martes, 23 de septiembre de 2014

Torre Bermeja por Pambuches y La Travesona

Salida y llegada: Posada de Valdeón (en León) 
Distancia: 17,7 km

Duración: 8:00 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1580 m 
Altura Inicial y Final: 925 m 
Altura máxima: 2392 m 
Fecha de realización: 20/IX/2014
Dificultad: media-alta
Track de la ruta





Dos horas y diez minutos nos llevó el viaje desde Gijón a Posada de Valdeón (León) por el Puerto del Pontón. Aparcamos en el mismo centro del pueblo. Buenos hoteles y casas rurales dan servicio a la multitud de senderistas y montañeros que acuden a estos lares para adentrarse en los Picos de Europa o recorrer la conocida ruta del Cares. Autobuses de variados tamaños y procedencias dejan a los turistas para recogerlos río abajo en la aldea asturiana de Poncebos.

 Al llegar, dirigimos nuestra mirada al norte, hacia nuestro objetivo, y sólo vemos el gran crestón de las Lleras de Pambuches pués los picos más altos quedan ocultos por la niebla. En esta época del año, a punto de entrar en el otoño, el tiempo en el norte es cambiante y más en los Picos de Europa. No obstante, como sabemos que suele mejorar hasta mediodía y empeorar por la tarde, comenzamos la ruta. A las diez y media cruzamos el Río Cares por el puente situado sobre la misma desembocadura del Río Arenal que nace cerca del puerto de Pandetrave. Un camino ancho sigue a la derecha en paralelo al río. Lo obviamos y seguimos por el de la izquierda que, enseguida, vira también a la derecha comenzando una subida que no nos dará tregua hasta llegar a la Bermeja.

Atrás queda Posada de Valdeón.
 
 Al poco, cruzamos la Riega de Rijolles. Entre prados limitados por murias y avellanos, el camino da una primera revuelta a la derecha y otra a la izquierda para situarnos sobre el lomo de la montaña. A la derecha las aguas vierten en la Riega de Pombero y a la izquierda en la citada de de Rijolles. Siempre hacia el norte hasta que entremos en el valle glaciar de Pambuches.

Lleras de Pambuches; la niebla no nos deja ver los picos más altos.

Más arriba, después de una gran revuelta a la izquierda, se encuentra la senda que debemos seguir. Pero, entre las fotos de Posada, hacia atrás, y las crestas que divisamos por delante entre la niebla, nos pasamos el desvío y seguimos por el camino ancho hasta su finalización en un prado abierto con cabaña y huerto. Estamos en la zona de Pantivalles. Cruzamos el prado. Al otro lado encontramos un pequeño sendero con algún hito que, en llano, nos lleva a la senda principal. A partir de aquí toda la ruta transcurrirá por una senda perfectamente hitada.

Bosque de Piergua a la izda y entrada al valle de Pambuches, en el centro y sobre el pedrero.

Algo más arriba, en otro saliente herboso de la montaña, encontramos una pequeña edificación que parece refugio. La senda nos permite subir cómodamente y llegar a un pilón con abundante agua en el límite del pequeño Bosque de Piergua. Los prados han ido dando paso al bosque y éste al roquedo con sus canchales, pedreros, lenares, lapiaces y “jous”: estamos en los Picos de Europa.

Estrías verticales fruto de la erosión y modelado glaciar horizontal.

Enfrente tenemos las Torres de Arestas y la Torre Ciega y entre ambas la Horcada de Pambuches de la que baja un gran pedrero. Antes de cruzarlo, debemos remontar duramente otro más antiguo, cubierto en parte por la hierba y formado por los materiales arrastrados por el glaciar que en su momento cubrió el Valle de Pambuches. El último tramo de esta empinada panda se hace mejor si abandonamos el centro del pedrero y nos dirigimos por una senda entre la hierba hacia las peñas verticales de las Arestas.

Entrando en el Valle de Pambuches.


Una vez cruzado el pedrero que cae desde la Horcada de Pambuches nos adentramos en el valle: a la izquierda vamos dejando las verticales paredes de las Lleras de Pambuches que conservan el pulido horizontal que en ellas hizo el glaciar, superpuesto a las profundas estrías verticales fruto de una posterior erosión cárstica. A la derecha, los derrumbes verticales y canchales de los picos antes citados. Varios rebaños de corzos nos saludan en este tramo: algunos ejemplares se dejan fotografiar a pocos metros, otros, en cambio, huyen por los verticales pedreros que para ellos son autopistas.

