miércoles, 29 de octubre de 2014

Circular por el Monsacro

Salida y llegada: La Collá (en el concejo de Morcín) 

Distancia: 10,5 km
Duración: 3:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas:
830 m 
Altura Inicial y Final:
400 m 
Altura máxima:
1057 m 
Fecha de realización:
26/X/2014
Dificultad:
baja
Track de la ruta



Camino por la Cuesta de la Magdalena
Embalse de Alfilorios desde la subida al Monsacro

Descripción
El centro del concejo de Morcín está dominado por la gran mole caliza del Monsacro que, a pesar de su escasa altitud, emerge como los muros de un castillo, protegiendo los ricos pastos de altura y las capillas medievales de La Magdalena (de Abajo) y de Santiago (de Arriba) declaradas Monumento Histórico Artístico.
Son varios los caminos de subida a esta impresionante atalaya. Por la ladera norte serpentea el de la Llorera o Pastrana, también llamada Cuesta de la Magdalena por donde, según la leyenda, se subieron las reliquias del Arca Santa traídas de Jerusalén, para protegerlas de las razias musulmanas en los primeros tiempos de la Reconquista. La vertiente sur tiene tres puntos de acceso. El más empinado es el más occidental y sigue la canal situada entre La Fayona y el Cuitu Romiru. La Senda Grandariella está situada hacia la mitad entre esta última cima y el Pico Marieyu. Finalmente el acceso más oriental y cómodo es el Camino del Cintu por donde discurre la pista apta para vehículos todoterreno que se sube desde Los Llanos.

Vega de las Capillas. Al fondo la de Santiago.

Aunque La Collá se encuentra en el concejo de Morcín, la forma más rápida de llegar es por la AS-231 que sale de la N-630 en el kilómetro 40,5 en dirección a Riosa. A los 3 kilómetros, una vez pasada la aldea de Las Mazas, seguimos por carretera MO-3 que, en poco más de un kilómetro, nos deja en el alto de La Collá. A 100 metros de las dos casas de la aldea situadas a ambos lados de la carretera hay un pequeño aparcamiento justo al lado del panel que marca la ruta.

Laguna y Ermita de la Magdalena.

Entre castaños y avellanos iniciamos la ruta por el Camino ancho de La Madalena. Enseguida se empina, cruza una portilla, pasa bajo el tendido eléctrico de la red de alta tensión que atraviesa, inexplicablemente, el macizo y, cuando el dosel arbóreo desparece, se retuerce para seguir ganando altura hasta alcanzar la segunda torre del tendido eléctrico. Aquí finaliza el camino ancho. Sigue una sinuosa senda que vence lo más empinado de ladera, pasando al lado Silla del Obispo (pequeña peña llamada así porque según cuenta la leyenda en ella se sentó a descansar el obispo Toribio cuando subió las mencionadas reliquias) y termina en la tercera torre de alta tensión. Hasta aquí llega otro camino ancho que accede al macizo por la ladera sur y da servicio a la citada torreta. Lo seguimos. Pasamos al lado de dos grandes y solitarios espinos que dan paso a la Vega de las Capillas, finalizando así la dura remontada que nos ha hecho ascender 450 metros en apenas dos kilómetros.

La Foz en el valle. Picos Garcillero, Peña Manteca y Llosorio

La vista se abre a la extensa vega en cuyo centro hay un estanque. La Capilla de Abajo o de la Magdalena del siglo XIII se encuentra a la derecha sobre un montículo. Es de estilo románico tardío, tiene planta rectangular y un ábside en la cabecera. En su altar tiene una imagen de la Magdalena.

Sierra del Aramo desde el Cuitu Romiru.

Al otro lado de la vega se ve la Capilla de Arriba o de Santiago situada sobre la ladera norte del pico Marieyu. Para llegar hasta ella abandonamos el camino ancho y seguimos por la campera hasta enlazar con una senda que, enseguida, nos deja en la capilla. Tiene una curiosa planta octogonal poco frecuente con ábside semicircular. Espineras y carrascos en la preciosa vega herbosa, el cielo reflejado en la lagunilla central, la Ermita de Abajo sobre el montículo y, al fondo a lo lejos, Oviedo.

Seguimos la ascensión por la vallina herbosa hasta el Collado La Muezca situado en el mismo borde meridional del macizo. La vista se abre al sur hacia el Barranco de Otura, el Aramo y un pequeño sector de la Cordillera Cantábrica. Del collado baja la senda Grandariella por la que descenderemos más tarde. Antes hay que alcanzar los picos Cuitu Rominu y Fayona.

