martes, 4 de mayo de 2021

Cerro Niañu y picos Torre y Tebrandi. Circular desde La Matosa

Salida y llegada: La Matosa (Concejo de Piloña)
Distancia: 15,5 km
Duración: 7:00 h (sin paradas)
Subidas acumuladas: 1280 m
Altura Inicial: 310 m
Altura máxima: 1074 m
Fecha de realización: 2/V/2021
Dificultad: media-alta
Track de la ruta



Itinerario: La Matosa – Río Color – GR 105 (Ruta de las Peregrinaciones) – El Robledal – Picos de Abra – Pico Torre – Cerro Diablo – El Cerralín – Cerro Tebrandi – Collado de la Perra – Collado Ovenes – El Diente – Cerro Niañu – Collado Niañu – Cerro Oucedo – Barovena – Ordiales – Les Cuerries (Río Color) – Puente (Río Color) – La Matosa.


En otras entradas de este Blog describí la subida al Cerro Niañu desde Pesquerín y desde Espinaredo, en ésta comentaré cómo alcanzamos su cima desde La Matosa. La Matosa es una aldea piloñesa situada sobre el hombro que separa las cuencas de los ríos Color (oeste) y Tendi (este) deudores ambos del Piloña. Pocos sitios hay para aparcar entre las casas, pero sí se encuentran algunos al lado de la carretera antes de llegar y en el pista que lleva a Les Cuerries por donde se inicia y termina la ruta.

Magnífico paisaje piloñés en la cuenca alta del Río Color. Arriba vemos hacia la dcha el Cerro Niañu.

Entre prados, cabañas y bosquetes, la pista baja hacia el suroeste hasta encontrar el cauce del Río Color y seguir a su vera hasta Les Cuerries a 3,5 km. Será un apacible paseo que realizaremos íntegro en el regreso. Ahora toca desviarse a la derecha después caminar por ella unos 750 metros para bajar directos al río. Si lleva poca agua se podrá vadear, pero si el río viene algo crecido como es el caso, habrá que utilizar con mucha precaución un ancho, escorado y resbaladizo puente de madera sin protección ni barandilla. Al otro lado, el camino ancho sube por un precioso bosque mixto donde los grandes robles pronto dan paso a exuberantes hayas. Por él discurre el GR 105 Ruta de las peregrinaciones.

Se puede vadear el río por aquí siguiendo la pista o cruzar por un rústico y resbaladizo puente (en la foto siguiente)

Resbaladizo puente peatonal que cruza el río Color.

Robles y hayas rellenan el Valle de los Baselines por donde sube el camino ancho.

Al alejarnos del Río Color vamos subiendo por el valle de Los Baselines y en poco más de 1,5 kilómetros alcanzamos un buen prado casi circular con una cabaña (El Robledal). Aquí finaliza la pista. Una marcada y despejada (por algún incendio reciente) senda faldea en ascenso (O) la ladera sur de los Picos de Abra hasta que, al alcanzar el arroyo, se retuerce para alcanzar la cumbrera de los picos. Estos Picos Abra no son más que unos montículos que se desgajan hacia el este de la Sierra de Pesquerín (que avanza de sur a norte) a la altura del Pico Torre.

A la dcha vemos el Valle los Baselines y el prado El Robledal que hemos rodeado por la parte inferior derecha de la foto. Aquí arranca una senda que sale a la despejada ladera sur de los Picos Abra.

Mientras faldeamos los Picos Abra echamos la mirada atrás: Prao El Robledal y Valle Baselines. Al fondo vemos Mota Cetín, Pico Pierzu y Pico Cunio.

Una pequeña laguna y un camino ancho encontramos en la cumbrera. Lo seguimos hacia el oeste hasta la cercana pista que viene de la aldea de Pesquerín. Cruzamos la pista para coger una senda que remonta duramente la empinada ladera este del Pico Torre en la Sierra de Pesquerín. Aunque la senda se pierde en los últimos metros, con facilidad alcanzamos la alomada cima coronada con un vértice geodésico y un original buzón de montaña. Las nubes ocultan las cimas más altas por lo que no vemos ni siquiera el Pico Vízcares al sur o la Sierra del Sueve, en cambio las cotas más bajas como Peña Priede, donde estuvimos hace unas semanas subiendo por el tramo final del valle del río Color, están completamente despejadas.

