
Track de la ruta


Mapa: entre Valle del Lago y el Tarambicu


Mapa: por la Sierra del Tarambicu y regreso a Valle del Lago
Teito. Al fondo la Sierra del Tarambicu
 Descripción:
           Llevábamos tiempo postergando la ruta por la Cordal del Tarambicu. Esta sierra nos llamó la atención desde las cimas de Peña Negra o el Michu, o cuando caminamos por el “Camín Real de la Mesa” pues cierra por el oeste el bello valle de Saliencia. También cuando anduvimos por Peña Chana o Peña Salgada o por los Albos nos propusimos visitarla. Pero siempre surgían otras prioridades montañeras. Por eso, cuando estuvimos en las Brañas de Saliencia (justo al otro lado del valle), nos pareció que ya era el momento de atacarla. Así es que la semana siguiente nos encaminamos hacia Valle del Lago (1230 m). Como en otra entrada de este Blog describimos el itinerario seguido para llegar a esta aldea somedana desde el Centro de Asturias, me remito a lo escrito allí.
Lago del Valle
          El primer tramo de la ruta nos llevará hasta el Lago del Valle. Aunque podríamos seguir la señalizada, despejada y concurrida pista hormigonada, continuación de la carretera, preferimos el arbolado dosel alternativo del camino (hayas y avellanos en los linderos de las fincas) que sigue la margen izquierda del río del Valle. Este camino lo describimos  en la ruta de Peña Chana. Al llegar a la revuelta de la Braña El Veneiru, lo abandonamos para seguir de frente por una senda que nos lleva al Lago del Valle (1566 m) justo en el punto donde vierte el canal de abastecimiento del lago, canal que viene desde la braña de Murias Chongas.
          El magnífico y hermoso lago, con su islita en medio, nos produce una magnífica impresión. Se trata de una cubeta glaciar recrecida por su lado oeste para permitir un mayor volumen de agua. En su origen, la lengua del glaciar se extendía por el Valle del Lago, en U, modelando el paisaje. Seguimos el muro del embalse hasta su finalización, al norte.
Subiendo a Camayor. Lago del Valle con Peña Orniz al fondo.
          Toca ahora superar la ladera oriental del Valle del Lago para acceder a la Veiga Camayor donde arranca la Sierra del Tarambicu. Para ello mantenemos la dirección por un sendero que tiene las marcas casi desaparecidas de la ruta PR AS-15, hasta alcanzar la cercana y arreglada finca de La Piniella. El camino original dejaba la cabaña a la izquierda, pero, ahora, una alambrada de espino impide el paso y hay que rodearla, dejándola a la derecha. Después, continuamos hacia el noroeste por un sendero poco marcado y casi abandonado, en paralelo a un regato, por su margen derecha, que nos lleva a Vega Rionda después de cruzar varias alambradas. Aunque nosotros seguimos este camino, quizás habría sido mejor bajar un kilómetro por la pista hormigonada que tiene las marcas del PR AS-15.1 y, al cabo, abandonarla cruzando el valle hacia Vega Rionda. Aquí encontramos ya un buen sendero que, en constante subida, mantiene la dirección noroeste, deja a la izquierda la muria de un prado y nos lleva a la pista que se viene de Valle a la altura de la Braña el Gabitón (1550 m). Es un ramal de la principal y ha sido construida para dar acceso a las brañas de Solapeña, La Corba y El Gabitón.
Valle del Lago. Esperones y Canalón. Peña Chana al fondo.
           Seguimos la pista hacia la derecha, al este, hasta su cercana finalización. En este punto arranca otra senda que da un giro brusco a la izquierda para retomar la dirección noroeste, pasar un pedrero, dar un amplio giro hacia noreste entre las peñas Chabana, a la derecha, y La Minga, a la izquierda, y alcanzar finalmente las amplias praderas de la braña de Sobrepeña, donde queda tan sólo un pilón con poca agua. Desde aquí ya divisamos la cumbre del Tarambicu, al norte.
          Un suave ascenso por el sendero marcado en la pradera nos sitúa en el amplio collado (1743 m) de acceso al valle de Camayor y El Sumidoriu. Estos extensos pastizales están cerrados por los picos Tarambicu, Concrespu y Las Porzanas, al norte; y los contrafuertes rocosos más septentrionales del Albo Occidental, al sur. Cruzándolos, siguiendo las marcas del PR AS 15, se llega a los demás lagos de Saliencia (Cerveriz, Calabozosa y Cueva). Nuestro camino, sin embargo, no se dirige hacia ellos, sino que, abandonando las señales del PR, nos encamina hacia el norte para subir a la Sierra del Tarambicu. Para ello, cruzamos un pequeño reguero. Enlazamos, después, con la senda que viene de la pradera de Camayor. Finalmente, la seguimos hacia poniente hasta alcanzar el collado de acceso a la sierra. Con esta maniobra hemos rodeado la peña y sólo nos queda remontar su ladera occidental, mezcla de hierba y piedra, sin senda y sin dificultad, para alcanzar la cima del Tarambicu (1918 m).
Pico Tarambicu
         Esta espléndida montaña de fácil acceso, tiene unas vistas espectaculares que describimos brevemente. Al este el Cordal de la Mesa (Michu, Peña Negra), Los Bígaros y, más atrás, Las Ubiñas. Al sur, el gran macizo de Somiedo: Morronegro (en León) Calabozosa, Albos, Peña Orniz. Al suroeste, encerrando el Lago del Valle, vemos los Picos de la Mortera, en León Peña Chana (de León) y la alargada loma que contiene a la Peña Los Años y Punta la Sierra. Virando al oeste encontramos la afilada cima de los Picos Blancos y la alargada Peña Chana en el límite entre Asturias y León. Más lejos y al oeste están Peña Salgada, el Cornón, el Cogollo Cebolleo, etc.