Collado Pambuches.

Cruzada la morrena, la cubeta glaciar, orientada hacia el oeste, se ha ido rellenando con desprendimientos que conforman un pedregoso, irregular y bello paisaje cárstico. Atravesado el extenso canchal, accedemos a la empinada pradera en cuyo punto más alto se ubica el Collado Pambuches. Al otro lado, la vista nos ofrece otro tramo de grandes piedras que debemos cruzar bajo los derrumbes verticales del Pico Pambuches, a la derecha, mientras que al fondo apreciamos otro collado herboso y pequeño; el Collado Verde. Antes, también a la derecha, apreciamos el gran pedrero que baja desde la Canal del Bufón por la que vamos a subir. La niebla que antes cubría estos montes ha ido subiendo con nosotros dejándonos a la vista sus hermosas cumbres.

Vista desde el collado Pambuches de lo que nos queda hasta el Collado Verde que vemos arriba hacia la izquierda.

Este tramo es más llano pero más irregular; piedras grandes asentadas se combinan con otras caídas más recientemente presentando un paisaje caótico pero hermoso. La senda nos lleva hacia el pedrero situado en la parte baja de la canal. La gravilla suelta y la inclinación hacen duro este tramo. Al entrar en la propia Canal del Bufón, el sendero se empina aún más y continuamos la remontada pegados a la pared de El Bolo, situado a la derecha de la canal. En algunos tramos preferimos buscar la peña donde asentar mejor los pies o usar ocasionalmente las manos. Despacio, evitando el desprendimiento de piedras que puedan afectar a los que vienen por detrás, remontamos esta dura canal.

Subiendo por la Canal del Bufón.


Vista hacia abajo desde el tramo más alto de la Canal del Bufón. Abajo vemos Posada de Valdeón.

Una vez superada, accedemos a otra zona de canchales y peñas muy erosionadas, rodeada por grandes cimas: Torre Bermeja con su gran cueva, que se ve incluso desde Posada de Valdeón, a la izquierda; Pardo Pescuezo y la Torre Parda cuyos colores ocres contrastan con la caliza del entorno, de frente; una cresta caliza separa éstas de la aguja de la Torre Ita que a su vez está pegada a la Torre Ciega;  sigue el Pico Pambuches que ahora vemos desde su accesible lado norte y finaliza esta visión con la herbosa y poco inclinada ladera norte de El Bolo (que cae vertical en las demás direcciones y limita la canal).

Vista hacia atrás del pico El Bolo. La Canal del Bufón queda a la derecha.

Canchal que tenemos que atravesar para ir sobre la ladera arcillosa que vemos arriba a la izda. Torre Bermeja, al fondo.

Llegando a la cima de Torre Bermeja.

El sendero nos permite atravesar el canchal y situarnos en una zona arcillosa donde la pendiente aumenta de nuevo. Se trata del último repecho que da acceso al collado herboso situado en la antecima de la Bermeja. No queda más que cruzarlo para acceder al pequeño picacho donde se sitúa la doble cumbre. La segunda tiene un el buzón de montaña en forma de piolet y constituye un mirador excepcional de este sector de los Picos de Europa. Impresiona sobre todo la enorme cresta sur de Peña Santa y los picos agujas y montes que la limitan por ambos lados: a la izquierda está la cuerda que va desde las Garitas Bajera y Cimera, pasando por El Diente, la Cabra Blanca, Los  Estribos hasta el Torco (en este sector por detrás vemos también la Torrezuela, y por delante, El Perro que Fuma y El Gato); a la derecha vemos La Grieta de los Cazadores y los picos Piedras Lluengas, Robliza, Peña Blanca, Verdilluenga y Jultayu.

Peña Santa desde Torre Bermeja

Si ahora dirigimos la vista al otro lado del profundo tajo del Cares, encontramos el Macizo Central en el que distinguimos, entre otros picos, los Cuetos del Trave, Dobresendros, Los Cabrones, Torrecerredo, Torre Coello, Torre Celada, Torre de la Palanca, Llambrión y la más bajita Padiorna. El verde valle de la Vega de Asotín separa este enorme macizo de las Torres del Friero (el propio Friero en primer término, la de Liordes y la de Salinas confundiéndose con la anterior). A tiro de piedra, a este lado del Cares tenemos las torres ya descritas: Parda, Ita, Ciega, Pambuches. En este recuento no estamos incluyendo otros picos importantes de Ponga y Redes: la Sierra de Beza (Cantu Cabronero), Ten Pileñes, Maciédome, Tiatordos, Llambria, etc, etc.