Cuitu Romiru desde La Fayona.

Una senda remonta las peñas situadas al oeste. Nos guiamos por las marcas en forma de puntos amarillos que, enseguida, nos sitúan en lo más alto de la sierra. A la vista tenemos el Cuitu Romiru. No queda más que descender, pasando al lado de una estación meteorológica alimentada por un pequeño panel solar, hasta una pequeña pradera. El siguiente ascenso nos deja en el escaso balcón de la cima (1055 m) con vértice geodésico y buzón de montaña colocado allí por el grupo de montaña “El Civilu”.

Las vistas se acrecientan en todas las direcciones llegando por el este hasta los Picos de Europa en la misma línea que la aldea de la Foz y el cercano Llosorio. El valle del río Riosa se extiende hacia el sur y al oeste la Sierra del Aramo y La Mostayal ocultan todo lo que hay detrás. Muy cerca, en esa misma dirección, está la cumbre más alta del Monsacro, el pico La Fayona (1057 m). Entre ambas cumbres hay una vertical canal en la que vemos la senda de descenso.

Vista del Monsacro desde el sur: La Fayona a la izda y Cuitu Romiru en el centro flanqueando ambos la canal de bajada.
Bajamos del Cuitu Romiru y rodeamos la canal para ascender a La Fayona también llamado Llanu Villar, apenas unos metros de hierba que ocultan grietas y agujeros entre las piedras. Alcanzada la segunda cima con facilidad, encontramos allí un buzón de montaña colocado por el Club Alpino de Lugones. Las vistas son idénticas pero impresiona la atalaya colgada del Cuitu Romiru.

Regresamos por la misma senda a la colladina de La Muezca donde hay una pequeña arqueta rota. El descenso por la Senda Grandariella es sencillo. Tiene algún corto tramo armado y supera el fuerte desnivel mediante cuatro revueltas que nos encaminan, después, al oeste por encima de los límites de los prados de Los Llanos entre cotoyas. La senda finaliza en el collado La Covarriella donde hay buenos pastos comunales y algunas cabañas en el interior de los prados. Hasta aquí llega un camino que viene desde el área recreativa de Vía Pará cruzando el pico La Covarriella.

Camino que rodea el Monsacro por el este.

Nuestro camino ancho y hormigonado sale a la izquierda atravesando una barrera al lado de una cabaña en uso. Las vistas del frente sur del Monsacro con las torres de La Fayona, a la izquierda, y el Cuito Romiru a la derecha son impresionantes. Abedules y zarzas serán nuestros compañeros en el siguiente tramo del recorrido. La pista nos lleva hacia el sureste para girar bruscamente a la izquierda (obviamos el camino de tierra que sigue de frente) para bajar rápidamente entre los abedules cruzando el Barranco de Otura en la zona alta. Evitamos dos desvíos a la izquierda y desembocamos en la aldea de Los Llanos.

La Foz y valle de Riosa desde el camino que rodea la montaña.

Continuamos el descenso por la carretera MO-4 dando una gran revuelta a la derecha y otra a la izquierda para llegar a la primera casa de la aldea de Otura. Abandonamos la carretera y seguimos por la calle principal, a la izquierda, que sube dejando casi todas las casas a la derecha. La calle se transforma en camino que, entre avellanos, faldea los contrafuertes calizos del pico Llano los Bues (del Monsacro) en cuya base hay una gran cueva.

Al llegar a la zona despejada vemos la antena y el resto del camino hasta alcanzarla. Casi en llano, suspendidos sobre la aldea de La Foz, vamos caminando impresionados por el hermoso crestón de Peña Manteca que forma el desfiladero de La Foz con el espolón oriental del Monsacro en el que estamos encaramados. Al sur se extiende el valle y concejo de Riosa con su capital muy cerca. Al sureste el Cordal de Cuba (pico Llosorio) destaca.

Valle de La Figar entre el Garcillero y Manteca desde el crestón oriental. A la dcha al fondo el Llosoriu.

Alcanzada la antena en la cresta del espolón, la vista se abre al norte donde apreciamos el tramo final del río Riosa antes de ceder sus aguas al Caudal. La aldea de La Maza y la Peña los Reconcos que baja del Garcillero se sitúan en esa misma dirección.