Planicie del Tarambicu. Michu y Peña Negra al fondo
         La Cordal del Tarambicu es una especie de meseta a unos 1700 m de altura modelada por los hielos y dirigida de sureste a noroeste entre los valles de Saliencia y Valle del Lago. Los bordes situados sobre ambos valles caen verticales y son prácticamente inaccesibles salvo para los abundantes rebecos. Por el medio discurre un valle que desagua en la cubeta que forma la somera Laguna Fuentes. El lateral de la sierra que mira hacia Saliencia es una planicie a unos 1800 metros de altura con muy buenas vistas. Cae vertical, como dijimos antes, hacia ese valle y menos abruptamente sobre varios vallecitos situados en medio de la sierra (Veiga Rionda, Veiga Fuentes, con su laguna, y el Reguero la Chamera, al final de la sierra). Al otro lado, la vertiente occidental de la sierra es más abrupta y contiene algunos riscos y peñas como Peña la Minga (o la Braña), Los Bernaldeos, La Estaca o Las Cruces, que son visibles cuando se camina apaciblemente por el valle del Lago.
Picos Albos y Peña Orniz desde el Tarambicu
          El recorrido por estos lugares lo hicimos, en la primera, parte bajando de la Peña del Tarambicu hacia una senda que se divisa en el fondo de un pequeño valle con restos de alguna construcción y cerca de piedra. La senda discurre por la parte alta de la planicie con unas vistas formidables del Cordal de La Mesa y del Valle de Saliencia, sobre todo después de atravesar unas zonas de pastos. Algunos miradores, a vista de águila, sobre el valle, impresionan por sus caídas verticales que finalizan en los bosques de Monte Grandes y las Bustariegas, lugares de especial protección en el Parque Natural de Somiedo. Después de unos dos kilómetros por esta zona llana, viramos hacia el oeste para visitar la majada y la laguna de Fuentes, sumidero natural de la sierra.
Braña La Chamera
          Para ello, abandonamos el sendero que sigue la cresta, para continuar por otro que desciende hacia los valles interiores. En el descenso nos topamos con una alambrada que, una vez cruzada, nos sitúa en el pequeño valle donde se ubica Veiga Rionda. Para llegar hasta el valle más extenso que contiene la laguna de Veiga Fuentes (1630 m), sin dar mucha vuelta, se puede remontar un pequeño crestón rocoso hasta encontrar, al otro lado, el sendero. Mejor es rodearlo siguiendo la senda hacia el oeste, para virar al sur y superar el lomo rocoso dando vista a la amplia Veiga de Fuentes donde se asienta la laguna. Es poco profunda con abundante vegetación acuática, rodeada de extensos pastizales y con abundante cabaña ganadera en verano. Alcanzada la laguna, continuamos nuestro camino siguiendo el curso natural del valle, que se estrecha mucho al pasar entre dos peñas y se vuelve a ensanchar en los ricos pastos del valle de Veiga Rionda, al que volvemos, pero más al oeste. La senda bien marcada sigue por el fondo del valle otros 2 kilómetros hasta alcanzar la vistosa braña La Chamera (1490 m), con un teito en buen estado, rodeado de una especie de sembrado de antiguas piedras que dan al lugar un encanto especial. Aquí finaliza la sierra y es hora de descender.
Bajando a la aldea de Llamera
           El sendero nos hace bajar fuertemente, primero hacia un pilón con abundante agua, después haciendo zigzag, hacia unos prados con rudimentarias cercas de piedra que dejamos a la derecha, adentrándonos en el bosque. Son las brañas de Llamera (1270 m). El fuerte descenso no da tregua entre los avellanos que separan las fincas del camino y el bosque situado a nuestra izquierda. Encontramos algún teito. No muy lejos del pueblo, el camino se separa en dos: el que sigue de frente es directo a la aldea, aunque tiene falta de limpieza pues los avellanos y arbustos que separan las fincas se van apoderando poco a poco de él. El otro, que sale a la izquierda, está más despejado y da una pequeña vuelta hasta enlazar con el primero a la entrada de la aldea de La Llamera (1080 m). Tiene unas pocas casas y muy pocos habitantes. Hasta aquí llega una pista hormigonada que sale Veigas. La seguimos en descenso, disfrutando de la magnífica cascada que forma el reguero La Chamera: desagüe natural de la sierra del Tarambicu. Un
Cascada del arroyo La Chamera
kilómetro más adelante abandonamos el hormigón que va hacia Veigas para seguir la pista (960 m) que asciende por la profunda foz que forman las peñas La Mozqueta (final de la Sierra del Tarambicu) y el Monte Couto (La Palombera) hasta alcanzar el collado situado en la carretera que llega en ese punto a Valle de Lago. Este tramo de subida final vence unos 280 metros de desnivel y transcurre por un entorno muy húmedo y sombrío (en la profunda foz) entre los grandes peñascos que caen verticales y la exuberante vegetación, dándonos una impresión de cuento de hadas: solo falta un encuentro casual con algún pacífico oso para completar esta larga pero espectacular ruta.