Gamones y pequeña laguna en la cumbrera de los Picos Abra.

Peña Priede desde los Picos Abra. Al fondo la zona del Mofrechu y Benzúa. A la izda, entre nubes, Sierra del Sueve.

Dura subida por la ladera oriental del Pico Torre.

Cima del Pico Torre con su original buzón de montaña.

Desde la cima del Pico Torre hacia el sur: Cerro Tebrandi, Cerro Niañu, La Rasa y Cerro la Escoba. A la izda entre nubes el Vízcares.

Continuación de la foto anterior: Cerro la Escoba (por delante del Cerro Diablo) y Cantu Cobil. Entre ambos, al fondo, La Xamoca.

Poco paramos en la cima. Seguimos la configuración de la Sierra de Pesquerín (norte-sur) para acercarnos a su segunda cumbre llamada Cerro Diablo de donde bajamos al collado El Cerralín con sus magníficas cabañas recién arregladas y sus prados. Aquí finaliza la ancha pista que viene de Pesquerín y que cruzamos antes.

Collado El Cerralín con el Pico Tebrandi detrás.

Una de las cabañas de El Cerralín con el Pico Tebrandi detrás. A la dcha el Cerro Niañu.

Una marcada senda mantiene la dirección (S) para subir por un terreno de monte bajo quemado recientemente hasta alcanzar el Cerro Tebrandi. La mañana ha ido empeorando y las nubes ya se ven próximas a la cota del Cerro Niañu. Bajamos por la despejada ladera sur hasta los prados, camperas y buenas cabañas del Collado de la Perra. La senda se orienta ahora al suroeste para subir por un terreno completamente invadido por la cotoya hasta alcanzar la pequeña campera del Collado Ovenes a los pies del Cerro Niañu.
Comenzamos la subida Cerro Tebrandi echamos la vista atrás: El Cerralín y Cerro Diablo y Pico Torre detrás.

Desde el Cerro Tebrandi miramos hacia atrás (norte): El Cerralín queda oculto tras la antecima, detrás el Pico Torre y al fondo, entre las nubes, la Sierra del Sueve.
Continuación de la foto anterior (desde Cerro Tebrandi): Peña Priede y por delante Picos de Abra.
Abajo la Riega los Praixones que se junta con la de Los Baselines en el Río Color abajo a la dcha.

Desde el Cerro Tebrandi vemos lo que nos queda para alcanzar el Niañu: prados y cabañas en el Collado de la Perra, marcada senda que sube al Collado Ovenes y Cerro Niañu.

Otra dura subida hasta las peñas de la cresta septentrional del Niañu. En otra ocasión, viniendo desde Pesquerín, cresteamos por arriba las peñas (hay que ir con cuidado y hacer un pequeño destrepe al final), ahora las rodeamos por la pedregosa e inclinada ladera sur que, además, tiene bastante broza. Siguiendo la configuración de la sierra, retomamos la dirección sur para alcanzar el peñasco de El Diente adonde subimos con cuidado pues la piedra y el brezo que lo recubre están húmedos. Bajamos de El Diente y enseguida llegamos al Cerro Niañu donde sigue la cruz y buzón de montaña colocado allí por el GM Vízcares hace bastantes años. Una ventisca alcanza a la vez la cima; las nubes nos rodean y además hace frío. Las vistas panorámicas desde la cima las describo con fotografías en otra entrada del Blog cuando subimos desde Espinaredo

Escarpada arista norte del Niañu (foto de Miguel Mayoral).

Superada la arista norte que precede al Niañu nos disponemos a subir a El Diente primero y después al propio Cerro a la izda de la foto.

Zona de destrepe final de la arista norte del Niañu (se puede rodear por la dcha de la foto). La foto está sacada desde El Diente.

Buzón de montaña en el Cerro Niañu.