La senda hace un corto y fuerte descenso mediante cuatro revueltas para continuar, más llana, adentrándose en un bosquete que deja a la derecha algunos prados como El Pradón. Poco a poco se ensancha. Al llegar a las primeras casas cruzamos una portilla que da paso a un camino ancho que, a su vez, nos deja en el barrio de El Carbayu (según lo llaman los mapas), hasta donde llega una calle asfaltada. La seguimos y en pocos metros desembocamos en la carretera MO-3 a su paso por La Collá.

Lorenzo Sánchez Velázquez





martes, 21 de octubre de 2014

El Susarón y el bosque de La Cervatina


Salida y llegada: Puebla de Lillo (en León) 
Distancia: 21,6 km
Duración: 6:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1050 m 
Altura Inicial y Final: 1137 m 
Altura máxima: 1878 m 
Fecha de realización: 18/X/2014
Dificultad: media
Track de la ruta






La salida de otoño del IES Rosario de Acuña de Gijón nos llevó esta vez a León para disfrutar del hermoso bosque de La Cervatina y subir al pico Susarón. La Cervatina es un bosque de hayas y tejos centenarios situado entre los arroyos Rebueno y Ruidosos al oeste de Puebla de Lillo. La zona más importante y sensible está vallada para impedir el ramoneo de herbívoros salvajes y domésticos favoreciendo así la regeneración natural de la tejeda. El Susarón es una piramidal mole caliza que domina el frente occidental de Puebla de Lillo y ya nos impresionó por su vertical silueta cuando hace dos años, también en otoño, visitamos por primera vez estos parajes para subir al pico Mahón. Esta vez decidimos completar el recorrido circular de La Cervatina hollando su cumbre.
 
 
Ermita de Pegarúas y Monte Celorno.

El viento del sur trajo a Gijón un verano retrasado en octubre. Sin embargo, nada más cruzar el puerto de San Isidro, los nubarrones que cubrían las cimas de las montañas nos metieron de lleno en el otoño. Llegamos a Puebla de Lillo hacia las diez y media de la mañana y aparcamos en su plaza mayor flanqueada por edificios antiguos ornados con escudos. La ruta del bosque de tejos de La Cervatina, etiquetada como PR-LE 28, comienza al otro lado de la carretera y del Río Silván. Está correctamente señalizada y un panel informativo nos explica su itinerario y lo más interesante que podemos ver en ella.
Otoño en La Cervatina.


Comenzamos a caminar siguiendo las marcas que nos llevan hacia el norte, en paralelo a la margen derecha del río, por un camino de tierra bueno y llano que sigue la vega del Silván. A la derecha, vamos dejando los prados de la vega y, a la izquierda, el Monte la Silva. Los colores del otoño impresionan nuestra retina: algunos cerezos y fresnos en los márgenes del camino van dando paso al cromático hayedo del monte que poco a poco vamos rodeando. La amplia curva nos permite virar al oeste hasta finalizar en un camino asfaltado que comunica la carretera principal con las minas de talco de La Respina situadas a unos 7 kilómetros. Seguimos por el asfalto unos 250 m y lo abandonamos, cuando la carretera gira a la derecha, continuando de frente por un camino de tierra que pasa, más adelante, al lado de la ermita y Área recreativa de Pegarúas (Pegarvas, según el mapa topográfico). Un corto desvío a la derecha nos lleva a la Ermita de la Virgen de Pegarúas del siglo XIV cuya romería se celebra el 12 de agosto. Situada sobre el barranco que forma allí el Arroyo de Respina, nos ofrece unas vistas extraordinarias sobre el bosque otoñal que cubre la ladera del Monte Celorno al otro lado del Arroyo Rebueno.

Susarón por detrás de la Peña la Solana.



Tejo en La Cervatina

Después de disfrutar de este hermoso paisaje, regresamos al camino principal que continúa hacia el oeste en paralelo al arroyo Rebueno por su margen izquierdo. Otro kilómetro de cómodo y llano paseo nos deja en el caserío y fuente de Fombea. Aquí, el ancho camino se empina y gira al sur, adentrándose en el hayedo que cubre toda la ladera norte y noreste del pico Mahón, donde se encuentra La Cervatina. De nuevo, el rico cromatismo otoñal de las hayas contrastando con el verdor de las matas de acebos y algún que otro roble albar, ralentizan nuestra marcha por las continuas paradas para inmortalizar el gran espectáculo de la naturaleza. Pero es sobre todo la gran variedad, cantidad y tamaño de las setas lo que más llama nuestra atención: amanitas, boletus, lepiotas, coprinus,… han salido por todos los lados después de este lluvioso otoño leonés. Más arriba, obviamos la desviación que sale a la izquierda y por la que regresaremos más tarde a Puebla de Lillo para completar el circuito. De momento, seguimos de frente por el camino que lleva al Collado Ferreras. Al poco, encontramos a la derecha el cercado del rodal de tejos y la puerta de acceso.