Lorenzo Sánchez Velázquez

sábado, 19 de abril de 2014

Brañas de Saliencia. Circular por las "foces" de Arbeyales y Arroxos

Teitos y corros, "foces" y caminos reales son los ingredientes de esta magnífica ruta por Somiedo. Las brañas de Saliencia forman un bello conjunto etnográfico de teitos, mientras que en la braña de La Mesa encontramos corros con techumbre de piedra. El ascenso a las brañas por la foz de Arbeyales y el descenso por la de Arroxos completan el recorrido.


Datos de la ruta
Salida y llegada: Circular desde Arbeyales (en el concejo de Somiedo) 
Distancia: 23 km 
Perfil de la ruta

Duración: 7:00 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1200 m 
Altura Inicial: 1000m 
Altura máxima: 1685 m 
Dificultad: media-alta (por la distancia)
Track de la ruta

Mapa de la foz de Arbeyales y las brañas de Saliencia

Por la braña de La Mesa y la foz de Arroxos

Descripción:  
Foz de la Güérgola de Arbeyales
          Iniciamos la ruta en la aldea somedana de Arbeyales (1000 m) a la que llegamos desde el centro de Asturias siguiendo la autovía A-63 Oviedo-La Espina, después la AS-15 en dirección a Cangas del Nancea y más adelante la AS-227 en dirección a Somiedo. A la altura del embalse de La Malva, tomamos la SD-1 en dirección a Saliencia y el puerto de La Farrapona que comunica con León. Poco antes de llegar a Saliencia, se encuentra, a la izquierda, la aldea de Arbeyales.
Braña de Murias
           Una vez estacionado el vehículo, comenzamos la marcha siguiendo las marcas del PR-AS 12 que enseguida se adentra en la extraordinaria, estrecha y empinada foz de La Güérgola totalmente empedrada (la llamada "escalinata de la Güérgola de Arbeyales"). El camino, con tramos de muro armado, pegado a los verticales desplomes calizos  de Peñasxuntas, que bajan desde el Michu, sigue por la margen izquierda del arroyo de Murias. Es una delicia para los sentidos: las pequeñas cascadas, los rápidos y las torrenteras unen el encanto visual con el sonoro. La foz tiene una longitud aproximada de medio kilómetro, quizás algo menos, y al final se abre en el hermoso valle de Murias, asiento de la braña del mismo nombre; la primera que visitaremos. Al terminar la foz, el camino se divide en dos. El que se desvía a la derecha tiene un pequeño tramo empedrado, convirtiéndose enseguida en sendero hasta llegar a la braña de La Güérgola. Por él regresaremos. Nosotros continuamos por el sendero de la izquierda. Cruza el arroyo por un pequeño puente y asciende en zigzag hacia la braña de Murias (1350 m). Hemos superado un desnivel de 320 metros y recorrido 1,8 km.
Peña Negra desde el "Camín Real de la Mesa"
           Los teitos que forman la braña, bien conservados y en uso reciente a juzgar por los montones de estiércol visibles a un lado de la puerta principal, se encuentran dispersos en una hermosa y florida pradera en este día de primavera. A diferencia de otras brañas, como la de La Pornacal, en estas, los teitos se intercalan entre prados y tierras de labor. También contienen  fuentes y olleras. La imagen de los teitos en medio de la pradera, con Peña Negra al fondo, forma una extraordinaria estampa.
           En Somiedo se pueden encontrar dos tipos de construcciones arquitectónicas etnográficas. Los corros son pequeñas cabañas de piedra con techos de piedra (llábanas) en falsa bóveda y planta circular. Son muy bajos y tan solo tienen una puerta de entrada y una pequeña ventana. Son las construcciones más antiguas. Más adelante veremos varios en la braña de La Mesa. Los teitos tienen paredes de piedra y cubierta vegetal. Su planta es rectangular y el techo se recubre con escobas (xiniesta) o piornos (piornu). Mediante este sistema se impermeabiliza el interior durante unos 14 años sin apenas reparaciones. Suelen tener una longitud entre los 8 y los 15 metros y una anchura entre los 6 y 7 metros. El interior tiene una zona para el ganado y otra que sirve de vivienda con su llar u hogar y su zona para dormir. La cumbrera o cume es la parte más expuesta a los embates del viento, la lluvia y la nieve. Por eso se clavan en la cubierta vegetal largas varas o llatas sujetas con palos ahorquillados (llamados gabitos), entrelazados con otras colocadas transversalmente cuya finalidad es soportar y transmitir el peso de la techumbre a las paredes de piedra del edificio. En la parte alta del teito está el henil.
Por el "Camín Real de la Mesa"
            Hasta la braña de Murias llega la pista para vehículos todoterreno que viene desde Saliencia. Podríamos seguir por ella visitando las demás brañas de las Morteras de Saliencia, sin embargo, nuestros objetivos son más amplios y la dejamos para la tarde, en el camino de regreso. Ahora toca subir hasta el Camín Real de La Mesa situada unos 220 m por encima. Desde Murias, podríamos mantener la dirección norte y remontar la empinada ladera hasta ascender al “camín” a la altura de la braña La Corra. Pero, como es una braña que ya hemos descrito en otros lugares, acortamos el camino de ascenso, siguiendo la senda que arranca en lo más alto de la braña. Se trata de un camino que va más alto y en paralelo a la pista que viene de Saliencia. El sendero va rodeando el valle de Murias en continuo y suave ascenso, cruzando los regueros donde nace el arroyo de Murias y una alambrada. Nos deja en un hombro herbáceo que separa las brañas La Güérgola o Arbellales, situada por debajo, y la de Ordiales o Urdiales, arriba. Ascendemos por la pradera hacia la última, que encontramos abandonada y en ruinas. Unos metros antes de llegar a la propia braña, sale una senda que sigue el hombro del monte, entre las altas escobas, que nos deja en el mismo “camín real” (1550 m), justo en la base de Peña Negra. Desde allí podemos disfrutar de algunas montañas de Somiedo: por encima del Tarambicu sobresalen el Cornón y el Mocosu, hacia poniente; y hacia el sur, cerrando el valle, las Porzanas. Más adelante a medida que subamos algo más y nos desplacemos hacia el sur, veremos los Bígaros, hasta cuya base nos acercaremos, y los picos Albos.
Teito y Corro en la braña de La Mesa