Vistas panorámicas en esta otra entrada.
Siguiendo los hitos y una senda, bajamos por la ladera sur del Niañu hasta el Collado Niañu. La lluvia arrecia; chubasquero y paraguas. Al otro lado del collado se encuentra el modesto Cerro Oucedo primera cumbre de Peña Brava y hacia él se dirige una senda que pronto alcanza la cumbrera. La lluvia persiste y no nos dejará hasta que terminemos la ruta. Bajamos unos metros al otro lado para seguir una senda recientemente desbrozada que faldea en descenso hacia el este. La ladera está completamente invadida por la cotoya excepto en unos pocos lugares más húmedos donde predominan los gamones (menos mal el desbroce). A partir de aquí todas las fotos son de Miguel Mayoral que fue el único que se arriesgó a sacarlas en medio de la intensa lluvia.
Vista hacia atrás del Collado Niañu. El pico queda oculto por las nubes.
Desde el Cerro Oucedo nos dirigimos a Barovena (la campera en medio de la foto) por una senda desbrozada recientemente.

Un descenso de casi 200 metros nos llevan hasta los prados y cabañas de Barovena donde, cobijados en el portal de una cabaña, paramos a repones fuerzas bajo la atenta mirada de un pacífico y hermoso mastín. De los prados de Barovena arranca un marcado sendero que se dirige al este para intersectar la arista oriental de esta modesta (aunque escarpada) sierra. La senda sigue por la misma divisoria de aguas: al norte la Riega los Calderones, al sur el Reguero Foceyo al principio y el Río Color en el tramo final de la arista.

Llegando a Barovena

Cabaña en Barovena con el mastín que nos acompañó mientras comíamos.

Vista hacia atrás: de Barovena atravesamos un estrecha franja del bosque que se extiende ladera abajo. La senda faldea la ladera hasta situarse sobre la arista de la montaña.

Alcanzado el lomo, la senda baja por él hacia Les Cuerrias en el fondo del valle. Los tres valles que aquí confluyen (Calderones, Foceyo y Color) son asiento de un precioso bosque.

Vista hacia atrás del camino que traemos desde Barovena que queda a la izda tras los árboles.

En este tramo final nos adentramos en un precioso hayedo tras pasar el prado y cabaña de Ordiales. Realmente, mientras caminamos por el cordal vemos como los tres valles (Calderones, Foceyo y Color) son asiento de un grande y hermoso bosque donde predominan las hayas, los robles y los arces.

Más abajo, pasado Ordiales, el camino se adentra en el precioso bosque.

Otra foto del camino por el bosque.

Llegamos a la desembocadura de la Riega los Calderones en el Río Color. La exuberante vegetación, el rumor de las aguas bravas de ambos y el verdor de la reciente primavera hacen de este un lugar especialmente bello. Cruzamos con cuidado el río Color por un rústico puente hecho con dos grandes troncos auxiliados por una endeble barandilla y enseguida salimos a Les Cuerries. Hasta aquí llega una ancha pista que viene desde La Matosa. La pista descruza el río por un sólido puente de hierro y madera y continúa por la margen izquierda del río durante más de dos kilómetros.
Cruzando el Río Color por un rústico pero resistente puente de madera.


Otra imagen del puente sobre el río Color que hay que pasar con cuidado.


Poco antes de llegar al fondo del valle en Les Cuerries, donde la Riega Calderones vierte en el río Color, encontramos magníficas hayas.

Pista que arranca en Les Cuerries y nos llevará en 3 kilómetros a La Matosa

Algunos prados en las zonas más llanas salpican el gran bosque que cubre el valle del Río Color. Más adelante el río se encajona y se sumerge en un profundo cañón.

El paisaje es realmente espléndido: el río que poco a poco se va encajonando produciendo un sinfín de pequeñas cascadas y rápidos que rugen en las profundidades del cañón, la abundante vegetación arbórea, los prados que salpican a uno y otro lado el curso del río en sus tramos más amables… Hacia la mitad, la pista vuelve a cruzar el río e inicia una ligera subida alejándose del cauce para alcanzar La Matosa en el hombro que separa su cuenca de la del río Tendi.

Lorenzo Sánchez Velázquez











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