En su interior, los hermosos y antiguos ejemplares de tejo están esparcidos por toda la ladera y multitud de brotes nuevos y plantones casi tapizan el suelo garantizando así su regeneración. Hace un par de años recorrimos la tejeda del Sueve (una de las mejores de Europa con unos 8000 ejemplares) y no encontramos en todo el trayecto ni un solo brote de tejo (los gamos introducidos allí con fines cinegéticos en los años 60 del siglo XX y la ganadería se los comen apenas nacen). Algo debería hacer el Principado de Asturias para conservarlo.

Ladera occidental del Susarón

Regresamos al camino y continuamos la ruta hacia el sur. Poco antes de alcanzar el collado Ferreras, justo cuando el bosque da paso a los pastizales invadidos en parte por las escobas, sale a la derecha el camino que hace dos años nos llevó a la cima del pico Mahón, por la collada Tolibia. El collado Ferreras está situado entre los picos Mahón, al oeste, y Aparejo Pequeño, al este, y da vista al embalse del Porma. La ladera del Mahón, por la que entonces bajamos en paralelo a la alambrada que separa los municipios Boñar y Puebla de Lillo, sigue cubierta de escobas.

Subiendo a la arista del Susarón.

Desandamos el camino hasta el desvío situado después del cercado de La Cervatina y lo seguimos hacia el este como indican las marcas del PR. Sumergidos en el impresionante hayedo, con el suelo cubierto de setas de todos los colores, tipos y tamaños, y casi sin darnos cuenta, alcanzamos un collado situado a un kilómetro del desvío. Las peñas a la izquierda corresponden al Canto del Oso y nos proporcionan un claro en el bosque que aprovechamos para descansar y reponer fuerzas. Desde aquí nos vuelva a impresionar la piramidal silueta del Susarón que emerge por encima de la más cercana Peña de La Solana.
Llegando a la cima del Susarón.

Tramo final de la arista del Susarón.

Una vez que hemos dado cuenta de las viandas, proseguimos la ruta por el camino ancho, entre el tupido bosque de hayas, rodeando, más adelante, el barranco por el que se despeña el Arroyo Ruidosos que forma rápidos y cascadas de particular belleza. Alcanzado el collado que deja a la izquierda la Peña de La Solana, comienza el descenso. Enseguida llegamos a un claro donde el camino gira del este al norte para descender al valle recorrido por el Arroyo Patina. El grupo se divide en dos. Unos bajan por el citado camino, recorriendo el valle del arroyo Patina y después el del Celorno para llegar finalmente a Puebla de Lillo después de caminar otros cuatro kilómetros.

Los demás queremos alcanzar la cima del Susarón. Para ello seguimos el camino ancho que sale de la parte más alta de la campera. Enseguida se divide en dos y continuamos por el de arriba que sube hasta la Collada de Barbadillo dando vistas al sur (Embalse del Porma). Aquí termina el camino ancho y seguimos por una senda que rodea por el norte la sierra dejándonos finalmente en el collado que da acceso al pequeño valle de El Pradico situado en la base de la cara occidental del Susarón. Un pilón con caño de abundante agua riega el valle. Para subir al pico nos encaminamos a una senda con hitos que nos lleva por la arista noroccidental de la montaña. La subida es dura pero sin problemas. Remontamos 450 metros por la arista, dando vista a Puebla de Lillo, hasta alcanzar la antecima. Unos pasos por la cresta, rodeando unas peñas por la derecha, nos dejan en la cumbre donde hay un vértice geodésico.
Embalse del Porma desde el Susarón.

Montes en torno a San Isidro desde el Susarón.

Pileñes, Peña Ten y Macizo del Mampodre desde el Susarón. Aldea de Redipollos abajo en el centro.

Al norte encontramos las montañas cercanas al Puerto de San Isidro: picos La Cuerna, Agujas, Toneo, Ausente, Rapaína o San Justo. Sólo se ve la cresta del Tiatordos que da paso al cercano Pico Lago o Pinar, al que siguen, al noreste, las cumbres de Pileñes y Peña Ten, el Macizo Occidental de los Picos de Europa, el Macizo del Mampodre, el pico Yordas que nos tapa Riaño, las impresionantes Peñas Pintas y la enorme mole del  Espigüete en Palencia. Al oeste, entre otros, vemos el cercano Mahón y las verticales peñas del Bodón y Coto Cabañas.