           El agradable paseo por el “camín” entre bosquetes de abedules, robles, acebos, …, con vistas hacia el amplio valle de Saliencia cerrado, al otro lado, por la Sierra del Tarambicu nos deja, después de un kilómetro y una vez dejada atrás Peña Negra, en el collado Sedernia (1643 m) que da vista al amplio valle de Teverga, al este. En este tramo encontramos una fuente y abrevadero. Desde el collado vemos también las sierras de Gradura-Yernes-Tameza y la de Sobia. El camino continúa en ascenso rodeando, primero el Alto de la Granda Blanca y, después, en descenso, el Alto de la Cuguruza. El rodeo del siguiente y breve pico del Cantu Rubio finaliza en las amplias praderas del Colláu Madalena (1546 m). Los pastos de altura de este collado albergan una amplia cabaña ganadera de vacas de carne y caballos, todos bajo el atento cuidado de los mastines. De nuevo las vistas se abren hacia oriente. Aunque no se ve, a unos pocos metros de distancia, en la vertiente de Teverga, se encuentra la magnífica braña de Fonfría, a la que accedimos en otra ocasión desde la localidad de Barrio, cuando subimos al pico Aguil y descendimos, después, a Torce. En otra entrada recogeré esta preciosa ruta.
            El buen camino, que hemos traído desde Peña Negra, mejora transformándose en pista para todoterrenos, que es continuación de la que asciende directamente a este collado desde Saliencia. Desde Peña Negra hasta la Madalena el “camín” sólo nos ofrecía vistas a occidente, quedando las orientales ocultas tras los montes que hemos rodeado, excepto en un pequeño tramo en la Sedernia. Desde la Madalena hasta el collado del Muru, situado dos kilómetros al sur, las vistas ocultas serán las de poniente (nos las ocultan los montículos de Las Gavitas y Los Cumales), teniendo una hermosa visión del valle de Teverga, al este. Al llegar al Colláu del Muru (1634 m) se nos abre la perspectiva sur donde encontramos el amplio valle del puerto de La Mesa.
          En el collado, el camino se divide en dos. El que circula más alto llega hasta el propio puerto y, más allá, a Torrestío; sin embargo, el que siguiendo hacia el sur va más bajo, llaneando, llega hasta la braña de La Mesa, continuando más allá, en forma de senda, hasta enlazar con el otro en el mismo puerto. Seguimos por el segundo para visitar la estupenda braña de La Mesa (1660 m) en pleno uso. Hay allí una fuente y una gran cabaña ganadera en los meses de verano que aprovecha los ricos pastos de altura permanentemente verdes. Tiene pocos teitos pero muchos corros de planta muy baja con cubierta de llábanas (piedras planas) en falsa bóveda. De todas las brañas que he visto en Asturias, ésta es la que tiene más corros y en mejor estado de conservación.
Camino por la Foz de Arroxos
            Una vez visitada esta hermosa braña, retrocedemos por otro camino que sale de los corros más cercanos al arroyo Arroxos en dirección noroeste. La seguimos por la margen derecha para encaminarnos a la hermosa Foz d’Arroxos, otra de las maravillas del día. Poco a poco entre los prados que dan paso a la vegetación rastrera de escobas, piornos y brezo, el valle se va estrechando entre los derrumbes verticales de Peña la Ferrera (el pico más septentrional de la Sierra de los Bígaros) y los de Los Bueis. En lo más angosto del desfiladero apenas queda espacio para el torrencial discurrir del arroyo. Por allí sigue el hermoso camino labrado y armado en la roca, ofreciendo unas extraordinarias imágenes donde se conjugan las afiladas agujas y crestas calizas con el torrencial repicar del agua desplomándose en su vertiginosa caída en pos del río Saliencia, mucho más abajo. Al final la foz se abre y al murallón calizo le sigue un magnifico robledal en el que nos adentramos cobijados por su magnífico dosel. Así llegamos a la carretera SD-2 que lleva hasta el Alto de la Farrapona donde finaliza en el aparcamiento construido recientemente para los turistas que visitan los lagos de Saliencia. Cruzamos la carretera para continuar por un camino en paralelo a ella que nos deja a la entrada de Saliencia (1113 m), al lado del área recreativa y de su aparcamiento. En éste hay una fuente donde refrescarse y coger fuerzas para el resto de la jornada, que aún queda. Hasta aquí hemos recorrido 16 km y llevamos acumuladas unas subidas de unos 850 m.
Teito en la Mortera de Saliencia, al fondo Los Bígaros
         Justo al lado del aparcamiento sale una pista de hormigón en dirección este que asciende duramente en paralelo al reguero Treme, virando más arriba hacia el norte sin perder la fuerte inclinación. Hay que tomarlo con paciencia. Un par de revueltas y un viraje hacia el oeste cruzando el arroyo, nos permite subir a las Morteras de Saliencia (1354 m). Ahora toca recorrer el resto de las brañas siguiendo la pista y las marcas del PR-AS 12. Los teitos de cada braña se encuentran dispersos por las praderas. Son muy grandes y semejantes a los que vimos en la de Murias. Al comienzo de la mortera se encuentra un panel explicativo que nos informa sobre las características y disposición de los teitos. En seguida sale a la derecha otra pista que lleva al collado La Madalena en el “camín real”. Seguimos de frente con suaves subidas y bajadas para ir de una braña a otra. Cruzado el reguero Borbolla llegamos primero a la de El Cocháu (1390 m), un kilómetro más adelante, a la de El Rebochal, mientras que al norte nos queda la de Bárzana, que no visitamos. Ahora toca dar un amplio rodeo siguiendo la pista para no perder altura y cruzar el arroyo de Castro. La siguiente subida nos deja en la braña de La Güérgola u Ordiales de Arbeyales, situada sobre la vertical de Arbeyales. Además de unas pocas payozas, encontramos una antena de telefonía. Si seguimos la pista llegaríamos a la majada de Murias por el camino que no quisimos recorrer por la mañana. Otro arranca al lado de la antena y baja en zigzag hasta Arbeyales. Sin embargo, seguimos un sendero que sale de la última cabaña en dirección oeste por una zona muy empinada, ensanchándose más abajo para continuar, empedrado, hasta el inicio de la Foz de la Güérgola, por la que descendemos finalmente a Arbeyales.


