Distancia: 19,5 km
Subidas acumuladas: 1300 m
Altura Inicial y Final: 645 m
Altura máxima: 1714 m
Fecha de realización: Septiembre de 2013
Dificultad: media
Track de la ruta
Mapa de la ruta |
Salimos de Sobrefoz, bajando por la carretera que lleva a Abiegos. Nada más cruzar el río Ponga, la abandonamos en el giro que da a la derecha, siguiendo el antiguo camino empedrado que sigue de frente y obviando la ancha pista que sale a la izquierda y sigue en paralelo al curso del río por su margen izquierda. Más arriba desembocaremos en ella.
Iglesia parroquial de Sobrefoz |
El camino antiguo se dirige, como nosotros, a la Mayá de Solafoz situada en la ladera oriental del extenso collado de Pandellanza, que, a su vez, está limitado por los picos Maciédome, al sur, y Tiatordos, al norte. El musgo y los helechos tapizan los cierres de fincas, mientras el camino remonta la empinada ladera. Enseguida dejamos a la derecha la Cueva la Llosa (gran oquedad con buenas vistas de Sobrefoz). Entre la exuberante vegetación que bordea el camino, hay algunos claros desde donde se obtienen magníficas vistas del crestón que baja del Recuencu y de la Sierra de Aranga. El duro remonte suaviza su inclinación poco antes de llegar al collado Calviado donde el camino desemboca en la pista a la que antes aludimos.
Camino antiguo a Solafoz. |
Seguimos de frente por la pista dejando a la izquierda magníficos prados con cabañas en buen estado. Un kilómetro y medio más adelante, cuando la pista gira a la izquierda y cruza el arroyo Solafoz, la abandonamos para seguir por un camino umbrío y embarrado que sigue la margen derecha del arroyo. Las hayas con sus troncos recubiertos de musgo, los helechos, el vapor de la evaporación de una soleada mañana, dan al paisaje el encanto de un cuento de hadas. Al final de este mágico kilómetro llegamos a la abandonada mayá de Solafoz: sus cabañas en ruinas con los tejados de llábanas casi ocultas por la vegetación dan fe de lo que en su día fue una magnífica majada de altura. Aún queda una pequeña zona de pastos por donde merodean las pocas vacas de carne que pastan estos lares. Aquí termina el camino.
Recuencu desde la Mayá Solafoz. |
Cabaña en la Mayá Solafoz. |
Para seguir hasta el extremo más septentrional del collado Pandellanza, hay que continuar por el sendero que sale de la parte más alta del pastizal, en paralelo al reguero y al borde del bosque. Primero por su margen derecho, después por el izquierdo; a veces parece perderse, más adelante lo reencontramos siempre en paralelo al arroyo; da algunas revueltas para vencer las zonas más empinadas de la subida,… Al llegar a un claro tapizado de helechos, perdemos la senda y seguimos por donde podemos, buscando las zonas más despejadas, con menor inclinación y sin alejarnos del reguero. Al fin, a pocos metros del collado, lo reencontramos entre unas matas de escobas (las únicas que hemos visto hasta este momento). En este punto del collado hay un claro y un hito que señala el límite de los concejos de Caso, al oeste, y Ponga, al este. Las vistas se extienden hacia el oeste (picos La Senda y La Carasca); la gran mole del Tiatordos nos impide ver más. Al este: algo de los Picos de Europa, el Recuencu y el Colláu Zorru.
Subiendo duramente a los Colláos de Pandellanza. |
Seguir el lomo de tres kilómetros de collado Pandellanza es una delicia: un bosque de hayas lo cubre completamente, incluyendo sus laderas oriental y occidental. La senda sigue en su mayor parte por el lado casín, dejando a la izquierda algunos pequeños montículos. Bajo el acogedor cobijo de las hayas, el camino está completamente despejado y conserva las marcas antiguas del PR AS- 65 “Cordal de Ponga” y algunos puntos rojos. La placidez del lugar es impresionante. Encontramos un gran roblón seco de bastantes metros de diámetro (Reboyu l’Osu) y un poco más adelante otro no tan grande pero con algunas ramas aún verdes y su tronco interior quemado.