Puebla de Lillo con zoom desde el Susarón.

Descendemos por el mismo camino hasta El Pradico. Después continuamos por una senda que se dirige al norte y desciende por la canal que forma el propio Susarón con la modesta peña del El Piñuelo, situada al oeste. La canal nos deja en los pastos de La Tejera muy cerca del valle de La Patina por donde pasa la pista principal, asiento del PR LE 28. El camino y el valle desembocan en el Valle Celorno regado por el arroyo del mismo nombre. Cruzado el arroyo por un puente, el camino nos deja finalmente en Puebla de Lillo después de caminar más de 21 kilómetros y acumular más de 1000 metros de subida.


Lorenzo Sánchez Velázquez






sábado, 11 de octubre de 2014

Cabezo Llerosu (Lloroso) desde La Molina

Salida y llegada: La Molina (en el concejo de Cabrales) 
Distancia: 17,4 km

Duración: 7:30 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1560 m 
Altura Inicial y Final: 340 m 
Altura máxima: 1794 m 
Fecha de realización: IX/2013
Dificultad: media-alta
Track de la ruta

Entre el collado Llinares y Cabezo Llerosu




















Puente de Pompedro sobre el río Casaño
La carretera AS-114 que va de Cangas de Onís a Panes pasa por el Alto de Ortiguero. Al comenzar la bajada del puerto sale una estrecha carretera que, en 2,5 km, nos deja en aldea cabraliega de La Molina. Son muchos los que vienen a este lugar para practicar el barranquismo en las turbulentas aguas del encajonado río Casaño. Aquí comenzamos esta espectacular y larga ruta que nos llevará a la incomparable atalaya del Cabezo Llerosu: las vistas de los picos de Europa en sus tres macizos son de las mejores que se pueden encontrar en Asturias.

El camino sigue la dirección de la carretera entre las casas del pueblo, dejando a la izquierda la Ermita de la Virgen de la O. Continúa, empedrado y en descenso, buscando el curso del Casaño cuyas revueltas aguas se estrellan contra las rocas produciendo un salvaje murmullo en el fondo del frondoso barranco.
Venta de El Coterón y "foz" entre los cuetos Tamañán y El Pandu


Majada Ceribios. Ladera de Peña Ruana (izda) y Cabeza Prada (dcha).

Enseguida encontramos una bifurcación y un pequeño puente de piedra; el Puente de Pompedro. El camino de la derecha continúa río arriba por su margen izquierda hacia los prados El Sitiu y El Escobio. Cruzamos el río y nos adentraremos en una foz que forman los cuetos de Tamañán y El Pandu, por donde discurre el Arroyo Voluga. Caminamos por la senda cobijados bajo la agradable sombra de robles, fresnos y castaños, en continuo ascenso, hacia el sureste, hasta alcanzar el herboso Collado Pando. En este punto, el camino vira al sur para acometer la Cuesta Pando entre cotoyas y helechos. Más arriba, en una zona herbosa, parece perderse, pero continúa después rodeando el tapizado montículo (helechos y cotoyas) de El Coterón por su ladera este.

Nada más alcanzar hombro de la montaña, unos caballos que pacen allí acuden raudos a nuestro encuentro confiando en recibir alguna dosis de su necesitada sal común. La ascensión da una corta tregua. Encontramos una solitaria cabaña de piedra labrada en buen estado que, según parece, en su tiempo fue venta en donde los ganaderos podían descansar antes de acometer las duras rampas del camino de subida a las brañas y majadas más altas donde pastaban los animales durante el verano.
Desde la majada El Jascal, valle y peña El Jascal

Nada más pasar la venta, comienzan las revueltas en herradura del camino que permiten salvar el fuerte desnivel que da paso a las camperas de altura. Pasado el primer tramo de mayor pendiente, la senda nos lleva a unas pequeñas praderías en cuesta que, una vez cruzadas, nos dejan en el Colláu Las Juentes. Aquí  comienzan las feraces majadas y prados de altura en donde aún hoy podemos encontrar en verano una abundante cabaña ganadera. Según llegamos, a la izquierda, encontramos Las Brañas y a la derecha sale el camino que lleva hasta la de Redondiella que sólo vemos a lo lejos. Algo más arriba está el Colláu Llinares que, a su vez, da acceso a las principales majadas de la zona: enfrente está Brañaredonda, donde aún se mantiene en pie una casa de dos plantas (queda algo lejos de nuestra ruta y sólo la vemos de lejos). Pero a la izquierda, hacia el este, arranca un valle mucho más profundo que contiene otras: la cercana Majada Ceribios, que en su día debió ser de las más grandes, está en completa ruina; no queda ninguna cabaña entera, la mayoría de los techos se han hundidos y las paredes casi caídas. Sólo quedan en pie algunas cuevas artificiales con entrada en dintel y cubierta de piedra en falsa bóveda recubierta de tierra para un mayor aislamiento que quizás sirvieran para conservar el queso.
 