Lorenzo Sánchez Velázquez




miércoles, 9 de abril de 2014

Valles de Vegapociellu y Campón. Circular por las majadas de Campón, Fumiosa, Cerréu, Vegapociellu y Ablanosa

Al comenzar fue el río, al finalizar también. Nace oficialmente en la fuente Nalona muy cerca del puerto de Tarna, aunque son otros los que le dan su caudal: multitud de regueros vierten en él antes de recibir el gran aporte del río Monasterio. De ellos, el más caudaloso es el arroyo de la Ablanosa que viene de Vegapociellu. En su curso alto, el Nalón ha tallado la abrupta geografía casina produciendo foces y desfiladeros espectaculares. El tramo más angosto se encuentra en la zona de Entrepuentes a la altura del kilómetro 55 de la carretera AS-17, que va al puerto de Tarna. Allí se ha habilitado un mirador con dos bancos y un arco de orientación informativo: Cuetón, Cantu’ l Oso, Cueto Negro, etc. Estos parajes y las majadas que en ellos habitan son los objetivos de esta espectacular ruta.

Datos de la ruta
Salida y llegada: Circular desde el mirador de Entrepuentes (en el concejo de Caso) 
Distancia: 17 km 
Perfil de la ruta
Duración: 5:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 760 m 
Altura Inicial: 900m 
Altura máxima: 1393 m 
Dificultad: baja 
Fecha de realización: 5/VI/2014
Track de la ruta

Mapa de la ruta

Cómo llegar
         Pocos son los lugares donde estacionar los vehículos en este tramo de la carretera: en el mirador caben dos y otro un poco más abajo. En el kilómetro 56, donde sale la pista hacia La Ablanosa, también hay espacio para aparcar.
    El día amaneció con nubes y claros. Nos cayó alguna llovizna intermitente que apenas molestó, aunque se mojaron los paraguas. La primera, al llegar a la Fumiosa, la segunda en Vegapociellu y la tercera después de terminar.







