martes, 16 de septiembre de 2014

Pico La Abedular o Celispardi y Cordal de la Bolera

Salida y llegada: Salto el Ladrón, cerca de Ventaniella (en el concejo de Ponga) 
Distancia: 20 km

Duración: 7:45 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1200 m 
Altura Inicial y Final: 1000 m 
Altura máxima: 1816 m 
Fecha de realización: Septiembre de 2013
Dificultad: media
Track de la ruta

De las largas cordales que arrancan en la Cordillera Cantábrica y se dirigen hacia el norte, destaca la que se inicia al este del Puerto de Tarna y sigue la frontera entre los parques naturales de Redes y Ponga. Primero se denomina Sierra de Celispardi (pico Celispardi o La Abedular), después continúa por las del Montobiu, el Cordal de La Bolera (El Cueto y Pico Alto Paso), el Cordal de Valloseru, el de Ponga (Maciédome y Tiatordos), y sigue, al norte, desviándose hacia poniente, en la Loma de la Escalada (Peña Taranes y La Llambria), etc. Este largo accidente geográfico separa las cuencas del alto Nalón y del río Ponga, que a su vez conforman los concejos de Caso y Ponga, sirviendo de divisoria entre ambos.

La carretera que lleva a la capital del concejo de Ponga, San Juan de Beleño, continúa al sur, pasando al lado de Sobrefoz y termina en la ermita y caserío de Ventaniella, transformada en los dos últimos kilómetros en pista de piedra. Hasta un kilómetro después de Venta de la Faeda, está asfaltada.

Ermita, caserío y humilladero de Ventaniella. Al fondo el Pico Zorru.

Dejamos el coche un kilómetro después de terminar el asfalto en la zona conocida como Salto el Ladrón donde el río Ponga baja encajonado 20 metros por debajo del trazado de la pista y comenzamos el tranquilo caminar por ella. Hasta la ermita y caserío de Ventaniella, donde el río y la pista están a la misma altura, vencemos un desnivel de 150 metros. Ante nosotros se extiende la gran pradera donde se ubican la ermita y el caserío, rodeados, al oeste, por el gran hayedo de La Salguerosa, al sur por la Sierra de los Llobiles y al este por los montes de Las Castellanas y Les Pandes de Pileñes. El caserío tiene servicio de bar, restaurante y habitaciones, al menos durante el verano.

Valle de Valdosín con las peñas Pileñes y Ten, al fondo

Pasado el caserío, el camino se divide en dos: uno, a la derecha sube hasta la majada de La Salguerosa; por él regresaremos. El que seguimos, a la izquierda, da una amplia revuelta para continuar después hacia el sureste; rodea, más arriba, la peña del Xerru (gran peña situada de frente) hasta alcanzar el puerto de Ventaniella a 1427 m de altura (uno de los puertos de montaña más bajos de los que atraviesan la Cordillera Cantábrica). En el Xerru, sale a la izquierda el camino que lleva a las cabañas y pastizales de Miédome a los pies de Les Pandes de Pileñes. En lo alto de puerto hay una zona llana donde nace el arroyo del Puerto que más abajo, cuando confluya con los de La Castellana y Valdosín, formarán todos juntos el río Esla. En el límite provincial entre Asturias y León encontramos una alambrada electrificada para el control del ganado, que abrimos sujetándola por el mango de plástico.

Pico La Abedular, entre los collados Cotalbo a la izda y Llagos a la dcha.

Unos metros más adelante, dejamos el camino principal, etiquetado como sendero de pequeño recorrido PR-LE 20 “Puerto de Ventaniella”, y continuamos por un sendero que discurre por una pequeña vaguada, separándose del curso natural del reguero. El sendero, nos ha servido de corto atajo para desembocar en un ancho camino, que viene del principal, y gira suavemente hacia el suroeste en medio del precioso y pequeño hayedo del Naranco. Completado el giro y situados sobre un lomo herboso salpicado de escobas, descendemos hacia el sur en la misma dirección del lomo para cruzar el arroyo Valdosín y acceder a la pista que discurre, en paralelo, al otro lado. Viene este camino desde la localidad leonesa de La Uña y se dirige al oeste, en medio de un precioso hayedo que llena el valle de Valdosín.