Peña del Cabezo Lloroso (tramo final).

Siguiendo el valle en dirección sureste encontraríamos los restos de la de Salinas con unas pocas cabañas arruinadas. Pasaremos por ella a la vuelta. Ahora, sin embargo, y a unos 200 metros después de la última majada, abandonamos el valle remontando una franja herbosa que, sin sendero marcado, se dirige hacia el sur hacia una hondonada que bordeamos para alcanzar, más arriba, otra senda que, siguiéndola, nos deja en la bella Majada del Jascal (1450 m). Está situada en un montículo separado por un vallecito herboso de los derrumbes verticales de la enorme peña del Jascal. El vallecito sigue la dirección este en paralelo a la gran cresta rocosa del Jascal y por él discurre el arroyuelo o río Jascal. Para acceder a él, descendemos unos metros hasta el valle donde encontramos bastantes vacas paciendo. Continuamos por el valle que, al final, nos deja en la misma base del Cabezo Llerosu. Si siguiéramos por la franja herbosa, tras un corto descenso y posterior remontada, alcanzaríamos el Jorcáu Los Gües, que nos permitiría subir a la peña por la ladera sur. Sin embargo, la ladera este, donde nos encontramos (Becerrera del Jou 1619 m), tiene un sendero que permite una fácil subida hasta la arista norte que da acceso a la cumbre tras dejar a la izquierda un gran jou (hay que pasar sobre unas peñas). También se puede rodear el jou por el otro lado y alcanzarla con mayor facilidad.

Macizo Occidental desde el Cabezo Lloroso.

Las vistas de los tres macizos de los Picos de Europa son espectaculares: del central sólo nos separa la profunda grieta del Cares y de las grandes cimas del occidental, donde nos encontramos, los lagos Enol y Ercina, que no se ven y un sin fin de cuetos, jous y majadas. Las vistas panorámicas con los nombres de las cimas se encuentran publicadas en el libro Recorriendo las montañas de Asturias, cuando describimos las vistas desde el cercano Jascal.

Macizo Central desde el Cabezo Lloroso.


Camino empedrado cerca de La Molina

La bajada la hacemos rodeando el gran jou cumbrero por la derecha para continuar el descenso por la ladera norte, casi sin senderos ni marcas. Buscamos los pasos donde la inclinación es menor pues hay mucha piedra suelta que ralentiza el descenso. Esta ladera es más inclinada y larga que la de subida porque el fondo del valle donde vamos a parar, el Jou de las Teyeras tiene menor altura (1452 m). En el jou encontramos un sendero que nos saca del hoyo y continúa hacia el siguiente donde se sitúa la Vega las Cuerres y la Majada Salinas. Continuamos por la senda a media ladera, sin alcanzar el fondo del valle, hasta llegar al punto donde remontamos hacia la Majada del Jascal. Un poco más adelante está la de Ceribios donde paramos a hacer fotos. No nos queda más que desandar el camino de ida hasta llegar a La Molina.

Lorenzo Sánchez Velázquez




lunes, 6 de octubre de 2014

PIcos Nogales y Xexa por los valles de Riopinos y Gumiel

Salida y llegada: Cuevas (en el concejo de Aller) 
Distancia: 16,7 km

Duración: 7:00 h (sin contar paradas) 
Subidas acumuladas: 1390 m 
Altura Inicial y Final: 800 m 
Altura máxima: 2074 m 
Fecha de realización: 4/X/2014
Dificultad: media-alta
Track de la ruta



La Serranía de las Fuentes de Invierno continúa al este por la del Ajo hasta el Puerto de San Isidro. De ella salen profundos valles orientados al norte asiento de ríos y arroyos que vierten en el río San Isidro. En otra entrada de este blog, donde describimos la ascensión a La Cabritera, seguimos uno de estos valles, el del río Pino, cruzando sus famosas “foces”. Esta vez toca recorrer otros dos hermosos y desconocidos valles que bajan de la misma serranía.

Cruzando el arroyo Riopinos.