Puentes Campón sobre el río Nalón
Majada La Fumiosa
Subiendo al collado Cerréu
Tiatordos y Maciédome desde la majada Cerréu
Descripción
         Comenzamos la ruta en el mirador (900 m) bajando por la carretera unos 300 metros hasta llegar al camino que sale a la izquierda con una señal de prohibido para vehículos no autorizados. Camino nuevo, tallado en la roca, con baranda de madera, que nos deja en el moderno puente del Campón (827 m). Sobre el cemento se ha escrito una fecha del 2011 que seguramente corresponde con la de su construcción: de madera pero asentado sobre fuertes vigas de acero. El deshielo de primavera nos ofrece un bravo Nalón encajonado entre verticales paredes: estamos en la angostura de Entrepuentes.  Musgo, helechos y agua, el camino antiguo nos da una apariencia de cuento. Por él seguimos la ruta subiendo hasta la majada El Campón (1020 m) que da nombre al valle y al regato que lo riega. Aquí termina el camino ancho. Continuamos hasta la última de las ruinosas cabañas, para coger un sendero hacia la derecha que sigue otra riega deudora de la anterior. Camino y riega confluyen en algún tramo y la inclinación aumenta hasta alcanzar un breve collado que da acceso a la majada La Fumiosa (1200 m). Situada en la falda meridional de la Sierra de Fuentes, tiene sus cabañas en ruinas (algunas con llábanas de madera) y buenos pastos en un terreno bastante llano. Sin embargo, lo remoto del lugar y la dificultad de acceso han llevado a su abandono.
          La propia Sierra de Fuentes y la de Príes (Cantu l' Osu) nos cierran los horizontes norte y oeste. En cambio, hacia el sur y el este, las vistas son espectaculares: desde el pico La Senda hasta el Tiatordos; le siguen el Maciédome, la loma de la Bolera que deja ver Pileñes y Peña Ten, las peñas de Montoviú y La Abedular. Llama nuestra atención el montículo que se descuelga del Cuetón (Sierra de Fuentes), dejando en medio un collado. En su cima se ven algunas cabañas; es el Cerréu, nuestra siguiente parada.
          La senda continúa hacia el collado por el pastizal, faldeando la sierra. Cruzamos después un bosquete, prolongación occidental del bosque de Fabucáu, para acceder a la ladera norte del collado. Por aquí subimos, entre manchas de nieve, buscando las zonas más despejadas hasta alcanzarlo. Allí sigue el pilón. La majada Cerréu (1389 m) se encuentra sobre un montículo herboso a la izquierda. Aunque he escrito sobre ella en el libro “Recorriendo las montañas de Asturias II” en el capítulo dedicado a la subida al Cantu l'Osu, no me resisto a una segunda descripción: abrazada por el Cantu l' Osu y la Sierra de Fuentes, es un espectacular mirador hacia el naciente y el sur. En mi opinión, es la majada con mejores vistas del paisaje casín. Las hemos descrito antes, aunque desde aquí están mejoradas.
        
Cruzando un alud
           La ruta prosigue por la senda que sale del pilón hacia el murallón del Cantu l' Osu, al oeste. Va virando hacia al sur, faldeando la Sierra de Pries, por la parte superior del gran hayedo de Fabucáu. Enseguida encontramos nieve blanda. La pendiente lateral es grande y, en la zona más inclinada, cruzamos transversalmente, con cuidado, dos aludes que nos llevan a una zona menos inclinada y con menos nieve, la Llana les Mules. Entre las hayas; imágenes espectaculares del bosque. Más adelante, la senda baja hasta la hermosa majada de Vegapocillu (1280 m): pradera asentada en un valle glaciar y rodeada por la Sierra de Pries, al norte, y la del Mongayo al sur y sureste, cerrada al este por el macizo del Cueto Negro. La salida natural del glaciar está cubierta por el hermoso hayedo de Fabucáu y la extensa pradera con cabañas, algunas en uso, y las montañas nevadas que le rodean, dan a este paraje un encanto muy especial.
Bosque de Fabucáu
Majada de Vegapociellu
         Aprovechamos para comer, disfrutando de la hermosa vista del Tiatordos que se yergue, al fondo, en la misma dirección del valle. Aquí nace el arroyo de La Ablanosa alimentado con la abundante escorrentía del deshielo primaveral. Cruzamos la pradera, inundada en esta época, siguiendo la dirección del valle (noreste), hacia el hayedo. En él nos sumerge el sendero: los hayucos caídos durante el otoño comienzan a germinar y los brotes hinchados de las hayas anuncian el maravilloso estallido primaveral. Las más viejas, que no han aguantado los rigores del invierno, sirven de despensa a multitud de organismos que regeneran el suelo fértil, completando el eterno ciclo de la vida. Bosque precioso, incluso en este comienzo de abril que aún no ha cubierto sus árboles de verdes hojas. Con este deleite de los sentidos caminamos unos 3 km hasta la majada Carrascosa, donde el sendero desemboca en el camino ancho que la sirve. Enseguida llegamos a la majada de La Ablanosa (1090 m) con abundantes cabañas arregladas y prados en medio del bosque. De la derecha nos llega el rumor del arroyo que discurre muy abajo.