Valle de la Salgerosa. Al fondo Pileñes y Ten

Dos kilómetros de continua y lenta subida nos dejan en una pradera bajo las verticales caídas calizas del pico Llobiles, a nuestra derecha. Vemos una canal herbosa que nos permitiría ascender hasta el collado que forma con el Llobil Bajo y descender, por el otro lado, hasta la fuente Cotalbo, nacimiento del río Ponga. Pero este no es nuestro camino. Otra franja herbosa entre las tapizadas laderas de estas montañas (predomina el brezo, pero también se intercalan arándonos, sobre todo, algo de cotoya y escobas), con fuerte inclinación, nos permite ascender 50 metros para situarnos en una segunda zona herbosa que con menos inclinación nos lleva hasta el collado situado entre el pico Llobiles, que ahora queda a la derecha, y el Cotalbo, a la izquierda. La vista se abre hacia el norte donde destaca la gran cresta del Maciédome. Ten y Pileñes nos ofrecen sus mejores galas (aunque les hemos ido admirando durante toda la subida).

Valle de la Salgerosa con el Montobiu. Maciédome al fondo

Al otro lado del collado, las faldas de las montañas están completamente cubiertas de matorral bajo, sobre todo brezo. La mejor opción consiste en coger el sendero que sube directamente al pico Cotalbo, a la izquierda, y continuar cresteando hasta llegar al collado Cotalbo. Sin embargo, en ese momento nos pareció mejor seguir otro sendero que parecía dirigirse hacia el citado collado, faldeando la ladera norte del Cotalbo. Fue un error. La sendilla baja demasiado hacia al fondo del valle donde no queremos ir. En ese momento, un rebaño de ciervas (conté 27), que nos oye o ve, emprende una veloz huida: maravilla su agilidad corriendo y saltando entre la tupida manta de brezo y arándanos. Cuando a la vista no queda cierva que admirar, seguimos nuestra ruta por donde buenamente podemos, para enlazar con un sendero, ya en la falda oriental de La Abedular, que viene del collado Llagu (situado al norte del pico) y que nos deja en el collado Cotalbo, situado al sureste de nuestro primer objetivo. El collado nos abre la vista hacia poniente: puerto de Tarna a nuestro pies, Remelende, la Sierra de Mongayo, la de Pries, Cantu’l Oso, etc.

La subida a La Abedular sigue el lomo de la montaña por una senda muy empinada que vence los últimos 70 metros hasta alcanzar la cima. Allí nos recibe una colonia de hormigas voladoras. Las vistas de las grandes montañas de Redes y Ponga, de sus valles y crestas, sobrecoge: tal es la belleza de estos parajes. Al naciente, los Picos de Europa con sus níveas crestas y a nuestros pies la aldea casina de Tarna.

Ten y Pileñes desde la cima de La Abedular. A la izda de Pileñes vemos Peña 
Santa y entre Pileñes y Ten la zona de Torre Bermeja.

Remelende y Sierra del Mongayu, desde La Abedular.

Sierra de Montobiu que vamos a cruzar para llegar a la Loma de la Bolera. Al fondo aparentemente pegados Tiatordos (izda) y Maciédome (dcha).

Descendemos por la ladera norte, algo menos empinada, hasta el collado Llagu; el bajo brezo amortigua la pendiente. Una pequeña subida entre escobas, por el lomo del Montobiu nos permite enlazar con un sendero que cruza esta sierra por su lado oeste –casín-, cerca de su cumbrera pero sin llegar a ella. El último tramo, antes de alcanzar la ladera norte del Montobiu, transcurre entre escobas. Así llegamos a un corto lomo herboso que nos permite dirigir la vista, de nuevo, hacia el este. Al norte se extiende el tupido hayedo que cubre la Sierra de la Bolera, nuestro siguiente objetivo. Mantenemos esa dirección por el sendero, de nuevo entre escobas, para descender hasta otro lomo herboso algo más amplio. Allí decimos comer admirando la enorme cresta del Maciédome y la arbolada loma de la Sierra de la Bolera.

