Altura máxima: 1413 m (en la Airúa Naval)
Subidas acumuladas: 1100 m
Dificultad: media
Fecha de realización: 15/XII/2013
Track de la ruta
Mapa de la ruta |
Tene y Bermiego son dos aldeas del concejo de Quirós. La primera da nombre a la sierra que vamos a recorrer y en la segunda se encuentran un roble y un texo ambos centenarios y catalogados. Comenzamos esta ruta circular en Tene, a donde llegamos
después de coger una desviación en la
AS-229 a la altura del embalse de Valdemurrio. El ascenso lo
haremos por el amplio valle que se extiende hacia el norte, entre el pico
Cascorbal, a la izquierda, y la propia Sierra de Tene, cuya gran cresta quedará
a la derecha. El descenso lo haremos por el amplio valle situado entre esta
última y la del Aramo, pasando por la localidad de Bermiego y regresando a Tene
por la Senda de
las Bobias.
Pico Mayor o Gorrión desde la subida a la Sierra de Tene. |
A
la entrada de Tene, donde estacionamos el vehículo, sale a la derecha una
moderna pista, que antes de estrellarse contra las peñas de la sierra, da un
giro brusco a la izquierda para ascender por el valle, dando grandes revueltas
hasta la Mortera
d’ Abaxu o Espineres. Más allá sigue por las cabañas de Meanes y finaliza en la Mortera de Arriba o de
Tene. Sin embargo, preferimos el antiguo
camino empedrado, que aún se conserva, y sube directamente hacia las citas
majadas. Para acceder a él, subimos por las empinadas calles del pueblo,
admirando sus magníficos hórreos, sus casas antiguas, muchas con horno
exterior, otras bien arregladas, sus corrales, hasta alcanzar las más altas. El
antiguo camino empedrado sale recto y empinado hacia el norte.
Al poco, cruza la pista (730 m) y continúa derecho,
casi oculto por la maleza en los tramos donde el empedrado escasea, hasta llegar
a la entrada de una finca, adonde también llega un ramal de la pista principal
(840 m).
Evitamos de nuevo la pista, continuando por el camino que mantiene siempre la
dirección norte, entre las morteras de los prados en uso, hasta toparnos de
nuevo con la pista principal. Estamos en la Mortera d’Abaxu (Espineres) (920 m). Continuamos, ahora
sí, por la pista un tramo de unos 300 metros hasta donde terminan los prados en
uso. Aquí la abandonamos, dejándola que siga hacia su destino final, al
noroeste, en la Mortera
de Tene.
Cruzamos el prado en desuso que encontramos a la derecha
para alcanzar una senda que sigue hacia el norte, casi paralela a la pista. Más
arriba se encajona y la encontramos invadida por la maleza. Sin embargo, los
animales han hecho otra, en paralelo,
que nos permite proseguir la ascensión, ora a un lado del encajonado camino,
ora al otro. Entre la vegetación rastrera de hierbas, helechos y algunos
avellanos que, a veces, casi la tapan, continúa en paralelo al crestón rocoso que
cae desde lo alto de la Sierra
de Tene, situado a la derecha.
Pasada la zona con más vegetación, llegamos a un gran
prado que finaliza en una muria de piedra. Estamos en un amplio collado dando vista
al norte (1230 m).
Hemos hecho ya la mayor parte de la dura subida. Cruzadas la finca y la muria,
la senda nos va guiando hacia la zona donde el acceso a la cresta caliza es más
sencillo. Superado un corto tramo de roca, alcanzamos una pequeña pradera con
buenas vistas hacia el norte, el oeste y el sur (1310 m). Después de caminar siempre
hacia el norte, hemos sobrepasado nuestro objetivo (La Airúa Naval) para encaramarnos
en el crestón calizo por el punto más fácil. Ahora toca virar hacia el sur para
terminar la ascensión: apenas nos falta un kilómetro y 100 metros de subida.