Cantu l' Osu desde La Ablanosa
         
           La pista continúa el descenso en medio este gran hayedo salpicado por algunos prados y cabañas, para dejarnos, después de otro kilómetro y medio, en el Puente del Corral sobre el Nalón. Lo cruzamos y seguimos por otro camino que sale a la izquierda por la margen derecha del río. Unos metros más adelante, otro puente, el del Medio, nos debería cruzar al otro lado para enlazar con el camino de ida al lado del puente El Campón, después de atravesar el pequeño desfiladero de Entrepuentes. Sin embargo, sólo encontramos los restos del antiguo puente, destruido por alguna riada. Al otro lado sigue el camino; imposible cruzar con el caudal y la fuerza de la corriente. Retrocedemos hasta la pista y continuamos por ella hasta la carretera. Un corto paseo de 1 kilómetro, disfrutando de las vistas hacia el abrupto desfiladero atravesado por un salvaje Nalón,  nos deja en el mirador del que partimos.
Restos del Puente del Medio









Lorenzo Sánchez Velázquez


martes, 8 de abril de 2014

Cascadas de Oneta y pico Panondres. Circular desde Oneta

Las cascadas de Oneta han sido declarados Monumento Natural por el Principado de Asturias (Decreto 45/2002). El Pico el Can o Panondres constituye una atalaya formidable con impresionantes vistas sobre el noroccidente de Asturias.
 
Datos de la ruta
Salida y llegada: Oneta en el concejo de Villayón
Distancia: 19 km
Perfil de la ruta
Duración: 5:30 h (sin contar paradas)
Altura máxima:
843 m
Subidas acumuladas: 950 m
Altura Inicial:
320 m
Dificultad:
entre baja y media
Track de la ruta



Hacia las cascadas


Cómo llegar
           A la entrada de Navia, llegando desde el centro de Asturias,  sale a la izquierda la carretera AS-25 que deja a la izquierda la papelera ENCE y se dirige a Villayón, al sur. Poco después de pasar Arbón, una desviación a la izquierda (la VY-4) nos deja, después de 4 km, en la pequeña localidad de Oneta (concejo de Villayón). También se puede acceder desde Luarca por la sinuosa AS-36 después de recorrer unos 30 km y atravesar el Alto el Sagredal. A pesar del alto número de turistas que acuden a visitar las famosas cascadas, no hay ningún aparcamiento habilitado. Dejamos el vehículo en la carretera entre las casas.