Bosque cubriendo el Cordal de la Bolera. Al fondo el la alargada arista del Maciédome y a la dcha el Recuencu.

Continuamos la ruta por el lomo herboso en dirección norte (hacia el oeste las peñas del Montobiu caen verticales sobre la carretera que va al puerto de Tarna; al este, la ladera está cubierta completamente de escobas). El lomo termina en unas peñas que deberemos rodear por la izquierda para seguir, después, por un ancho camino que baja a la Sierra de la Bolera. El camino, al poco, da paso a una senda que discurre casi por lo más alto de la sierra en dirección norte. En este tramo nos ayudarán, en medio del hermoso hayedo, unas marcas rojas, unas veces, y de un color azulgrisáceo, otras. Al poco alcanzamos un claro en el bosque donde quedan las ruinas de lo que un día fue la majada de La Bolera (buenas vistas sobre el Maciédome). Más adelante otro pequeño claro y a continuación unas rocas de las que increíblemente nacen unas hayas marcan la posición de El Cuetu. La senda desciende un tramo hasta darse contra las peñas del pico Alto Paso que afloran sobre los árboles.

Majada de la Bolera. Al fondo el Maciédome.

Bosque que cubre todo el Lomo de la Bolera.

La senda rodea la peña por la izquierda y continúa su descenso hasta el collado Paréu a donde llega una pista que viene de la aldea de Tarna. Nosotros solo queremos rodear el pico Altu Paso para acceder al lugar donde estuvimos el invierno pasado. Superadas las peñas, abandonamos el sendero y ascendemos por la vallina hasta alcanzar de nuevo la cumbrera de la sierra al otro lado del pico. Cuando llegamos, aparte del pequeño claro fácilmente reconocible y las pocas vistas dificultadas por los árboles, el resto no parece el mismo. Las pequeñas hayas, libres del ganado que come sus brotes verdes, han crecido, tapando los pocos senderos que entonces encontramos. Vislumbramos el lugar exacto donde comimos unos meses atrás pero ni rastro de unas gafas que allí perdimos. Emprendemos el regreso.

Majada en ruinas de la Salguerosa y bosque de la Salguerosa

Retrocedemos por la misma senda hasta alcanzar el último lomo herboso del Montobiu, cuyas peñas limítrofes superamos antes por la izquierda y ahora por la derecha. Justo al lado de esas peñas sale un sendero hacia el este (Ponga) entre las altas escobas. El sendero aún
se mantiene gracias a la cabaña ganadera que todavía existe por esta zona. Cuando desaparezca, las escobas lo habrán invadido todo y será intransitable, como tantos otros. Luchando contra el escobar, descendemos un tramo hasta dar con una vaguada herbosa que nos permite descender sin dificultad hasta el pastizal donde pacen mansamente las vacas. Proseguimos la ruta por una marcada senda que baja hasta el valle del río Ponga cerca de su nacimiento. Aquí enlazamos con otra que viene directamente desde el collado Llagu y ambas bajan a la majada de La Salgerosa. Al llegar, encontramos bastantes cabañas, todas en ruinas, que atestiguan lo que en su día fue una espléndida majada, con abundante agua y buenos pastos en los límites del hermoso hayedo de La Salguerosa.

Camino por el bosque de la Salguerosa

Ermita de Ventaniella.

En la majada arranca un camino ancho de traza reciente, al menos en su último tramo, a juzgar por la tierra que parece recién removida y que en las zonas húmedas se convierte en barrizal, a pesar de  no haber llovido casi nada en todo el verano (y estamos en septiembre). Nada más dejar la majada nos adentramos en el hayedo que ya no dejaremos hasta alcanzar de nuevo Ventaniella, después de caminar otros dos kilómetros por él. Un breve descanso en el caserío convenientemente regado por unas cervezas que ayudan a mantener el equilibrio isotónico y otros dos kilómetros de la pista, nos dejan en el Salto del Ladrón donde habíamos dejado el coche.

Lorenzo Sánchez Velázquez


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