Aquí no encontramos una senda clara, pero sí innumerables sendillas de animales
que nos llevan hasta una cerca de piedra y alambre de espino rodeando un
hondonada herbosa. Estamos muy cerca del pico al que llegamos por primera vez (1413 m). Está coronado por
un pequeño montón de piedras: ni un vértice geodésico, ni un simple buzón de
montaña tiene esta olvidada cumbre que ofrece al solitario visitante unas
vistas impresionantes del concejo de Quirós y de las montañas que lo rodean.
Por no hablar de las magníficas vistas de la Sierra del Aramo, de las Ubiñas, del Cordal de la Mesa, llegando incluso la
vistas hasta Peña Manteca y los aerogeneradores de Tineo. También se alcanzan a
ver las ciudades de Oviedo y Gijón al final de la planicie central asturiana.
El descenso por la ladera este, la realizaremos virando
en diagonal hacia el noreste, sin camino ni sendero, por un terreno pedregoso e
inclinado hasta alcanzar una primera pradera herbosa que discurre
transversalmente a nuestra marcha (la franja de hierba está orientada de sur a
norte). Manteniendo la dirección, y una vez cruzado el pastizal, sale una senda
por la que suben y bajan las vacas, que nos permite continuar el descenso por
una amplia canal que enseguida nos deja en otra franja herbosa más estrecha. Al
otro lado, la senda nos ayuda en el descenso, a pesar de la mayor
inclinación del terreno. En un primer tramo, se orienta al sur, después baja directo hacia
el este, hasta que, ya cerca de final, vira de nuevo al sur para rodear unas
peñas. En el punto donde gira bruscamente hacia el norte para terminar el
descenso de la Airúa,
hay una pequeña portilla. Una vez cruzada, la senda nos lleva por el bosquete con
el que finalizan las grandes praderas del Pando de la Mortera, a los pies de las
peñas de la Airúa Naval.
Enseguida salimos a las extensas praderas del Pando que ocupan el amplio
collado (1111 m).
Por este punto pasan dos rutas largas: la GR AS-207 (“Ruta de las
Reliquias”) de unos 38 km
que va desde el Puerto Ventana hasta Pedroveya y la GR AS-106 (“Ruta de San
Melchor”) de 61 km
que va desde Oviedo hasta la aldea de Cortes en el concejo de Quirós. Si
siguiéramos las marcas hacia el norte de ambas rutas llegaríamos al collado de la
Canal Seca y a La Rebollá, donde estaríamos
unas semanas más tarde como apuntamos en otra entrada de este blog.
En este caso nos dirigimos al sur, pues nuestro
objetivo consiste en llegar a Bermiego y rodear, después, la sierra de Tene. Continuamos por la
pista siguiendo las marcas caídas estas rutas, llegando enseguida a una zona de
grandes prados bien cuidados con cercas de piedra: son Les Brañes de Llinares.
La pista en esta zona da una gran revuelta, en llano, para, al final descender
a Bermiego. Es la mejor forma de bajar aunque está casi
completamente hormigonada. Nosotros, sin embargo, en lugar de descender,
continuamos por un camino que sigue de frente, sin terminar de dar el citado
rodeo, buscando la ermita de la Merced. Pero
cuando el GPS nos indica que estamos en ella, solo encontramos una cabaña
ganadera y, en cambio, vemos la espadaña de la ermita cerca del camino
principal. Se ve que hay un error en todos los mapas topográficos, seguramente
porque todos son copias de uno principal, con el que se inició el error. En
lugar de dar marcha atrás, continuamos por el camino porque vemos que hay
posibilidad de descender casi directamente al pueblo, sin dar rodeos.