Torres de Friero desde Torre Bermeja.

Saboreando esta hermosura, aprovechamos para reponer fuerzas. En algunos momentos la niebla ha cubierto los picos más altos, pero otras veces nos ha dejado disfrutar de su extraordinaria visión. En un momento determinado observamos unas nubes muy negras que tapan la cima de Peña Santa y decidimos bajar; la empinada Canal del Bufón se podría hacer más complicada si la encontramos mojada.

Acceso a La Travesona.
 
Desandamos el camino, bajamos la canal y, tan ocupados estamos en el descenso, que no nos damos cuenta de que las nubes han desaparecido dejandonos una soleada tarde de verano. Una lástima no haber permanecido un poco más en la cima. Pero la ruta es larga y aún quedan otros lugares que visitar. En la zona baja de la canal, sin llegar al fondo, nos situamos en la senda que se pega a las peñas de la derecha y nos permite remontar al herboso y cercano Collado Verde. Entre tanta caliza gris sorprende ver estos hermosos collados herbosos (el de Pambuches y el Verde).

Vista hacia atrás de La Travesona desde la bajada a Vega de Llós.

Bajando de Vega de Llós.

En la siguiente etapa de esta ruta recorremos La Travesona; traviesa de un kilómetro que recorre a media altura el flanco sur de los derrumbes verticales que bajan de La Bermeja y Los Moledizos. Son varias terrazas herbosas paralelas con pedreros intercalados y debemos coger la correcta. Para ello, una vez situados en el Collado Verde, nos arrimamos a las paredes verticales de la derecha (aunque nos parezca más evidente bajar unos metros hasta un pequeño rellano, es mejor buscar la senda cerca de la pared rocosa) donde reencontramos la senda que nos permite descender unos metros, para subir después a una pequeña horcadina pegada el crestón rocoso, que a su vez da acceso a la terraza correcta.

Pilón ganadero en la Vega de Llós.

Travesona de la Bermeja desde Vega de Llós.

Seguimos la senda por La Travesona, que no ofrece ninguna dificultad, disfrutando del hermoso paisaje: a nuestros piés la Vega de Llós; más allá, la pradera de Vegabaño; al fondo, los picos Ten Pileñes, Maciédome, Tiatordos, etc. El fin de La Travesona nos lo anuncia un pequeño hombro herboso que baja de Los Moledizos. Superado, viramos a la izquierda siguiendo la senda que nos va a lleva, en fuerte descenso, por terreno herboso hasta enlazar con la que viene del Collado El Frade. Siguiéndolo, en paralelo a La Travesona pero muchos metros más abajo, continuamos el descenso hasta llegar a los amplios pastos de Vega de Llós, donde encontramos un pilón con abundante agua.


Bajando por la pista que sale de Vega de Llós.

Las marcas del PR PNPE 12 llegan hasta la vega mediante una pista que viene de Caldevilla. La seguimos un kilómetro, por el interior de un precioso hayedo, hasta llegar a un pilón en la zona conocida como Joto Berín. Aquí la abandonamos para seguir por el camino de la izquierda, que enseguida se convierte en senda. El hayedo da paso al robledal. Más abajo, rodeamos el pico El Cuervo por la derecha, continuando el descenso hasta desembocar en Soto de Valdeón. Hemos caminado otros dos kilómetros desde Joto Berín. En Soto encontramos varios hórreos, alguna casona solariega y unas vistas espectaculares sobre el lateral sur del Macizo Occidental y sobre los picos del Friero. Continuamos nuestra ruta otro kilómetro más por un camino llano, que sigue la margen izquierda del Cares, hasta llegar finalmente a Posada.

Hórreo en Soto del Vadeón; al fondo, los picos del Friero.

Es el momento de echar la vista atrás para apreciar la belleza de los lugares que hemos visitado en esta ruta. Y como la tarde ha quedado despejada, distinguimos fácilmente la cima de Torre Bermeja por la gran cueva situada en su base.

Lorenzo Sánchez Velázquez








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