lunes, 27 de enero de 2025

Pico de Santiago, Peña la Rueda y Peña Santas Martas. Circular desde Piedrasecha

Salida: Piedrasecha (Municipio de Carrocera, León)

Distancia: 14.0 km
Duración: 6:45 h (sin paradas)
Subidas Acumuladas: 1020 m
Altura Inicial: 1180 m
Altura Máxima: 1793 m
Fecha de realización: 11/01/2025
Dificultad: Moderada-alta
Track de la ruta




Itinerario: Piedrasecha – Collada Cuevas – Collado Piedrasecha – Cuevas de Viñayo – Arroyo de Cuevas – Hoz de Cuevas – Pico Torres – Pico Santiago – Collado – Peña la Rueda – Peña Santas Martas – Ermita Virgen del Manadero – Piedrasecha.

De nuevo volvemos a Piedrasecha. Si en la vez anterior (ver en este otro reportaje) subimos los picos que limitan por el oeste el precioso desfiladero de Los Calderones (Alto de la Viesca), en ésta recorreremos los más altos situados al este pasando de camino por la Hoz de Cuevas, otro de los espectaculares desfiladeros que bajan hacia el sur. Recorrido por el arroyo del mismo nombre, cede sus aguas en el Río Luna después de pasar por Carrocera, la capital del municipio.


Aparcamos en el centro de Piedrasecha obviando el gran aparcamiento situado a la entrada de la aldea. Un camino ancho sube hacia el sur en paralelo a la carretera para virar bruscamente al este y cruzar enseguida el Arroyo de Bustión. El robledal desnudo de invierno que atravesamos deja ver por detrás el Alto de la Viesca y por delante el Alto la Carba.

Entre Piedrasecha y Cuevas de Viñayo el camino atraviesa un precioso robledal.

A la izquierda del Collado Cuevas vemos el Pico Torres (pasaremos muy cerca de su cumbre).

Hacia poniente, desde ese mismo collado, vemos Los Machaos y el Alto de la Viesca.

Tras la Collada Cuevas el camino llanea hacia el sur entre los robles alcanzando pronto el Collado Piedrasecha. La vista se abre al este y al norte. Y es precisamente en esta última dirección donde vemos el profundo tajo de la Hoz de Cuevas por donde subiremos. De nuevo hacia el este, el camino baja a Cuevas de Viñayo, pero antes de llegar a la aldea lo abandonamos para atajar y entrar en el pueblo por la iglesia con su espadaña de dos campanas y el cementerio adosado. Atravesamos la aldea siguiendo después por la calle que sube al norte en paralelo al Arroyo de Cuevas.

Nada más coger el desvío hacia Cuevas de Viñayo tenemos esta vista de la Hoz de Cuevas (por donde pasaremos) entre los picos Torres (izquierda) y la Peña de los Corros (derecha).

Llegando a Cuevas de Viñayo.

Iglesia de Cuevas de Vinayo.

El camino, ancho al principio, sube pegado al arroyo (N) que, transformado en senda, cruza y descruza cinco veces en el primer kilómetro. El paraje es ciertamente hermoso contrastando la vegetación de ribera pegada a la riega con las blancas calizas de las peñas y pedreros que rellenan las laderas a su vez  salpicadas de verdes encinas y enebros. Al llegar a unas llamativas (por sus pliegues, colores y formas) formaciones geológicas situadas a la derecha (margen izquierda), la senda sube por la ladera de la izquierda alejándose unos metros del cauce del arroyo.

A la salida del pueblo el camino, siempre pegado al Arroyo Cuevas, aún tiene buena caja.

Tras cruzar este rústico puente se transforma en sendero. Habrá que cruzar y descruzar la riega cinco veces.

Uno de los sencillos cruces del Arroyo Cuevas.

Al llegar a esta zona la hoz se estrecha tanto que no permite el paso. La senda sube hacia las peñas de la izquierda.

Subiendo por la margen derecha de la hoz (a la izda en el sentido de la marcha) vemos, al otro lado, esta espectacular formación rocosa.

Superado el escalón de la riega, la senda vuelve al cauce, ahora seco, y continúa por él. Pronto nos topamos con un pequeño resalte que nos lleva a salir del arroyo por la izquierda (margen derecha) subiendo duramente por un pedrero adosado a un crestón calizo. Subimos bastantes metros para rodear la cresta por arriba y continuamos en paralelo a la riega entre algunas encinas y enebros que medran entre grandes canchales de caliza. El terreno es muy vertical y caminamos con cuidado porque las piedras de todos los tamaños no están asentadas. Superada una mata de encinas por arriba y un segundo crestón calizo llegamos a una cómoda vaguada de hierba que atravesamos acercándonos de nuevo al arroyo.

Superado el estrangulamiento de la hoz volvemos al cauce seco del arroyo. Pero es a partir de aquí donde empieza lo más complicado.

Nos topamos con un escalón en la misma riega y subimos por un inestable pedrero en el lado izquierdo para superar un primer crestón calizo. Otro canchal (el que vemos en la foto) y otro crestón que también se supera por arriba.

Pasando por el canchal miramos hacia el fondo de hoz.

Vista hacia atrás de la Hoz de Cuevas.

Unos hitos nos llevan en la dirección del arroyo (N) pero otros de más entidad nos llevan por una canal transversal más limpia. Como tenemos que subir mucho más y esperamos que arriba las laderas estén limpias, seguimos por la riega limpia (O). Fue un error. La subida dura y larga nos eleva hasta casi alcanzar el Pico Torres, pero al llegar a la planicie cimera encontramos un tupido y extenso brezal que tuvimos que atravesar sin camino ni senda, “flotando” sobre los brezos.