Reboyu l’Osu en Pandellanza. |
Llegamos al final del collado en el punto al que los mapas llaman Pandellanza (1471 m) a los pies del cerro calizo de la Xerra el Vallín. La senda rodea el crestón calizo por el lado pongueto, remontando después hacia la divisoria de concejos. Intentamos seguir de frente, al sur, para subir a la Peña’l Quemáu que da acceso a la cresta del Maciédome, pero lo encontramos completamente cerrado. Así que continuamos por la senda que traíamos hacia el cercano colláu Llagu (1533 m) donde quedan los
restos de lo fue magnífica majada. El collado es un cruce de caminos: al norte sigue el que lleva a la cabaña moderna del Recuencu y a la foz de Congostín (por donde descendimos otra vez cuando subimos al Maciédome), al sur sigue el que lleva a la cumbre del Maciédome remontando su la ladera suroccidental y hacia el este asciende una senda que seguimos. En su punto más alto podemos abandonarla para remontar hacia el sur por la cresta del Maciédome. Pero en esta ocasión no tenemos tiempo para acometer la cima; aún debemos comer y visitar la magnífica majada Maciédome.
Desechada la subida al pico, seguimos la senda descendiendo hacia el este. Pronto se bifurca: un ramal sigue hacia el noreste por el hayedo, en paralelo al arroyo Solafoz y finaliza en la maya de Solafoz; el otro, por el que seguimos, se dirige al sureste, dejando a la derecha la vertical cresta norte del Maciédome y nos deja a los pies de una empinadísima canal herbosa. De lejos parecía imposible subir por ella; pero la senda se retuerce en unos palmos de terrero venciendo el fuerte desnivel hasta alcanzar el collado Llampes (un ganadero nos dijo que ellos lo llamaban El Chozu). Se trata de superar el lomo noreste que baja del Maciédome y nos permitirá llegar hasta la majada homónima.
A la izquierda queda una pequeña cresta rocosa, la Peña Llampes, donde comemos con buenas vistas. A la derecha vemos la escarpada cumbre del Maciédome y su enorme y afilado crestón sur. El bosque de Pandellanza se extiende a nuestra espalda por donde antes caminamos y termina a los pies del enorme Tiatordos. A su izquierda vemos el Campigüeños, La Senda y La Carasca.
Vista del Recuencu y Colláu Zorru desde la Peña les Llampes. Al fondo Picos de Europa |
El fácil descenso por la otra ladera (debemos perder unos 300 m) hasta Mayá Maciédome, la hacemos siguiendo el sendero o atajando directamente por la pradera, dejando a la derecha los contrafuertes y pedreros que caen de la enorme cresta. La majada, protegida de los húmedos vientos de poniente por el gran crestón antes señalado, tiene unas vistas magníficas hacia el este: Picos de Europa, Recuencu y Colláu Zorru. Al sur se superponen las peñas Pileñes y Ten. Tiene buenas casas rectanguales, ahora abandonadas, pero de buena fábrica: con paredes bien aplomadas, tejados de llábanas en buen estado, puertas y ventanucos con jambas y dinteles de perfecta hechura. Debió ser una majada rica: grandes pastos rodeados por el bosque, al este, y protegidos por el crestón antes aludido al oeste.
El descenso hacia la Faeda, en el camino de Ventaniella, la hacemos por el bosque Llampes de Maciédome. Un sendero, apenas dibujado en la hierba, nos permite un suave descenso siguiendo la dirección norte hasta alcanzar el bosque. No se debe realizar un descenso directo ladera abajo; desde las últimas cabañas se gira hacia la izquierda para adentrarse en el bosque. La senda clara nos permite, ahora, un cómodo descenso durante el siguiente kilómetro bajo el frondoso ramaje de las hayas hasta alcanzar el hombro de la montaña. Descendemos directamente por él unos metros hasta toparnos con un camino ancho en la zona de El Rebollu.
Bajando a La Faeda por el Monte Robléu. |
El camino da 6 ó 7 revueltas permitiéndonos perder altura con facilidad, siempre en medio del hayedo que cubre la empinada ladera, hasta alcanzar la zona de prados, justo después de la última revuelta. Al llegar a la zona baja, cerca del río, encontramos un camino que sale a la izquierda y nos llevaría a la carretera que va a Ventaniella más cerca de Sobrefoz. Sin embargo, preferimos el principal que, poco más adelante, cruza el río Ponga por un puente y nos deja en la misma carretera a la altura de La Faeda. Esta magnífica casona está completamente restaurada, se llama ahora Venta Aurora y es una casa de turismo rural.
Seguimos por la carretera hacia el norte otros tres kilómetros y medio de agradable paseo disfrutando de la vista del bosque por el que hemos bajado y de los prados que se interponen (al oeste). Del este caen los derrumbes verticales del Colláu Zorru y del Recuencu que dejan entrever, entre ambos, la estrecha Foz de Enol, por donde hemos bajado en otras ocasiones al subir a estos picos. Cerca Sobrefoz tomamos el camino a la izquierda que desciende a la aldea completando esta magnífica ruta por unos de los mejores hayedos de Asturias. Terminamos la ruta con unas cervezas en Casa Benigna en la misma plaza de Sobrefoz.
Lorenzo Sánchez Velázquez
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