 
El de Riopinos arranca en la majada del mismo nombre y está limitado por los Altos de Riopinos (la Cabritera es su monte más alto) a poniente y el Picón de las Rubias al este. El otro, el del valle Gumiel, queda limitado por el picón antes citado y los picos Fuentes y Cotelbu; contiene, además, el grande y hermoso hayedo de Monte la Yana, que se extiende por el mismo valle y las laderas del Cotelbu.

Subiendo a la majada La Varera.

Comenzamos la ruta a la salida de la aldea allerana de Cuevas, justo en la primera curva donde comienza la subida al puerto de San Isidro. Unos metros antes del camino ancho que sale a la derecha, hay un pequeño aparcamiento donde entran un par de coches. También se puede aparcar en el mismo camino al lado de las cabañas situadas en el desvío que cruza el río San Isidro. Nuestra ruta sigue por este desvío y por el siguiente, también a la derecha. El camino ancho desaparece después de la última cabaña quedando una buena senda que, al poco, cruza el Arroyo de Riopinos por un puente de madera. Aunque casi todo el camino debemos seguir en paralelo al arroyo, en este primer tramo, antes de la majada Varera, debemos dar un rodeo para ganar altura.

Mayéu la Varera.

La senda continúa perpendicular al arroyo en dirección noroeste, para girar después al oeste y remontar la empinada ladera en medio de un bosque mixto. Un tramo llano hacia el sur y un posterior giro hacia el oeste nos llevan hasta una solitaria cabaña primero y después a la majada La Varera que posee varias cabañas y prados en uso.

Aquí termina la buena senda y comienza otra invadida en muchos tramos por la maleza. Se coge de frente, después de pasar la última cabaña, evitando el camino que, en este punto, gira a la izquierda y da acceso a unos prados situados al otro lado del arroyo. De nuevo llamamos la atención de las autoridades locales y autonómicas sobre el mal estado de los caminos y senderos de montaña. Si realmente se quiera apostar por el medio rural y por uno de los mejores y atractivos recursos de Asturias, que es la montaña, se debe facilitar su uso responsable creando una red de sendas y caminos señalizados y mantenidos, que fomenten entre los ciudadanos estas actividades de ocio, cultura y salud.

La maleza invade la senda por el valle de Riopinos.

Enseguida perdemos la senda pues se transita mejor bajo el bosquete cercano al arroyo, donde está más limpio. Unos metros más adelante, nos envuelve de nuevo la maleza. Echando mano del GPS buscamos la senda y la reencontramos un poco más arriba. No la abandonaremos mientras sigamos por este valle. Bregando contra el brezo, las escobas y los helechos avanzamos unos 3 kilómetros, escuchando de vez en cuando la berrea de algún macho que apenas se deja ver unos segundos antes de esconderse tras una peña situada en la ladera de La Melera. Los tramos arbolados están más limpios y en la parte más alta del valle la altura del brezo es menor y se camina mucho mejor. Al final del valle encontramos a un espolón rocoso que la senda supera por la derecha dando acceso a la amplia cubeta glaciar donde se asienta la Majada de Riopinos. Queda limitada al oeste por el pico La Cabritera, al sur por la larga ladera de La Xexa (o Jeje) y al este por el collado Riopinos que separa el Nogales del Picón de las Rubias.
Cabaña de cazadores en la majada Riopinos.

En la majada hay una solitaria cabaña de cazadores en buen estado y una peña cúbica de cuarcita (como la Kaaba pero más pequeña y en blanco) que parece recién tallada. Es probable que de ella sacaran las piedras que sirvieron para construir la cabaña.

Toca lo más duro de la subida: remontar los 400 metros que nos faltan para alcanzar lo alto de la sierra. Aunque hay otras sendas, preferimos seguir la que se dirige a la base de La Cabritera, al este. La dura remontada, primero por la senda y después por una zona herbosa cruzando un par de pequeños pedreros, nos sitúa en lo alto de la sierra dando vista hacia poniente donde está el puerto de Vegarada y, al otro lado, un sector amplio de la Cordillera Cantábrica (picos Morala, Huevo, Faro, Llastres, Fitona, Morgao, etc, llegando la vista hasta el Estorbín). Más atrás vemos Peña Celleros y Brañacaballo. En dirección contraria tenemos la gran cuerda entre Peña Mea, pasando por el Retriñón, hasta el majestuoso Torres. Siguen la Peña el Viento y la Rapaína. La vista llega hasta los montes de Redes y Ponga (Campigüeños, Tiatordos, Peña Ten) y, más allá, hasta los Picos de Europa. A lo lejos la impresionante mole del Espigüete en Palencia. Esta descripción, en realidad, corresponde a las vistas desde el Nogales, pero es casi idéntica a la que obtendremos desde cualquier otro punto alto de la sierra.