La canal occidental nos sube a las inmediaciones del Pico Torres. Aquí estamos llegando a su base.

Al llegar al collado (cerca de la cima del Pico Torres) encontramos este tupido brezal. Teníamos que haber seguido por la riega que vemos. Al otro lado de la riega está la Peña de los Corros. A la izda (ver siguiente foto) el Pico Santiago.

Pico Santiago. Se interpone un denso brezal que habrá que cruzar.

En efecto, el Pico Santiago queda a unos dos kilómetros en dirección noroeste y en medio, antes de alcanzar la planicies limpias debemos atravesar más de un kilómetro de brezal. Poco a poco con esfuerzo bajamos unos metros y superamos después un cerro para caer al otro lado en una riega por la que subimos algo mejor sin caer en la cuenta que unos metros a la derecha hay un cortafuegos algo tomado por donde habríamos subido mejor. Salimos a zona abierta donde encontramos un gran pilón ganadero de abundante agua a los pies del Pico Santiago y hasta donde llega desde el norte un camino ancho que viene desde el Collado del Fito.

Cruzando el brezal.

Con la vista puesta en el Pico Santiago.

Algo más cerca. Nos dirigimos a la riega que cruza transversalmente la foto para subir por ella.

Saliendo del brezal, en la despejada ladera encontramos este pilón ganadero. Hasta aquí llega una pista del el Collado el Fito.

Lo seguimos unos metros pero pronto lo abandonamos para subir por la ladera occidental del Pico Santiago sin camino ni senda pero sin complicación ninguna. Arriba encontramos los restos de algunas trincheras de la Guerra Civil pero se ha metido la niebla y la ventisca helada no hace muy agradable la estancia en esta alomada montaña. Las vistas son limitadas y hacia al sur por donde se extiende la meseta castellana.

Vista hacia atrás mientras subimos por la ladera suroeste del Pico Santiago.

Trinchera de la Guerra Civil en el Pico Santiago.




Bajamos por la ladera norte y siguiendo la dirección del alargado crestón de la montaña viramos hacia el oeste hasta caer a un collado por donde pasa el camino ancho que abandonamos antes y que nos llevaría al Collado del Fito. Manteniendo la dirección subimos con facilidad a la Peña Rueda donde no hay más que un hito. En la ladera sur de esta montaña, protegidos del frío viento del norte tras unas peñas, paramos a comer.

Bajando del Pico Santiago recorreremos la arista que vemos hasta el siguiente pico que es Peña la Rueda.

Echamos la vista atrás hacia el Pico Santiago.

De fácil caminar hacia Peña la Rueda que vemos cerca.

Subiendo a la Peña la Rueda.

Reanudamos la ruta manteniendo la dirección (O) y bajando al evidente collado que nos separa de la Peña de Santas Martas. Una corta y sencilla subida nos encarama en el último de los picos del día. El gran macizo de la Peña Santas Martas está separado del Alto de la Viesca por el profundo y estrecho tajo de la Hoz de los Calderones. Habrá que perder unos 450 metros de altura en menos de un kilómetro que bajar al profundo desfiladero.

Subiendo a la Peña Santas Martas miramos hacia atrás (Peña la Rueda).

Peña Santas Martas. A la derecha, oculto tras las nubes, está el Pico Amargones.

Ladera sur de la Peña Santas Martas por donde bajamos. Al principio tiene menos inclinación. Muy abajo vemos el desfiladero de Los Calderones.

Bajamos por la ladera sur de la montaña siguiendo los abundantes hitos pero sin senda clara. Es un terreno muy pedregoso con piedras móviles de todos los tamaños y donde están fijas forman escalones de tres o cuatro metros de altura. Sólo los dos primeros requieren el uso ocasional de las manos; incluso el primero se puede evitar por la izquierda. El segundo también se baja mejor a la izquierda.

Vista atrás del primer escalón. Nosotros lo bajamos por la izquierda (a la derecha de la foto, fuera de ella).

Segundo escalón que hay que destrepar.

Vista hacia atrás de varios escalones en la ladera sur de la Peña Santas Martas.

Bastante abajo, cuando el pedrero da paso a la arcilla, encontramos una marcada senda que en un quiebro parece bajar directa al fondo desde desfiladero. Sólo es una maniobra para rodear un escobar y unas peñas. Eso sí, bajaremos pegados al borde del profundo tajo con algunas preciosas peñas que forman excelentes miradores sobre la hoz por abajo y la gran mole de Peña Santas Martas por arriba. Finalmente la senda nos baja a la Ermita de la Virgen del Manadero donde estuvimos hace poco más de un mes.

Bastante abajo vemos el estrecho y profundo tajo de Los Calderones. Los hitos nos llevan hasta una senda que rodea el escobar de la izquierda por su derecha pegados a la hoz.

Vista atrás del último escalón rocoso que se baja bien pero con mucha piedra suelta.

Rodeando un escobar nos acercamos al abismo de Los Calderones.

Mirador sobre Los Calderones muy cerca de la senda.

Llegamos a la Ermita de la Virgen del Manadero.

Caminando por la conocida ruta de Los Calderones nos encontramos con esta singular formación geológica.

Por la concurrida senda, con el arroyo de los Calderones desbordado en el camino al principio, bajamos tranquilamente hasta Piedrasecha donde paramos en el bar-restaurante a reponer líquidos, porque aunque arriba hizo frío, las fuertes subidas y el brezal nos hicieron sudar.

Lorenzo Sánchez Velázquez


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