Sierra de Panondres

Descripción    
          Oneta tiene algunas casas solariegas blasonadas, pero hoy es un pueblo rural que vive de la ganadería a la que sirven sus verdes prados entreverados de pequeños huertos sembrados de berzas y nabos. Antaño estas verduras complementaban la alimentación de la rica cabaña ganadera y hoy constituyen ingredientes fundamentales del pote de nabos, típico del concejo de Morcín y extendido por el centro de Asturias, al menos.
          El acceso a las cascadas está perfectamente indicado. Siguiendo la señalización, nos dirigimos por una pista hacia el suroeste. En menos de un kilómetro de apacible paseo llano, entre los prados, oímos al principio el rumor y, finalmente, el estruendo del agua. Al llegar a lo alto de la primera cascada, La Firbia, vemos el estrechísimo cauce del río antes de que se precipite inexorablemente hacia su destino, 15 metros más abajo. Hay un peligroso mirador que no mejora mucho esta perspectiva superior. Continuamos por el sendero, que sigue la margen derecha del Río de Oneta, para acceder a su base donde tenemos la mejor vista de la impresionante cascada.
La Firbia
          Después, retomamos el sendero, río abajo, por el canal que en su día llevaba el agua al Molín de Abaixo, pasando sobre unos bellos rápidos a los que descendemos destrepando unos tres metros por una pared de piedra. Más abajo encontramos el molino, de tipo rodezno -de rueda horizontal- que está perfectamente restaurado. El sendero continúa en vertiginoso descenso hacia la segunda cascada, la Ulloa o la Firbia de Abajo. Siendo más ancha que la de arriba, tiene menor altura, y las grandes piedras resbaladizas que la cierran nos impiden acercarnos a su misma base. El paraje es idílico, pero el río, aguas abajo, se adentra en una zona escabrosa y salvaje de difícil acceso. Dicen que por allí hay otra cascada pero de ella no tengo constancia documental. Algún grupo ha intentando encontrarla sin éxito. Regresamos a Oneta por el mismo camino.
Molín de Abaixo
          Ahora toca la segunda parte de la ruta, la más larga, la que nos permitirá subir al Pico del Can (Sierra de Panondres). Para ello, retrocedemos por la carretera hasta la primera curva. Aquí la abandonamos, siguiendo de frente por una pista que, enseguida, gira a la derecha cruzando el arroyo de Brañúas. Continúa después en suave ascenso, paralela al arroyo del Segredal hasta que bruscamente finaliza a la orilla del citado regato. Lo cruzamos, pero nos encontramos con que el antiguo camino está abandonado y la maleza casi lo tapa. Como no habrá mantenimiento, es probable que en poco tiempo quede completamente oculto. Remontamos la empinada ladera, campo a través, buscando los puntos menos cerrados entre la exuberante vegetación y en paralelo al Arroyo de Caváu. Con no poco esfuerzo, llegamos a los huertos cercanos a la carretera AS-36 que viene de Oneta, pasa por Brañúas y se dirige al Alto el Segredal. El trayecto por la carretera sería bastante más largo.
Panondres desde la ladera norte
          Continuamos nuestro recorrido subiendo por la carretera un corto tramo. La dejamos, siguiendo una pista, a la izquierda, que se dirige hacia las antenas que se dibujan en lontananza en lo alto de la sierra. Dejamos a la derecha una pequeña torre con anemómetros que analizan la velocidad y  régimen de los vientos y dan servicio al campo de aerogeneradores que se está instalando en esta sierra. Por la ladera oeste acaban de hacer una carretera con este mismo fin. Superado este primer montículo, y después de un pequeño descenso, la siguiente subida nos lleva a las antenas y vértice geodésico de la cima del Pico del Can, punto cimero de nuestro recorrido.
Mientras comemos al abrigo de una caseta de servicio, disfrutamos de las vistas: sierras de Carondio y Ablaniego y pico Mulleiroso, al sur; la del Estoupo con el pico Capiella Martín, al este. Entre nuestra posición y la del Estoupo está el amplio valle del río Negro asiento de brañas y caserías vaqueiras, donde destaca la parroquia de La Montaña, cuya capital Belén posee una iglesia blanca y grande. Hacia el suroeste vemos Oneta.
Peña Panondres, que rodeamos por el oeste
          Queremos recorrer el resto de la sierra y para ello nos dirigimos al norte, bajando por la ladera situada detrás de las antenas. Superamos la peña de Panondres por una breve muesca para continuar después por un sendero que mantiene la dirección, dejando a la derecha las verticales peñas labradas en cubos casi perfectos que nos ocultan la vista hacia el este. El descenso subsiguiente, por un bosquete de pinos, nos lleva a un collado que da acceso a la Peña los Campetinos. En esta zona, el monte bajo oculta el sendero. Lo reencontramos más adelante, al rodear la montaña por el este (la peña nos queda a la izquierda). Una vez superada, viramos al oeste para ascender al cercano collado en la cresta de la sierra. Descendemos al otro lado, manteniendo la dirección, para bajar a una pista cercana que cruza la carretera construida recientemente para dar acceso al campo de aerogeneradores.
Buitres alzando el vuelo
          Encontramos unas rocas a la derecha pobladas por una amplia colonia de buitres. Quizás haya algún comedero cercano que desconozco. Abandonamos la pista que continúa hacia la Braña del Río, para seguir por otra hacia el sur que discurre por lo alto de una enorme cantera. Por este camino pasa la romería que se celebra cada 9 de septiembre en honor a Nuestra Señora de Oneta. Vienen los romeros desde Andés, pasan por Cabanella y la Braña del Río, para enlazar en este punto con el viejo camino que faldea por el oeste el pico Panondres, hasta desembocar en Brañúas y, al poco, en Oneta.
          Cuando sobrepasamos la cantera, la pista nos sitúa en el citado antiguo y hermoso camino que, en suave ascenso, nos deja en un collado. Continúa después, empedrado, con trazas de camino carretero y resonancias antiguas. Una fuente labrada en la roca (fuente Acebal) se encuentra cerca de un segundo collado que da acceso a las casas de Brañúas. Seguimos por el camino asfaltado para abandonarlo en la siguiente curva a la izquierda, continuando de frente por el antiguo camino que enseguida se pierde
Camino empedrado, cerca de la fuente Acebal
entre la maleza. Tenemos que continuar por el interior de los prados para retomarlo más adelante y llegar a una granja (El Biduredo o Zarcón). En este punto, podríamos continuar de frente por el sendero que cruza un cierre de alambre al lado de la granja y llega a la carretera más adelante. Pero, como ya hemos cruzado varios prados y saltado varias paredes, preferimos finalizar la ruta de la forma más rápida y sencilla. Para ello retrocedemos por la pista que da acceso a la granja hasta conectar con la carretera que viene de Brañúas. Un kilómetro por ella nos deja finalmente en Oneta. Habría sido mucho mejor y más rápido haber seguido esta misma carretera desde Brañúas.

Lorenzo Sánchez Velázquez