jueves, 12 de marzo de 2015

Pico Cunio. Circular desde Ambingue

Salida y llegada: Ambingue (concejo de Ponga)
Distancia: 13,8 km

Duración: 6:00 h (sin contar paradas)
Subidas acumuladas: 1050 m
Altura Inicial: 425 m
Altura máxima: 1264 m
Fecha de realización: 7/III/2015
Dificultad: media
Track de la ruta




De entre las pocas montañas que separan los concejos de de Piloña y Ponga solo el Maoño (que además limita con Caso) supera al Cunio. Cumbre más alta de la Sierra de Furacu, vierte al sur al arroyo de Piedrafita deudor del río Salmedón mientras que por el norte las aguas van al río Color afluente del Piloña. Aunque la forma más fácil de alcanzar su cima parte del collado Moandi, preferimos realizar una ruta circular que nos permita distintos trayectos en la ida y la vuelta completando mejor la visita de estos apartados lugares. Saldremos por tanto de la aldea de Ambingue que pertenece a la parroquia de Cazo en el concejo de Ponga.

Ambingue y Cazo desde La Cuesta.

Hasta allí nos lleva la carretera AS-339 que discurre entre Sevares, en el concejo de Piloña, y Sellaño, en Ponga, y sigue el curso del río Tendi, afluente del Piloña, hasta que en el kilómetro 8 lo abandona para alcanzar el collado Moandi en el límite con Ponga y punto de partida para acceder a los picos Cetín, al este, y al Cunio al oeste. Continuamos el viaje descendiendo el puerto para desviarnos más abajo por la PO-6 en Cazo y alcanzar la aldea de Ambingue. A la entrada dejamos la carretera continuar hacia los barrios más altos y accedemos a una calle amplia donde aparcamos.
 
Camino a Viores y collado Viores. Los Tornos y Maoño a la fondo.

Comenzamos la ruta caminando por esta calle que se estrecha entre las casas y sube hasta enlazar de nuevo con la carretera. La abandonamos más arriba en la tercera curva (a la derecha) para coger el antiguo camino a la izquierda que desemboca en la moderna pista a la altura de las cabañas de Llasa Arriba. Desde aquí vemos como el camino vira al sur a la altura de los prados y cabañas de El Parrón y remonta la ladera meridional de la Sierra Furacu; también en ese punto el camino antiguo sube casi abandonado en paralelo al anterior. Optamos por este atajo que más arriba sale de nuevo a la pista. La Cuesta, que así se llama la zona, no da tregua y termina muy cerca del collado Pasadoriu, continuando después el antiguo camino que sobrepasa el espolón rocoso dando vista al precioso valle de Viores y, al fondo, a los picos Maoño y Los Tornos.

Va apareciendo la piramidal silueta del Pico Cunio.

El camino baja a los prados y cabañas de Viores pero el nuestro lo abandona enseguida siguiendo un sendero que no pierde altura. Por el monte hacia el noroeste y a media ladera, seguimos el curso del valle mientras los prados y cabañas van quedando abajo y a la izquierda y la piramidal silueta del Cunio aparece tras uno de los espolones de la Sierra de Furaco. Una vez superado un pequeño crestón rocoso, la pradera que sigue asciende a un pequeño collado donde quedan las ruinas de las cabañas de lo que fue la Majada de Fonticielles. Algunos caballos que pastan por la zona huyen; se ve que no están acostumbrados a la presencia humana.

Cabaña en la majada Fonticielles.

Continuamos la remontada siguiendo una senda apenas perceptible que avanza en diagonal por la ladera sur de la sierra dirigiéndose a la pradera y bosquete de acebos situados más arriba. La senda se hace más evidente al acercarnos a la fuente Acebal situada en medio del citado bosquete. Sobrepasados los últimos acebos, continuamos el ascenso por la lengua herbosa hasta alcanzar el Colláu Espinu en lo alto de la Sierra Furacu que da vista al norte: la Sierra del Sueve y el mar a su derecha cierran el horizonte. La extensa pradera de Tameces continúa al otro lado hacia el noroeste, pero nuestro objetivo se encuentra al oeste y hacia allí nos encaminamos por un terreno rocoso dejando a la derecha el crestón del pico Lavandera.
 
Arriba está el Colláu Espinu.

Pico Cunio desde el collado homónimo.