Altos de Riopinos (La Cabritera) desde la arista que nos llevará al Jeje (Xexa).

La Xexa (Jeje) y el Nogales. Al fondo a la izda vemos el Torres.


Por terreno mismo de hierba y piedra suelta de cuarcita cresteamos la sierra, pasando al lado de una pequeña cantera de piedra rosa y plana, hasta alcanzar el pico La Xexa o Jeje desde donde tenemos una buena perspectiva del resto de la Serranía de las Fuentes de Invierno y de la Sierra del Ajo (Nogales, cerca, El Oso, Fuentes, Laverde, Toneo, siguen las pistas de esquí de Riopinos de León, y los picos Agujas y La Cuerna). Nos paramos unos momentos para hacer fotos y continuamos un corto descenso hasta el Collado Verde que separa La Xexa del Nogales. La pequeña remontada subsiguiente nos sitúa sobre las blancas peñas cuarcíticas del Nogales, donde paramos un buen rato para reponer fuerzas y disfrutar del magnífico paisaje.

La Xexa (Jeje) desde la cima del Nogales.

Al fondo del valle vemos el Mayéu Gumiel. Vista desde el Nogales.

Una hora más tarde reanudamos la marcha bajando por la ladera oriental del Nogales hasta alcanzar el cercano Collado Nogales. Por el camino encontramos afloraciones de inmaculada cuarcita que dejan la senda cubierta de arena y gravilla del mismo color. Este terreno ácido (de la cuarcita) es muy apropiado para el brezo que rellena los huecos entre las piedras. Su bajo porte, condicionado por la altura, el frío y los vientos, amortigua nuestros pasos cuando nos salimos de las sendas. La senda que traemos continúa en la misma dirección hacia el pico El Oso y más allá hacia el Fuentes, que se alcanzan con facilidad como describimos en el libro Recorriendo las montañas de Asturias II. Dejamos el collado Nogales y descendemos por la senda que recorre la ladera norte del pico El Oso hasta alcanzar el collado que forma éste con la Peña del Alba. Después, continuamos el descenso por la ladera oriental hasta alcanzar primero el pequeño circo herboso de Las Llanas y, más adelante, la hermosa Majada del Alba al abrigo de Los Castillones que la protegen por el sur, del pico Fuentes cuya cresta la envuelve por el este y de la Peña del Alba que la resguarda de los fríos y húmedos vientos del oeste.

Majada del Alba con Los Castillones al fondo.

Cabaña en el Mayéu Gumiel.

Los ricos pastos de la majada son sustento de los magníficos caballos y yeguas que encontramos. También vemos los restos de las rudimentarias cabañas que hubo aquí hace tiempo. Dos sendas salen de la majada: la que sube hasta el collado Vildoso, descendiendo después a Brañaredonda y terminando en El Fielado (en la carretera que sube al Puerto de San Isidro), y la que seguimos, en descenso, hacia el Mayéu Gumiel, al norte. Las abundantes y bien arregladas cabañas de esta majada, rodeadas de abundantes y ricos pastos, dan paso al bosque de El Gumiel que más adelante se llama Monte la Yana. La senda se ha convertido en camino bueno que nos sumerge en un mundo maravilloso: las rocas cubiertas de espesos musgos verdes en medio del hayedo y la senda tapizada de hojas marrones impresionan por su belleza.
Bosque de La Yana o Llana.

La ancha senda discurre elevada sobre la margen derecha del arroyo Gumiel, mientras que del fondo del valle nos llega el grato rumor del regato. Más adelante, en pleno hayedo de La Yana o Llana, varias revueltas nos permiten descender rápidamente en poco terreno, para salir después a los Praos de L’Aspra, cerca ya de la carretera que sube al puerto de San Isidro. Varias cabañas en buen estado de conservación y en uso dan servicio a estos prados. La senda se ha convertido en pista apta para vehículos al llegar a la primera cabaña. Después gira a la izquierda para cruzar el río San Isidro por un puente con piso de madera y completa el giro para retrodecer un kilómetro, en paralelo a la carretera, hasta enlazar con el camino de ida en la zona de L’Areal. No queda más que subir a la carretera y finalizar así esta magnífica ruta por estos valles y hayedos alleranos tan cercanos, tan bellos y tan desconocidos.

Lorenzo Sánchez Velázquez