Pero los antiguos caminos han quedado abandonados y casi
tapados por la maleza. Así que a duras penas avanzamos por ellos buscando la
salida a la pista principal, que finalmente encontramos no sin antes cruzar
algún prado. Sin querer, la pista ahora nos obliga a dar un pequeño rodeo, pero
en cambio nos permite avanzar con rapidez. Alcanzamos la aldea de Los Llanos (800 m), después de una
revuelta a la derecha. No tenemos más que descender un corto tramo por la
carretera asfaltada para llegar a la localidad de Bermiego (750 m). A la entrada, encontramos
el gran roblón, declarado Monumento Natural, cuyo tronco es tan grueso que
permite una pequeña cabaña con puerta y candado. Al lado se
encuentra la capilla de San Antonio (fechada en 1790) sin más interés que una
pequeña espadaña con campana. Sin adentrarnos en el pueblo, continuamos por la
pista hormigonada que se aleja de él hacia el noroeste. Subimos una corta
cuesta y, tras otro corto descenso, llegamos a la iglesia de Santa María en
cuyo lateral encontramos el gran Texu (Taxus baccata) catalogado también como Monumento Natural. Tiene un tronco de 6,6 m de perímetro, una
altura de 10 m
y una envergadura total cercana a los 15. Desde aquí disfrutamos de buenas
vistas de Bermiego, con Peña Rueda al fondo cerrando el horizonte este.
Para regresar a Tene se nos ofrecen ahora dos posibilidades:
una, seguir por la pista de tierra, embarrada, que desciende unos 250 metros, cruza dos
arroyos y remonta, después, otros tantos metros (ésta era la idea inicial); o,
intentar rodear la Sierra
de Tene por la Senda
de las Bobias que discurre a media altura por las estribaciones meridionales de
la Airúa Naval.
Optamos por la segunda opción. Para ello, retrocedemos hacia Bermiego y, antes
de llegar, abandonamos el camino por el segundo desvío que sale a la izquierda.
Se trata de una buena pista que llanea durante medio kilómetro, separándose, al
cabo, en tres caminos. Quizás lo mejor habría sido continuar por la del medio que tiene
mejor traza y nos hubiera dejado, quizás, en la propia senda, aunque un poco
más arriba. Optamos por descender fuertemente por el camino de la izquierda,
que contiene mucha piedra suelta, barro y agua hasta alcanzar un arroyo. Una
vez cruzado, encontramos un camino recientemente desbrozado (lo que fue una
gran suerte dada la hora y lo que una quedaba de ruta). Asciende fuertemente
mediante varias revueltas hasta alcanzar el lomo de La Corra Cuetu. Sigue, empedrado a
tramos, faldeando el citado lomo por su ladera oriental y cerca de la
cumbre, en dirección norte. Como debemos ir hacia el oeste, hay quien piensa
cruzar la loma, campo a través, para descender al otro lado y cruzar el arroyo
de las Agüeras. Sin embargo, al otro lado, el lomo cae abruptamente y la ladera
situada al otro lado del arroyo es muy vertical. No se ve ningún posible paso. Seguimos pues por el camino desbrozado hacia el norte, aunque aparentemente nos
estamos separando de la dirección correcta, hacia el oeste. Cuando el camino llega al
cierre de una finca y se desvía a la derecha (después de caminar por él casi un
kilómetro después del arroyo), lo abandonamos y seguimos por
otro que desciende a la izquierda, hacia el arroyo Agüera, aguas arriba.
Cruzado el arroyo, accedemos sin complicaciones a la Senda de las Bobias.
Tene al atardecer, desde la Senda de las Bobias. |
Viramos al sur por el marcado sendero, armado en algunos
tramos, que llanea sobre las caídas verticales, mientras el arroyo se precipita
en el abismo. Rodeando la gran peña en la que termina la Airúa Naval por el sur, en un
punto damos vista a la aldea de Tene. Terminado el rodeo, la senda se dirige al
norte, presentando dos opciones: seguir por ella, hacia el norte, cruzando primero
un pedrero y, entre las murias de los prados después, para desembocar finalmente
en el antiguo camino empedrado que utilizamos en la subida, completando el
circuito; o, descender fuertemente por una senda, algo oculta en su inicio
antes del pedrero, entre avellanos, que en pocos metros nos lleva a la pista principal
que viene de Tene. Optamos por la segunda, pero, al llegar a la pista, la
cruzamos, atajando por un camino que nos lleva directos a al barrio alto de
Tene. Finalmente, bajamos entre las casas hasta regresar al punto de donde partimos por la
mañana.
Lorenzo Sánchez Velázquez
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