Cima del Pico Cunio.

Alcanzado el herboso collado Cunio que aún mantiene una gruesa visera de nieve en su vertiente sur, remontamos los últimos metros para alcanzar la cima del pico Cunio. Las vistas que nos ofrece abarcan desde los Picos de Europa, al este, hasta las Ubiñas, al oeste; en medio las grandes montañas de Ponga y Piloña: por encima de la Sierra Furacu vemos la torre de Mota Cetín, el Pierzu está a la derecha de “Los Picos”; Recuencu, Luego y Colláu Zorru casi alineados, y les siguen Pileñes y Ten por detrás; por encima de Peña Taranes emerge el Tiatordos y a la derecha la gran mole de la cercana Llambria. Siguiendo este sentido horario encontramos Campigüeños, Los Tornos, Maoño y la Sierra de Aves (Cabezu y Vízcares); y, por detrás, vemos la cresta del Retriñón y muy lejos el Estorbín y las Ubiñas. A la derecha del Vízcares tenemos la Sierra de Pesquerín (Cerro Niañu) y al norte la del Sueve.

Camino entre el Pasadoriu y el Acebal

De izda a dcha: Recuencu, Colláu Zorru, Pileñes, Ten, Tiatordos, Llambria, Los Tornos, Maoño, Cabezu y Vízcares.

Picos de Europa y Pierzu.

Contemplando este maravilloso espectáculo, pues el día está soleado y con buena temperatura, el aire es limpio y las cumbres nevadas refuerzan las extraordinarios vistas, nos demoramos mientras reponemos fuerzas. Reanudamos la marcha bajando al collado y rodeando el pico Lavandera por poniente accediendo al bosque que cubre su empinada ladera norte. Abajo vemos los extensos pastos de Tameces a los que tenemos que llegar. Para superar el escalón rocoso que se interpone, continuamos el rodeo hasta encontrar una corta canal que nos lleva al prado. Más sencillo habría sido retroceder desde el collado Cunio hasta el de Espinu y descender cómodamente por el valle de Tameces.

Bajando por el valle de Tameces.

Enseguida abandonamos la pradera siguiendo un sendero que se adentra en la primera vaguada a la derecha y nos lleva a un pequeño lomo de hierba que nos permite descender al collado Paradañu a los pies de la pica del mismo nombre. Mientras bajamos, apreciamos el oscuro follaje de unos tejos entre las hayas y acebos que cubren la ladera occidental del Paradañu. Y hacia allí nos dirigimos y alcanzamos la arista noroccidental del pico que cae vertical al norte. Los hermosos y viejos tejos dan nombre a la zona: La Texa.

Tejos en La Texa en la ladera occidental del Paradañu.

Regresamos al collado y seguimos por un sendero hacia el sur rodeando el valle para dirigirnos al collado Medandi en su ladera oriental. Hacia la mitad cruzamos la Riega del Paradañu que acabará siendo más abajo el río Tendi, y en Medandi encontramos varios caballos casi salvajes que también huyen al acercarnos. Al otro lado, hacia el sureste, arranca un camino que baja directamente a Ambingue pasando por las majadas de Violéu y La Surbial.

Tejo en La Texa.

Preferimos seguir nuestra ruta aunque demos un pequeño rodeo. En el collado viramos al norte subiendo por la pradera y dejando a la derecha un crestón rocoso cuyo último espolón superamos bajando después por la Cuesta el Tinteru hasta el evidente collado Tras de Sierro adonde llega una pista que viene desde Ambingue. La pista continúa más allá atravesando los prados y llega al collado Melandi.


Picos de Europa entre Mota Cetín (izda) y Pierzu (dcha).

En Tras de Sierro encontramos buenos prados y cabañas arregladas y, sin detenernos apenas, seguimos por la pista y, más abajo, nos encontramos con una señora que cuida dos yeguas y un potrillo. En medio de la conversación, nos explica que el camino directo que baja desde Medandi está invadido por la maleza. La formidable imagen de los Picos de Europa, enmarcados entre el torreón de la Mota Cetín (y la Peña de los Cuadrazales) y la pirámide del Pierzu, nos ha acompañado en toda la ruta y no nos abandonará hasta que alcancemos las primeras casas de Ambingue.

Lorenzo Sánchez Velázquez







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